El próximo domingo, Argentina elegirá al nuevo presidente a través de una segunda vuelta que enfrentará a Javier Milei y Sergio Massa. Este fenómeno atípico en el país (se trata del segundo balotaje en la historia democrática, después del de 2015 entre Daniel Scioli y Mauricio Macri) responde a una tendencia que se está apreciando en América Latina, denominada por los politólogos como el "superciclo electoral", un fenómeno en el que casi todos los países de la región eligieron a su mandatario en una segunda vuelta.
Ese es el caso de Ecuador, Brasil, Colombia, Chile y Perú, que definieron sus presidentes en los últimos dos años y medio tras un balotaje, en un escenario en el que ninguno de los ganadores contó con mayoría parlamentaria (en Argentina, ni Massa ni Milei contarán con una mayoría legislativa automática) y que la victoria fue por una escasa diferencia. Solo Bolivia, donde Luis Arce ganó en primera vuelta, y Paraguay y Venezuela, que no cuentan con segunda vuelta, tuvieron un resultado definitivo en la primera ronda electoral.
Balotaje, frecuente en América Latina
Una de las particularidades que se apreció es el hecho de que uno de los dos aspirantes a la presidencia era considerado un "outsider" de la política ya sea porque no provenía de los partidos tradicionales o porque logró un caudal político gracias a constantes denuncias hacia la clase dirigente o, en los casos más radicales, al sistema democrático en su totalidad. Esto se apreció en Ecuador, Perú y Chile en 2021, Colombia y Brasil en 2022, y en Guatemala, Ecuador y Argentina en 2023.
Sumado a esto, en todas estas oportunidades, la opinión pública se sorprendía de que estos postulantes estuvieron en la contienda para el cargo ejecutivo, tal como sucedió con figuras como Pedro Castillo en Perú, José Antonio Kast en Chile, Jair Bolsonaro en Brasil o incluso Rodolfo Hernández en Colombia. Sin embargo, la emergencia de estos postulantes resulta como consecuencia de la erosión democrática, el descontento ciudadano y la desconfianza generalizada hacia las élites tradicionales.
Asimismo, otra peculiaridad es que la reversión de los resultados de primera vuelta es cada vez más frecuentes ya que los votantes se asocian en coaliciones circunstanciales para vencer al "mal mayor". En el caso de América del Sur, en lo que va del siglo XXI, hubo 30 balotajes en la región, siendo que solo en ocho de ellos el resultado de primera vuelta se invirtió en segunda, y cinco de esas reversiones fueron en los últimos siete años.
Los resultados electorales en la región
En los últimos diez años se llevaron a cabo 24 instancias de segunda vuelta electoral, siendo que nueve de ellas fueron en el "superciclo electoral" de los últimos dos años. Uno de ellos fue Brasil, donde en octubre de 2022, Lula da Silva llegó al balotaje con Jair Bolsonaro en Brasil en un escenario de polarización extrema, similar al que atraviesa Argentina.
El candidato del PT derrotó al postulante de ultraderecha por una leve ventaja de apenas el 1,8%, volviendo a ocupar el Ejecutivo del gigante sudamericano tras haber obtenido el 50,9% de los votos. En ese caso, el presidente saliente nunca reconoció formalmente la derrota y la violencia persistió hasta que en enero hubo un fallido intento golpe de Estado.
Al momento de asumir, Lula no tenía mayoría parlamentaria, siendo que la bancada más grande respondía a Bolsonaro. Sin embargo, pudo forzar alianzas legislativas que le permitieron aprobar leyes fundamentales, pero a un costo muy alto.
En 2021 Perú, otro país polarizado, eligió como presidente al outsider de Castillo. También se trató de una segunda vuelta en la que los candidatos llegaron con muy poco respaldo en primera vuelta: Castillo obtuvo el 18% y Fujimori el 13%.
Al igual que en Brasil, la diferencia entre Castillo y Keiko Fujimori fue mínima: 0,2%. El primero se impuso con el 50,1%, mientras que el segundo acumuló el 49,9% de los comicios. Incluso el postulante perdedor llegó a festejar de manera apresurada la victoria, para unos minutos más tarde tener que reconocer su derrota.
Castillo tampoco contó con mayoría parlamentaria ni logró alianzas de gobernabilidad. Por ese motivo, intentó cerrar el Congreso en diciembre de 2022, lo cual tuvo como desenlace que fuera destituido y terminara preso.
En 2022, Gustavo Petro se convirtió en el primer presidente de izquierda de Colombia. Si bien en primera vuelta superó por 20 puntos a su rival, Rodolfo Hernández, en el balotaje la diferencia se achicó (3,13%). Petro ganó con el 50,44% frente al 47,31% de Hernández.
Tras su victoria, Petro recibió el apoyo de los partidos de centro e incluso centroderecha, lo que le permitió tener mayoría en el Congreso, a lo que se sumó la incorporación de dirigentes moderados en su administración. Sin embargo, seis meses después, el presidente aprobó reformas clave sin moderarlas o negociarlas, por lo que la alianza legislativa duró poco y muchos de esos funcionarios dejaron su gobierno.
Donde se apreció otro escenario de gran incertidumbre fue en Chile, que eligió al presidente más joven de su historia. En diciembre de 2021, Gabriel Boric derrotó a José Antonio Kast con el 55,8% de los votos. En este caso, la distancia entre ambos fue mayor, de 11 puntos.
Meses después de los comicios, Boric se alineó con el borrador de la Constitución formulado por una asamblea donde contaba con la mayoría. Sin embargo, el proyecto no prosperó en el plebiscito constitucional, lo que significó un golpe para la fuerza política del mandatario.
El último proceso electoral en la región fue el Ecuador. El pasado 15 de octubre, el empresario Daniel Noboa derrotó a Luisa González, candidata de Rafael Correa, por menos de 400 mil votos. El outsider, de 35 años, se impuso a la izquierdista con 52% de los apoyos contra el 48%.
No obstante, en la primera vuelta el escenario había sido muy fragmentado. Entre ocho candidatos, González alcanzó el 33% y Noboa el 24%. Además, los comicios estuvieron marcados por la violencia narco, que incluyó el asesinato de un presidenciable, Fernando Villavicencio.
