Un reconocido historiador británico confirmó que el duque de Windsor, tío abuelo del rey Carlos III de Inglaterra, traicionó a su familia al entregar planos detallados del Palacio de Buckingham permitieron que Adof Hitler lo bombardeara en 1940, durante la Segunda Guerra Mundial.
El duque de Windsor, que fue el rey Eduardo VIII hasta su abdicación en 1936 para casarse con la estadounidense Wallis Simpson, había visitado a Hitler tres años antes y había mostrado ampliamente sus simpatías hacia el nazismo, según consta en las cartas que se conservan en los Archivos Reales de Windsor.
Impopular por su decisión de abdicar al trono, sobre Eduardo VIII siempre planeó la idea de que estaba conspirando para que los nazis conquistaran Gran Bretaña y lo erigieran como un rey títere de Hitler. Además, visitó un campo de concentración de prisioneros judíos y dijo una vez que Hitler "no es un mal tipo".
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En 1941, el palacio de Buckingham, en el centro de Londres, fue bombardeado por los nazis mientras el rey Jorge VI (hermano de Eduardo) y la reina Isabel estaban allí. "Los nazis sabían lo que estaban haciendo y eso es porque tenían información privilegiada del duque", dijo el historiador de la realeza Alexander Larman.
"No creo que quisiera ver muerto a su hermano, pero estaba en una posición en la que sabía exactamente dónde estaban todos en el Palacio de Buckingham", afirmó, basado en los documentos que le permitieron revisar en los Archivos del castillo de Windsor, recopilados por sir Alan Lascelles, secretario real de cuatro monarcas entre 1920 y 1953.
Durante el ataque de la Luftwaffe, el Palacio sufrió nueve impactos directos de bombas que provocaron la muerte de Steve Robertson, un policía que estaba de servicio allí y que murió a causa de los escombros voladores en 1941. En una carta posterior, la reina Isabel dijo que el ataque fue "horrible".
"Escuchamos el inconfundible zumbido de un avión alemán. Dijimos 'ah, un alemán', y antes de que se pudiera decir nada más, se escuchó el ruido de un avión que se zambullía a gran velocidad, y luego el grito de una bomba. Todo sucedió tan rápido, que solo tuvimos tiempo de mirarnos como tontos, cuando el grito pasó junto a nosotros y explotó con un estrépito tremendo en el patio".
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La reina dijo que ella y el rey Jorge VI tuvieron que agacharse en un pasillo, manteniéndose alejados de las ventanas por miedo a ser lastimados por los vidrios rotos, antes de dirigirse a un refugio antiaéreo. En la carta también relató que vio a las empleadas el palacio dando primeros auxilios a tres trabajadores heridos en el ataque.
El rey Jorge VI también documentó el bombardeo y describió cómo él y su familia habían visto caer las bombas: "De repente escuchamos un avión haciendo un ruido de zoom sobre nosotros, vimos 2 bombas cayendo más allá del lado opuesto del Palacio, y luego escuchamos 2 estruendos cuando las bombas cayeron en el cuadrángulo a unos 30 metros de distancia".
"Nos miramos el uno al otro, y luego salimos al pasaje tan rápido como pudimos llegar allí. Todo sucedió en cuestión de segundos... Se habían lanzado 6 bombas. Parecía que el avión venía directamente por el centro comercial debajo de las nubes, se zambulló a través de las nubes y arrojó 2 bombas en la explanada, 2 en el cuadrilátero, 1 en la capilla y la otra en el jardín".
La simpatía del duque de Windsor por el nazismo ha sido bien documentada y la familia real británica jamás se opuso a que se expusiera. En 1937, Eduardo y Wallis conocieron a Hitler y sus funcionarios durante una cuestionada gira por Alemania, cuando el exrey fue fotografiado haciendo el saludo nazi y más tarde también recorrió un campo de concentración, cuyas torres de vigilancia se dice que le explicaron que eran almacenes de carne.
Después de la visita, en la que se reunió con altos jerarcas nazis como Rudolf Hess o Joachim von Ribbentrop, el duque de Windsor dijo a la prensa que Hitler era el "líder correcto y lógico del pueblo alemán", mientras el líder alemán quedó encandilado con la duquesa: "Hubiera sido una buena reina".
El historiador Andrew Lownie, biógrafo de Eduardo VIII, desestimó las y recordó que no existe evidencia para respaldar las afirmaciones de que el duque de Windsor conspiró con los nazis para ayudarlos a identificar las habitaciones de la familia real en el palacio de Buckingham.
"El bombardeo del Palacio de Buckingham es una vieja tontería. No hay evidencia que respalde ninguna filtración interna, ya sea del duque de Windsor o de cualquier otra persona", dijo y acusó a Larman de hacer una afirmación sin evidencia. "El hecho es que el Palacio de Buckingham era un objetivo obvio y sentado y no sería difícil arrojar una bomba sobre él", argumentó.
