POLITICA

Seguridad presidencial y custodia: ¿quiénes cuidan a Javier Milei, su hermana Karina y Fátima Florez?

El presidente electo ya tiene un equipo a cargo del comisario mayor Alejandro Patricio O'Donnell. A la vice, Victoria Villarruel, también se le asignaron efectivos.

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Fátima Flórez no se contuvo e imitó a Javier Milei: la reacción viral de Karina | Captura Twitter

"Javier Milei se está acostumbrando. Como para todos los funcionarios para él también es un proceso porque, de alguna forma, le estamos invadiendo su vida y no dejamos de ser extraños. Pero nos aceptó bien y escucha los consejos", contó a PERFIL el comisario mayor Alejandro Patricio O'Donnell, el coordinador de la nueva custodia presidencial. El presidente electo ya tiene un equipo trabajando con él y también se le asignó un grupo de uniformados a la futura vicepresidenta, Victoria Villarruel; a su hermana, Karina Milei; y a su novia, Fátima Flórez

En total, la custodia de Milei estará compuesta por alrededor de 30 personas, que lo acompañarán durante sus actividades y se repartirán entre la Casa Rosada y la Quinta de Olivos. Sin embargo, por estos días lo acompaña un grupo reducido de efectivos. Hasta el 10 de diciembre, buena parte del personal dedicado a esta tarea continúa con los funcionarios del Gabinete de Alberto Fernández

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Además de los efectivos designados para el presidente electo, a Villarruel se le designó un grupo de seis efectivos que se dividen la custodia en jornadas de 24 horas y son relevados. 

La hermana de Milei también tiene custodios a disposición. Sin embargo, hasta el momento, prácticamente no requirió de sus servicios. "Van juntos para todos lados. Es raro que se maneje sola, pero cuando lo hace nos avisa y ponemos a nuestra gente para que vaya con ella", contó O'Donnell. "A Fátima también le pusimos una custodia de seis hombres. Pero ella solo pide cuando sale. Hoy, por ejemplo, tiene un ensayo y la van a acompañar", agregó el comisario mayor. 

O'Donnell se desempeñó en custodias durante 16 años. Es la primera vez que tiene a su cargo a las máximas autoridades del país, pero tiene experiencia con ministros y otros funcionarios de primer nivel. Con quien más trabajó fue con Aníbal Fernández. Por estos días, aseguró, el vínculo es muy bueno: "Milei ya nos identifica a todos, siempre nos saluda y ya está acostumbrándose al funcionamiento", contó. 

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El único pedido de Milei a la custodia presidencial fue poder mantener a dos de los hombres que lo acompañaron en todo este tiempo. Uno de ellos es su chofer, quien trabaja para el economista desde hace tres años. El equipo oficial no tuvo problemas. De hecho, es frecuente que los funcionarios quieran sostener a su gente y, según la experiencia de O'Donnell, siempre se logra coordinar el trabajo sin mayores problemas. 

De todas formas, por ahora todo se está armando. Los uniformados que se ven afuera del Hotel Libertador, donde está viviendo Milei, pertenecen a la Superintendencia de Intervención Territorial (de la Policía Federal Argentina). "El hotel no es el lugar natural del presidente. A partir del 10, va a tener la custodia completa que será de la Policía Federal Argentina en conjunto con la Casa Militar", agregó el comisario. 

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Para Milei la seguridad es un tema relevante desde hace un buen tiempo. Durante toda la campaña, el libertario fue el único candidato que se movió con custodia privada. El entonces candidato tenía un equipo de unas ocho personas que lo acompañaban de manera permanente y para los eventos grandes (como los actos en el Movistar Arena, por ejemplo) supo contratar los servicios de Road Seguridad. 

Antes de que comenzara la campaña presidencial, el diputado nacional ya había llamado la atención por este tema. Durante un acto en Mendoza se había visto que debajo de su campera de cuero tenía un chaleco antibalas, algo que no es frecuente entre los político argentinos. Según explicó en aquella oportunidad a La Nación, tomó la decisión después del lanzamiento de su primera precandidatura en Plaza Holanda, donde -según relató- su hermana sufrió una amenaza debajo del escenario. 

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En las más altas esferas de la política hay una coincidencia: el intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner fue un parteaguas en el tema de la seguridad de los dirigentes. Hasta ese momento, en la Argentina la mayoría de los funcionarios o candidatos solían tener una relación tensa con los custodios: exigían que se escondieran o que no estorbaran a la hora de saludar a la gente en las multitudes. 

A partir del atentado, sin embargo, se extremaron las medidas de seguridad en el Gobierno. De hecho, en una de sus últimas entrevistas, el presidente Alberto Fernández contó que después de ese episodio apuntaron a su helicóptero con mira telescópica cuatro veces. 

En la región la seguridad de los dirigentes más importantes también comenzó a tomarse con otra seriedad. En Brasil, sin ir más lejos, Jair Bolsonaro sufrió un atentado en el 2019 cuando era candidato a presidente: fue apuñalado durante un acto en la ciudad de Juiz de Fora, Estado de Minas Gerais. En la última campaña Lula da Silva decidió comenzar a utilizar chaleco antibalas luego de dos ataques frustrados a sus militantes: el primero sucedió cuando un hombre utilizó un drone que lanzaba agrotóxicos al público en uno de sus actos y el segundo cuando otro le tiró a sus seguidores una botella con un explosivo de impacto reducido. 

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En el entorno de Milei aseguraron que el presidente electo solo utiliza el chaleco antibalas "cuando camina entre las multitudes en actos masivos" y que las medidas de seguridad tienen que ver, sobre todo, con la enorme cantidad de gente que junta cada vez que realiza una visita. 

Según O'Donnel, el uso de este tipo de chalecos no es obligatorio según los protocolos internacionales, pero tampoco reniega. "Puede ser un buen elemento cuando te metés en la muchedumbre. La custodia está preparada para esas situaciones y por eso siempre vamos pegados al dirigente, cubriendo todos los flancos y rodeándolo para que nada suceda". 

cp