En el subsuelo del Palacio de Tribunales está ubicado el museo al que dio vida la justicia electoral. De las boletas ganadoras desde la sanción de la ley Sáenz Peña hasta la de Cambiemos, en 2015, pasando por la urnas de madera y las de cartón que se usan desde el siglo XXI. Todo forma parte de los elementos de la vida democrática del país que armó el equipo liderado por María Servini, la jueza federal con competencia electoral con más elecciones en su haber.
“Con la del domingo serán 25 elecciones nacionales”, explicó la magistrada a PERFIL en el museo armado a comienzos de este año y al que destinó parte de los fondos que obtiene con la venta de las urnas y el papel de las boletas para reciclaje luego de cada elección. La autogestión es otro de los motivos de orgullo de Servini, que dedica largas jornadas en su despacho del Palacio a la organización de las jornadas electorales.
A lo largo de dos largas vitrinas que ocupan los pasillos centrales del juzgado electoral, por el que estas horas hay más tránsito y actividad que de costumbre, hay más de cien años de historia. Están los cuatro modelos de urna de madera que se usaron a lo largo de la historia. La última fue la utilizada entre 1983, con el retorno de la democracia, y hasta 1999. Todas ellas incluían un ritual después de cada elección y escrutinio, cuando los empleados del juzgado las lavaban con agua y espátulas para despegar las fajas y que quedaran impecables para los siguientes comicios.
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En los distintos estantes también están las actas de la Junta Electoral de Capital. Todo ello es parte del material que el equipo de Servini desempolvó, porque estaban guardadas, para exhibirlas, conscientes del valor histórico de los elementos allí guardados durante años.
También están las primeras matrículas electorales femenina y masculina. La primera femenina es de María Eva Duarte de Perón, Evita, y la masculina es la de Marcelo T de Alvear. Se trata de copias, ya que los originales están en la Corte Suprema, a la que Servini entregó por su enorme valor histórico, así como la de Ernesto “Che” Guevara.
Entre las boletas, destacan que las de 1928 se imprimieron con fotos de los candidatos. En la de la Unión Cívica Radical aparecen Hipólito Yrigoyen y Francisco Beiró, ganadores en esa oportunidad. En tanto que la primera que utilizó color fue la de 2011, en la que resultó ganadora Cristina Fernández de Kirchner.
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También puede verse un ejemplar original del Código Civil de la época de Vélez Sarfield, actas con recortes de diarios y ejemplares de cómputos manuales. Son parte del escenario, que deja en evidencia un trabajo mancomunado de recolección de datos.
Una labor de meses y hasta años previa a las elecciones, que culmina con los escrutinios. Aquellos que primero se realizaban en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso, en el que en el Salón Azul se ponían las urnas y que en los últimos años se trasladó a la Legislatura porteña.
