El Hotel Libertador explotó cuando Sergio Massa reconoció la derrota. Pero desde varias horas antes en el búnker de Javier Milei se respiraba una euforia nerviosa. Los boca de urna corrían por los celulares, pero los voceros de La Libertad Avanza repetían la misma palabra: cautela. El economista pasó todo el día en el piso 21 y en el subsuelo se montó un VIP para los dirigentes más importantes del espacio. El primer piso, donde estaba el escenario y por donde circulaban el resto de los invitados y los periodistas, fue durante buena parte de la tarde un lugar donde nadie se animaba a decir una palabra de más.
Hacia las 20, para muchos era difícil contener la emoción. El diputado bonaerense Agustín Romo estaba extasiado y cuando la prensa le preguntaba por su alegría solo decía “no puedo hablar”. Carlos Kikuchi apareció en el primer piso y antes de meterse al ascensor se abrazó con un hombre y le dijo: 58 - 42. De espaldas a él, Fernando Cerimedo y Iván Dubois se abrazaban y saltaban. “No es un festejo. Estamos contentos porque fiscalizamos muy bien”, contestaron para evitar confirmar que la tendencia era irreversible. En La Libertad Avanza las cábalas y los rituales se cumplen a rajatabla y ayer no se permitía festejar hasta que los resultados no fueran oficiales.
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La excusa de la fiscalización tenía cierto sentido. Fue el tema de conversación durante toda la tarde. La Libertad Avanza logró tener presencia en toda la provincia de Buenos Aires, el distrito que más preocupación le generaba. Después de semanas en las que trascendió que la coordinación de trabajo con el PRO generó cortocircuitos, ayer los libertarios se despachaban en halagos hacia los halcones: “Conocen mañas de las que nosotros no tenemos ni idea”, reconoció un dirigente nacional.
El búnker de La Libertad Avanza fue una fiesta.
Cómo se vivieron los resultados en el búnker de Milei
La buena sintonía entre libertarios y "halcones" fue más allá de comentarios positivos. A las 21 llegaron en grupo al Libertador Hernán Lombardi, Martín Yeza, Cristian Ritondo y Fernando Iglesias que repetían en las entrevistas que solo estaban acompañando pero saludaban a los libertarios como compañeros. “Qué pasa, Oscarcito”; le dijo Ritondo a Oscar Zago antes de darle un fuerte abrazo.
A diferencia de lo que sucedió en las generales, en esta oportunidad en el búnker no hubo tanta presencia de políticos extranjeros. Viajaron algunos diputados brasileños pero no la gran figura: Eduardo Bolsonaro. “Anulo mufa”, respondió entre risas un dirigente. El diputado provincial Nahuel Sotelo recibió un llamado de felicitaciones por parte del equipo del presidente de El Salvador, Nayib Bukele.
Ramiro Marra, como siempre, se movía: se iba del primer piso al subsuelo, subía al piso 21 y salía a la vereda. Con los resultados oficiales, excitadísimo, se fue a festejar con la militancia del otro lado de la valla que se había puesto sobre la avenida Córdoba. La gente se le tiró encima y le costó salir de la multitud.
“A partir de mañana vas a escuchar un montón de nombres que te van a sorprender”, subrayó un dirigente nacional. Según el hombre, desde hace meses “y en la sombra” hay importantes personas del sector privado que ya tendrían su lugar garantizado en el Gobierno pero que no querían exponerse antes de ganar. En el salón principal del Libertador se vieron algunos empresarios como Adrián Werthein, Betina Bulgheroni y Eduardo Elsztain.
Victoria Villarruel, Javier Milei, Fátima Florez y Karina Milei.
Tomás Fortdeambuló por el salón de invitados con una caja de Marroc y ofrecía bombones a cualquiera que se cruzara. El sobrino de Ricardo Fort es cercano a Marra y gestionó la visita de Milei a la fábrica Felfort, donde trabaja desde los 18. Hace poco se recibió de abogado y repitió que está abierto a cualquier propuesta desde La Libertad Avanza.
“Vamos a festejar pero a dormir porque mañana temprano arranca una nueva etapa”, aseguró un dirigente. Para él, la presencia del PRO significa mucho más que fiscalización: “Me da tranquilidad que estén porque nosotros somos pocos y hay mucho para hacer”.
Milei con dirigentes del PRO.
Milei eligió una estética que parecía sacada de un acto estadounidense. Durante su discurso, detrás de él se proyectó un dibujo de la Casa Rosada que parecía ser la Casa Blanca. El economista terminó sus palabras como presidente electo de la Argentina y dijo: "Dios bendiga a los argetinos", que pareció ser la emulación criolla de "God bless america".
