Un fantasma recorre los palacios del poder. Es el fantasma de Patricia Bullrich Presidenta. Su equipo más íntimo de trabajo, que se autodenomina “Los Patricios”, tiene órdenes precisas de dejar correr la idea en las redes sociales, donde ya circulan fotos con pintadas como una en Río Negro, que recorrió la web esta semana que decía: “Te queremos Presidenta Pato Bullrich”.
La ex Ministra de Seguridad y actual titular del Pro se entusiasmó recorriendo el interior presentando su libro: “Guerra sin cuartel”.
Con Mauricio Macri semi corrido de la escena, Bullrich aparece como la jefa del ala más dura de la oposición. A los sectores más racionales de Cambiemos ella los llama “Tibiemos”, por lo tibio.
Su gran fortaleza política pasó a ser la gran visibilidad lograda en los medios de comunicación, durante el último año y la capacidad de movilización rápida y numerosa evidenciada en los cacerolazos y banderazos convocados por internet bajo la fachada de la espontaneidad.
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Sus debilidades están dadas, al menos por ahora, por lo resquebrajada que se encuentra la oposición y en las encuestas. Desde el vamos tiene tres pesos pesados en la interna: Horacio Rodríguez Larreta, que ya está prácticamente lanzado, los radicales que esperan liderar algo alguna vez y también tiene ganas de anotarse Martín Lousteau.
En cuanto a las encuestas, le asignan más visibilidad a la falta de liderazgo en la oposición que a ningún candidato y aunque la imagen de Bullrich está apareciendo por encima de la de Mauricio Macri, todavía no alcanza a la de Rodríguez Larreta.
En los próximos día Bullrich va a estar viajando al Calafate, lugar en el mundo de Cristina, de quien quiere definirse como su más definida contracara y va a estar en el lanzamiento del peronismo republicano encabezado por Miguel Ángel Pichetto. Pichetto es rionegrino. Las primeras pintadas de “Bullrich presidenta” fueron rionegrinas. La fantasía de Bullrich – Pichetto tiene destellos de revancha pero falta mucho.
Por ahora Bullrich podría ser Presidenta de una Argentina en su peor versión. Un país decepcionado, asteado de la política y furioso por obra y gracia de tanto stress. Todo está por verse.