A casi un mes de su llegada al país, adonde fue trasladado en medio de un operativo de máxima seguridad, y tras más de cuarenta horas declarando frente a la Justicia, el financista Ibar Esteban Pérez Corradi todavía no aportó ninguna prueba documental en las causas en las que se lo involucra. Por eso todavía hay muchos reparos en la Justicia respecto de si finalmente aportará pruebas certeras o fácticas de las responsabilidades políticas del tráfico de efedrina y del triple crimen de General Rodríguez, del que está acusado de ser autor intelectual. El hecho también comienza a derribar las expectativas del gobierno nacional, que creyó ver en la captura de Pérez Corradi, ocurrida en junio pasado, la de un hombre que lo llevaría a los nexos del kirchnerismo con el narcotráfico y el crimen organizado.
Computadora. Detenido en una celda del edificio Centinela, bajo la órbita de Gendarmería, Pérez Corradi tiene acceso a una computadora de forma permanente. El beneficio le fue concedido por la Justicia, previo acuerdo con el Programa de Protección de testigos. El acceso a una computadora que, según asegura la defensa de Pérez Corradi, es para informarse sobre las causas en las que se lo investiga, es un privilegio poco usual en un caso de triple homicidio y narcotráfico.
Al momento de ser extraditado desde Paraguay, Pérez Corradi, que estuvo prófugo desde 2012, pidió su ingreso al Programa de Protección de Testigos e Imputados. A cambio, se especulaba con que aportaría información certera y “documentación” para probar quiénes son los ahora ex funcionarios políticos involucrados en los hechos.
El hallazgo de los cuerpos de Leopoldo Bina, Sebastián Forza y Damián Ferrón en un descampado de la localidad del oeste bonaerense, en agosto de 2008, dejó al descubierto una sórdida trama de complicidades políticas, policiales y de los servicios de inteligencia, vinculados al tráfico ilegal de efedrina. Para la Justicia, uno de los empresarios que manejaba ese negocio era precisamente Pérez Corradi.
En la Justicia, analizan minuciosamente las declaraciones de Pérez Corradi, que parece tener una memoria casi perfecta para muchas cosas, pero para otras no tanto. A diferencia de Martín Lanatta, condenado como autor material del triple crimen,
Pérez Corradi sí admitió parte de la responsabilidad penal en el caso: asumió haber sido uno de los traficantes de efedrina, pero niega cualquier vínculo con los homicidios.
Pero al igual que Lanatta, a la hora de dar nombres que pueden conducir directamente a los responsables políticos, muchas veces sólo
admite saber apodos o nombres de pila, sin aportar las identidades de las personas, lo que hace muy difícil a la Justicia avanzar en esa dirección.