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Atención de EE.UU. puesta en Venezuela genera alivio en Irán

El líder venezolano Hugo Chávez llevaba puesta su característica ropa de fajina sobre una camiseta roja cuando junto con el iraní Mahmoud Ahmadinejad sonrieron y cortaron la cinta para inaugurar su entidad crediticia conjunta.

Tambores de guerra en Venezuela
Tambores de guerra en Venezuela | cedoc

El líder venezolano Hugo Chávez llevaba puesta su característica ropa de fajina sobre una camiseta roja cuando junto con el iraní Mahmoud Ahmadinejad sonrieron y cortaron la cinta para inaugurar su entidad crediticia conjunta.

La presencia de ambos presidentes en la ceremonia realizada en 2009 en Teherán -el Banco Binacional Irán-Venezuela abrió sus puertas al año siguiente- era un signo de su afinidad y su mutua determinación. Con el aporte de US$200 millones y una junta de directores provenientes de ambos países, el banco tenía como objetivo financiar áreas que iban de la infraestructura a la energía a los efectos de acercar a las repúblicas islámica y bolivariana.

La década transcurrida dejó su huella negativa en tanto la muerte de Chávez y la crisis económica de Venezuela se vieron acompañadas por una decadencia del banco. Durante una visita esta semana a su sede central en un edificio de cinco pisos en el área comercial del centro de Teherán fue posible constatar una escasa evidencia de actividad. Sólo una persona hizo uso de los servicios al público y un cliente solitario retiró efectivo del cajero automático ubicado afuera. Dos empleados dijeron que las cuentas correspondían en su mayoría a empresas, y sugirieron que los depositantes comunes recibían un mejor servicio en un banco local.

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Un funcionario de relaciones institucionales remitió las preguntas sobre la situación de la entidad y el alcance de sus vínculos con Venezuela al nuevo máximo responsable de la entidad crediticia, que no estaba disponible en forma inmediata para hacer declaraciones. No obstante, un director ejecutivo anterior, Davoud Banaei, fue franco con respecto a las dificultades del banco en una entrevista con la Agencia estatal de Noticias de la República Islámica publicada a fines de 2016.

Con su capital original, “la intención era que a esta altura esa inversión llegara a US$1.000 millones, pero debido a los problemas financieros de Venezuela, dicho objetivo no se alcanzó”, dijo Banaei. Adujo como motivos los bajos volúmenes del intercambio comercial bilateral, problemas de transparencia, fluctuaciones cambiarias y la aversión de Venezuela a utilizar moneda fuerte. Por esa razón, el banco estaba buscando otros socios.

“Si bien Venezuela es accionista del banco, dadas las circunstancias actuales, preferimos no llevar adelante ningún trabajo con el país ya que existe la posibilidad de que nuestro dinero tenga la mitad de su valor al volver a nosotros”, según expresiones atribuidas a Banaei. Esa explicación fue reiterada por otro de los integrantes de la junta directiva del banco en una entrevista aparte publicada en octubre del año pasado.

El destino del banco conjunto arroja luz sobre el estado de las relaciones entre ambos países. Unidos por un legado revolucionario y el estatus compartido de grandes productores de petróleo, ambos están actualmente sujetos a sanciones impuestas por el gobierno de Trump. De todos modos, si bien algunos iraníes están indignados ante lo que consideran una descarada injerencia estadounidense que apunta a poner fin a la presidencia de Nicolás Maduro, algunos también se alegran de que el foco esté puesto, aunque más no sea brevemente, en Venezuela y no en Irán.

Mientras EE.UU. permanezca concentrado en Maduro, la probabilidad de apuntar a Irán -tal vez hasta militarmente- disminuye, aunque sea por ahora. Más aún, el bloqueo estadounidense efectivo de las exportaciones de petróleo venezolano a los Estados Unidos anunciado esta semana podría llegar a dar impulso al crudo iraní.

“Para las autoridades constituye una buena desviación de la presión que venían recibiendo”, dijo Sanam Vakil, investigadora asociada del Programa para Medio Oriente y el Norte de África de Chatham House en Londres. “Es una crisis muy útil para Irán en este momento en que la economía verdaderamente vacila”, dijo. “Eso no significa que no estén ansiosos o que no teman más presiones. Pero este respiro es sinónimo de oportunidad”.