Buzos, ingenieros navales y técnicos del Servicio de Salvamento y Buceo de la Armada planean "reflotar" al destructor Santísima Trinidad, averiado desde el 20 de enero pasado en la Base Naval de Puerto Belgrano, en la ciudad bonaerense de Bahía Blanca.
Según el diario Ámbito Financiero, los buzos verificaron la posición del navío y que estuviera en equilibrio estable asentado en el fango. El procedimiento se inició a instancias del contraalmirante Julio Graf, a cargo del sumario que ordenó instruir el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, quien impartió ordenes estrictas en cuanto a quiénes debían ingresar a la zona donde ocurrió el siniestro.
A poco de conocerse el hundimiento de la embarcación, el ministro no descartó la posibilidad de que se haya tratado de un "sabotaje", sospecha fundada en que las compuertas y escotillas de los distintos compartimentos podrían no haber estado cerradas.
Según el diario económico, el casco del destructor permanece vaciado de sistemas y mecanismos; no hay máquinas de propulsión, ni auxiliares, ni mobiliario, tampoco cocinas ni camas, ni equipos electrónicos, muchos menos sistemas de armas; está ocupado por toneladas de agua de mar (se estiman más de 2.500) que ingresaron sin que se conozca la causa fehaciente.
Según Ámbito, los gastos de la operación son secretos, pero fuentes vinculadas sector marítimo creen que costaría de 5 a 10 millones de dólares.