El balotaje, como sistema, estuvo disponible por primera vez para las elecciones de Argentina en 1973. Pero esa vez, aunque el suspenso se extendió durante 19 días, no fue usado para definir al presidente. El debut llegó recién 42 años después, con un formato totalmente distinto.
Las reglas las había puesto la dictadura de Agustín Alejandro Lanusse, la llamada Revolución Argentina, tres meses antes del primer regreso de Juan Perón después de su exilio. Estaban fijadas en un Estatuto Fundamental Temporario y en una ley, la 19.862.
Así fueron los tiempos de “Cámpora al gobierno, Perón al poder”
Para la elección presidencial se fijaba que el candidato que consiguiera la mayoría absoluta de los votos sería el ganador. En caso contrario, habría segunda vuelta. Hasta ahí parece todo claro. Pero no era tan simple.
Lo más curioso era que se abría la posibilidad de que en el balotaje participara el candidato que saliera tercero ¿Qué tenía que pasar para eso? En principio, que entre los dos primeros no sumaran los dos tercios de los votos, es decir, el 66, 66 %, la cifra sumada que les aseguraba ir a la definición los dos solos.
¿Y si no llegaban? Ahí se abrían las posibilidades.
Balotaje 1973: un sistema bastante complejo
El sistema admitía que las dos fórmulas más votadas podían cambiar el candidato a vicepresidente, para incluir en su lugar a cualquiera de los candidatos, a presidente o vicepresidente, de la tercera u otras fuerzas que hubieran sacado más del 15%.
Pero la ley también permitía que los dos primeros en la elección combinaran sus fórmulas presidenciales entre ellos, para presentar una en común con el candidato a presidente de uno y el candidato a presidente o vicepresidente del otro para acompañarlo en la fórmula.
¿Y contra quién era el balotaje en ese caso? El rival pasaba a ser la tercera fuerza que hubiera llegado o superado el 15% de los votos, que por su lado podía integrar su fórmula con candidatos presentados por otras fuerzas que también hubieran accedido a esa cifra.
Con esas reglas, en ese 1973 tan crucial en la Argentina del siglo pasado, técnicamente pudimos haber tenido el primer balotaje de la historia. Porque si bien Héctor J. Cámpora, el delegado de Perón, el dirigente que iba a allanarle el camino a su tercera presidencia, ganó con holgura en las elecciones del 11 de marzo, con el 49.56 %, no llegó a la mayoría absoluta.
Es cierto que todos los escenarios reglamentarios alternativos quedaron descartados, porque el segundo, el radical Ricardo Balbín, consiguió el 21,29 % de los votos, y el 70,85 % de la suma con la fórmula ganadora los dejaba solos para la segunda vuelta.
Tampoco se cumplía el otro requisito porque ningún otro candidato había llegado al 15 %, aunque uno había quedado muy cerca. Francisco “Paco” Manrique, ferviente antiperonista que quedó en la historia del la cultura popular por haber inventado el Prode, arañó la cifra con el 14,91 %.
Finalmente el balotaje presidencial no debutó en 1973. La diferencia era muy grande y 19 días después de las elecciones, y después de un arduo conteo en el escrutinio definitivo, la UCR resolvió abstenerse de participar en la segunda ronda y la Junta Electoral ratificó el triunfo de la fórmula Héctor J. Cámpora-Vicente Solano Lima.
El sistema fue el mismo en las elecciones del 23 de septiembre de ese mismo año, pero en ese caso ya no hubo dudas ni dilaciones: la fórmula Juan Perón-Isabel Perón sacó el 61,86 % de los votos, dejó muy lejos a la candidatura encabezada otra vez por Ricardo Balbín y se inició la etapa democrática que se interrumpió con el golpe de 1976.
El acuerdo entre Lanusse y Perón que permitió las elecciones de 1973
En 1973 el balotaje sí fue usado para definir la elección de 12 gobernadores y 14 parejas de senadores. Pero la segunda vuelta presidencial debió esperar hasta 2015, cuando, ya con el sistema fijado en la reforma Constitucional de 1994, se estrenó con el triunfo de Mauricio Macri sobre Daniel Scioli. Este domingo 19 de noviembre, con Sergio Massa y Javier Milei, será la segunda vez.
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