“Muchas veces es mejor pagar indemnizaciones que hacer obras tan costosas para episodios que se repiten cada cien años”. La frase, que resulta escalofriante a la luz del desastre de La Plata, pertenece a Daniel Coroli, quien cuando la pronunció, en 2008, era director de Saneamiento y Obras Hidráulicas de la provincia de Buenos Aires.
En 2011 y a pedido del intendente Pablo Bruera, el ingeniero Pablo Romanazzi y su colega Arturo Urbiztondo, especialistas hidráulicos de la Universidad de La Plata, elevaron un estudio específico sobre la cuenca del arroyo El gato, la mayor de la ciudad. ¿Qué pasó con el informe? “Lo enviamos a la Municipalidad y fue derivado a la Dirección de Saneamiento y Obras Hidráulicas de la provincia”, contó Romanazzi a PERFIL. Ahí quedó. En manos del director del área, Daniel Coroli.
El panorama que reflejaba el informe era claro y premonitor: si no se aplicaban las obras sobre El gato, La Plata volvería a quedar inundada, como en 2001, 2002 y 2008. Una tormenta apenas excepcional, y la ciudad colapsaría. También enumeraba todo lo necesario para poner el proyecto en movimiento.
Coroli estuvo durante años a cargo de la Dirección de Saneamiento y Obras Hidráulicas bonaerense. Fue ascendido recientemente a titular de la Autoridad del Agua de la Provincia. Manejó en 2012 un presupuesto de más de 125 millones de pesos. Unos 102 millones los gastó en personal.
Luego de la inundación que azotó a La Plata en febrero de 2008, dijo al diario Clarín que el fenómeno de ese año “fue una tormenta extraordinaria” y que “ninguna obra puede aguantar tal presión. Las pocas obras importantes que hay en la región se hicieron en la década de los 40, cuando la población era otra y la utilización del suelo también era diferente”. La máxima autoridad bonaerense en materia hidráulica agregó una frase poco feliz: “Muchas veces es mejor pagar indemnizaciones que hacer obras tan costosas para episodios que se repiten cada cien años”. No fueron cien años, sino cinco, y La Plata volvió a quedar bajo el agua. Esta vez, la catástrofe fue incluso peor. Costó 51 víctimas fatales, una ciudad convulsionada y pérdidas millonarias.
Pero luego de aquella tormenta de 2008, la Provincia y la Municipalidad crearon el Comité de la Cuenca Hídrica.
Recién cinco años después, en noviembre pasado, las autoridades provinciales y de la municipalidad reglamentaron dicho comité.