Tal como ocurrió en las anteriores ediciones, nuevamente los poderes del Estado (Judicial, Legislativo y Ejecutivo) y los partidos políticos cierran el fondo de la tabla, con porcentajes de confianza por debajo del 27% de la población, y que llegan a sólo el 17,5% de los encuestados en el caso de la Justicia.
Números similares a éstos aparecen a lo largo y a lo ancho de toda América y en el resto del mundo, como lo refleja también el reconocido estudio del Trust Barometer Edelman 2017, que consulta anualmente a unas 33 mil personas en 28 países.
Ese estudio elaborado por la consultora norteamericana mide los niveles de confianza de la población en relación con cuatro instituciones: los medios, empresas, el gobierno y ONGs. Este año mostró una disminución global de 12% de confianza en las cuatro instituciones respecto del año anterior. En el caso de Argentina, el promedio general relevado cayó de un 51% en 2016 a un 45% de confianza en las instituciones en la actualidad. En cuanto a las cifras particulares de cada institución, quien sigue generando la menor confianza en el caso de nuestro país es el gobierno, con un 33% de credibilidad según el estudio Edelman, frente al 27% que mostró el estudio de M&F.
Confianza. Pero en el extremo superior, al tope de la tabla, las universidades, las escuelas y los docentes siguen encabezando los rankings de confianza en las instituciones, prácticamente en toda América Latina. Particularmente en el caso del citado estudio de M&F, las universidades encabezan este año el ranking de confianza, seguidas por las escuelas. Ambas instituciones, incluso, vienen mejorando sus mediciones en los últimos años. En 2015, el nivel de confianza en las universidades era del 79,7%, mientras que actualmente asciende al 84,5%, y en el caso de las escuelas es del 64,6%. Adicionalmente, los argentinos señalaron también a la Universidad de Buenos Aires como una de las tres “marcas” que más nos identifican, junto a YPF y a Aerolíneas Argentinas.
Cabe destacar que las universidades, las escuelas y los docentes encabezan los rankings de confianza en las instituciones en toda América Latina. Puede variar el orden de acuerdo con las opciones de la consulta, pero en todas las encuestas de confianza las instituciones educativas figuran inamoviblemente entre aquéllas en las que la gente más confía.
En la primera Encuesta Iberoamericana de Juventudes realizada en 2013 por la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ), las instituciones universitarias encabezaron el ranking de confianza, mientras que los menos confiables resultaron ser los gobiernos y los políticos. En otro estudio, esta vez realizado por la reconocida consultora mexicana Parametría en 2016 en todo México, los maestros son la tercera institución que mayor confianza genera en la población, luego de la Marina y la Iglesia católica, con el 63% de adhesión. Estos niveles de confianza de la población en su sistema educativo son similares también a los observados a nivel mundial: la consultora Globescan, en su Radar 2016, relevó que casi la mitad de los entrevistados (48%) sienten mayor confianza hacia las instituciones científicas y académicas.
A pocos meses del primer centenario de la Reforma Universitaria de Córdoba, y en medio de los múltiples debates que atraviesa la educación superior en Latinoamérica, existe una gran oportunidad para la universidad, sobre la base de la confianza que la sociedad deposita en ella, para poder enfrentar estos grandes desafíos.
Esa confianza es, sin dudas, un enorme capital del que gozan las universidades, que podrá verse honrado y correspondido a medida que estas instituciones asumen mayor responsabilidad social.
RSU. En los últimos años, la conciencia en cuanto a la importancia de la responsabilidad social de las universidades ha crecido. Por eso, resulta necesario actualizar y repensar la misión de la educación superior. Es indispensable entonces que las universidades superen la endogamia y dejen de pensar básicamente en las necesidades de los docentes y funcionarios para pasar a analizar más integralmente en las necesidades de la sociedad. Como decía el filósofo español José Ortega y Gasset, “en la construcción de la universidad hay que partir del estudiante, no del saber ni del profesor”.
Las universidades, en lugar de ser consideradas meros centros de enseñanza o de formación profesional, deben verse como los lugares donde el conocimiento, la innovación, el talento y la oportunidad se encuentran para el desarrollo del ser humano y la sociedad.
En estudios de Unesco y del Banco Interamericano de Desarrollo (2003) se considera que la responsabilidad social universitaria es “la clave para lograr un verdadero cambio en la enseñanza superior en América Latina, a fin de que los futuros líderes y profesionales de la región tengan siempre en mente la ética y el desarrollo participativo como brújula en su vida laboral”.
Finalmente, la razón de ser de la universidad es la legitimación del conocimiento y, en consecuencia, su función social es garantizar que el título profesional del egresado sea legítimo y que los resultados de la investigación sean legítimos.
Las universidades son los lugares de legitimación, en última instancia, de lo que es la ciencia y de lo que no es; son los lugares de producción de la universalidad en los que, evidentemente, nuestra sociedad confía fuertemente.
*Coord. Ejec. Centro de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social, Fac.de Ciencias Económicas (UBA).