Cuando el pasado mes de abril el rey Carlos III visitó Alemania, estaba en terreno conocido: la historia de la familia real británica está estrechamente vinculada con el país, donde nació la mayoría de los antepasados del monarca. La Casa de Windsor emparentó con casi todas las casas reales alemanas y se dice que, hasta hace un siglo, la familia real tenía un marcado acento germánico en su forma de hablar. Y los lazos alemanes de los Windsor se hunden hasta las profundidades del nazismo.
El padre de Carlos, el fallecido príncipe Felipe, es celebrado por su devoción a la reina Isabel II y a la monarquía. Pero sus hermanas no hicieron mucho para ayudar a impulsar la reputación del joven príncipe cuando se casó con la futura reina en 1947. Los suegros de Felipe, el rey Jorge VI y la reina Isabel, estaban absolutamente impactados de saber que tendrían un yerno demasiado cercano al nazismo.
A las cuatro hermanas de Felipe, tías de Carlos III, se les prohibió la entrada en Londres aquel noviembre de 1947 para asistir a la boda real, en gran parte porque tres de ellas -Cecilia, Sofía y Margarita- se habían casado con príncipes alemanes que, en los años 30, se convirtieron en miembros destacados del partido de Adolfo Hitler, al que la nobleza alemana se entregó en cuerpo y alma con la falsa esperanza de que restauraría el imperio.
En una entrevista realizada en 2006, Felipe -que fue educado en Alemania- dijo que su familia había encontrado "atractivos" los intentos de Hitler de restaurar el poder y el estatus de Alemania. "Hubo una gran mejora en cosas como la puntualidad de los trenes y la construcción", explicó.
"Había una sensación de esperanza después del deprimente caos de la República de Weimar. Puedo entender a la gente aferrándose a algo o alguien que parecía estar apelando a su patriotismo y tratando de hacer que las cosas funcionaran. Puedes entender lo atractivo que era". Pero Felipe insistió en que nunca vio que "alguien en la familia expresara opiniones antisemitas".
Pocos años después de que el Reino Unido fuera blanco de los feroces bombardeos nazis, el príncipe Felipe era mirado con grandes recelos y no sin motivos: su verdadero apellido era Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg, lo que demostraba que la sangre alemana fluía por sus venas. El hecho de que adoptara el apellido de su familia británica, Mountbatten, no engañó a nadie.
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Sofía, Margarita y Cecilia: las tías nazis de Carlos III
La madre de Felipe, la princesa Alicia de Battenberg, aunque era bisnieta de la reina Victoria de Inglaterra también tenía ascendencia alemana, pero logró redimirse de las acusaciones cuando, en la II Guerra Mundial, permaneció en Atenas bajo la ocupación nazi y ayudó a una familia judía a ocultarse y finalmente irse del país.
Alicia llegó a pasar hambre para alimentar a la familia Cohen y, como reconocimiento a su labor, fue reconocida como Justa entre las Naciones por el Yad Vashem.
No se podía decir lo mismo del resto de la familia. La princesa Sofía (fallecida en 2014) era amiga de Hermann Goering, el futuro jefe de la fuerza aérea de la Alemania nazi, que fue invitado a tomar el té a su departamento en Frankfurt antes de que el nazismo llegara al poder en 1933.
El esposo de Sofía era el príncipe Christoph von Hessen, coronel de las temidas SS y jefe del servicio secreto de inteligencia nazi liderado por Goering. Como muestra de su devoción por el Führer, la princesa y su esposo bautizaron a su primer hijo con los nombres de Karl Adolf, en honor a Hitler.
"Él habló mucho sobre el nuevo partido político al que se había unido, el Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei", escribió la princesa en sus memorias. "Como Alemania estaba pasando por tiempos difíciles y había mucha pobreza e insatisfacción general en todas partes, nos interesó saber sobre las grandes mejoras que su partido planeaba hacer".
Goering insistió a la princesa para que conociera personalmente a Hitler, a quien lo invitó a su casa. "Me habían advertido que era vegetariano y me resultó difícil planificar una comida adecuada", escribió ella. "En aquellos días teníamos una cocinera-ama de llaves, lo cual estaba muy bien, ya que mis ideas sobre la cocina y las tareas domésticas eran bastante confusas (tenía solo 18 años en ese momento). "Nos conformamos con un surtido de verduras que resultó ser un gran éxito".
Hitler era un hombre "encantador y modesto", dijo una tía de Carlos III
En sus memorias, escritas en su vejez, Sofía contó sobre el almuerzo con Hitler y dijo que parecía un "hombre encantador y aparentemente modesto" y que ella y su marido estaban encantados "por sus planes para cambiar y mejorar la situación de Alemania". Sofía tuvo cuidado de mencionar cómo ella y su esposo cambiaron su visión de Hitler "fundamentalmente" años después.
Las reuniones convencieron a Christoph von Hessen de unirse a las SS y solo dos años después fue designado como jefe de la oficina de investigación del ministerio del la fuerza aérea nazi. Ese año, la princesa Sofía fue fotografiada en el banquete de la boda de Goering, sentada frente a Hitler. En 1943, en plena guerra, Christoph murió en un accidente aéreo tras la invasión aliada de Sicilia.
La hermana mayor de Felipe y tía de Carlos III, la princesa Margarita de Grecia, se casó con el príncipe Gottfried de Hohenlohe-Langenburg, que al servicio del nazismo terminó gravemente herido mientras luchaba por Alemania en el frente ruso y terminó volviéndose contra Hitler. Más tarde participó del complot de oficiales aristocráticos para asesinar a Hitler, que fue dirigido por Claus von Stauffenberg, en 1944.
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Una trágica muerte y un masivo funeral nazi
La princesa Cecilia, la menor de la familia, se había casado con Georg Donatus, de la casa ducal de Hesse, y más tarde ambos se unieron al partido nazi. El matrimonio, que tenía tres hijos, murió trágicamente en 1937, al caer al vacío el avión en el que viajaban en Bélgica. El piloto de la aeronave había estado intentando aterrizar en medio de una espesa niebla, y se cree que, en medio del drama, nació el cuarto hijo de Cecilia, que tenía 26 años.
Después de que la princesa Cecilia muriera en el accidente, el príncipe Felipe, de 16 años, fue fotografiado en su funeral en Darmstadt (Alemania) caminando junto a sus familiares con uniformes nazis, en un cortejo fúnebre adornado con banderas con la cruz esvástica, en un momento dramático muy bien interpretado en la serie The Crown.
Cómo Jorge V cambió el apellido familiar para no parecer tan alemán
La sensación de que la familia real era más alemana que británica existe desde hace siglos. Los reyes Jorge I y Jorge II, que provenían de la dinastía alemana de los Hannover, en el norte de Alemania, nunca hablaron en inglés. Su descendiente, la reina Victoria, insistía a sus hijos nunca olvidar sus orígenes alemanes y ella y el príncipe consorte Alberto se escribían cartas en alemán.
Con el matrimonio de Victoria y Alberto, la familia real británica adoptó un apellido totalmente alemán: Sajonia-Coburgo-Gotha, adoptado del principado al noreste de Baviera al que pertenecía el príncipe consorte. Pero durante la Primera Guerra Mundial su nieto Jorge V, fue criticado públicamente por sus orígenes alemanes.
Ante una opinión pública cada vez más hostil, el rey británico que de repente había caído bajo sospecha debido a su herencia familiar, decidió cortar lazos con Alemania y adoptó el nombre de un famoso castillo. Así nació la Casa de Windsor. Se invitó a algunos parientes alemanes a renunciar a sus apellidos y títulos alemanes para tomar sus versiones inglesas.
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Para entonces, Jorge V era pariente de media Europa gracias que su abuela Victoria forjó lazos familiares en todo el continente casando a su descendencia con otros miembros de la nobleza del continente, mayormente alemanes. Por algo la reina Victoria fue apodada la "Abuela de Europa", ya que entre sus nietos estaban el káiser alemán Guillermo II y la última zarina de Rusia.
"Mientras que en Gran Bretaña, España o Francia había un rey, en Alemania había al menos una treintena de soberanos regionales", recordó Michael Hartmann, sociólogo especializado en las élites de la universidad de Darmstadt. "Como sólo podían casarse entre ellos, la elección recaía a menudo en los nobles alemanes". Como resultado, "prácticamente todas las dinastías reales europeas están emparentadas con los alemanes", detalla.
Eduardo VIII, el ex rey que dijo Hitler era el "líder correcto y lógico del pueblo alemán"
En 2015, una rara fotografía conmocionó a la opinión pública británica. Mostraba a la joven princesa Isabel, de 6 o 7 años, haciendo el saludo hitleriano con el brazo recto junto a su madre y su hermana, al parecer animada por su tío Eduardo VIII.
La imagen, publicada por el diario "The Sun", fue extraída de una película amateur nunca antes publicada de unos 20 segundos, rodada en 1933 o 1934 en la casa de verano de la familia real en Escocia. Según el periódico, la grabación ofrece "una fascinante visión de los retorcidos prejuicios de Eduardo VIII", cuyos vínculos con los nazis siguen siendo objeto de debate en Gran Bretaña.
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En 1937, Eduardo y Wallis conocieron a Hitler y sus funcionarios durante una cuestionada gira por Alemania, cuando el exrey fue fotografiado haciendo el saludo nazi y más tarde también recorrió un campo de concentración, cuyas torres de vigilancia se dice que le explicaron que eran almacenes de carne.
Después de la visita, en la que se reunió con altos jerarcas nazis como Rudolf Hess o Joachim von Ribbentrop, el duque de Windsor dijo a la prensa que Hitler era el "líder correcto y lógico del pueblo alemán", mientras el líder alemán quedó encandilado con la duquesa: "Hubiera sido una buena reina".
En 1941, el palacio de Buckingham fue bombardeado por los nazis mientras Jorge VI y la reina Isabel estaban allí. "Los nazis sabían lo que estaban haciendo y eso es porque tenían información privilegiada del duque de Windsor", reveló hace poco el historiador de la realeza Alexander Larman, que investigó los Archivos Reales.
Con el reinado de Isabel II, llegó la reconciliación
La reina Isabel II era muy apreciada en Alemania, sobre todo por su compromiso con "la reconciliación germano-británica tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial", como recordó el canciller Olaf Scholz tras su muerte el año pasado. Visitó Berlín por primera vez en 1965, cuando la ciudad estaba dividida por el Muro, y se reunió con decenas de parientes alemanes.
Su hijo Carlos III, que habla bien alemán, también parece sentir cierto afecto por la patria de sus ancestros. Visitó Alemania con frecuencia, tanto oficialmente como en discretas vacaciones privadas, y "nunca negó su ascendencia alemana", según su primo lejano, el príncipe Eduardo von Anhalt. "Aunque eso no sea muy popular entre muchos ingleses", añadió.