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A lo Cristina, con Christine

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| Cedoc

Grieta, cero culpa, y plata para el consumo pero con financiamiento del Fondo Monetario Internacional.
Si después de la mayor crisis financiera desde el fin de la convertibilidad y los peores indicadores de actividad y poder adquisitivo desde 2002 alguno pensaba que la economía sacaba de la cancha al Presidente de cara a octubre, que se olvide. En la apertura de sesiones en el Congreso, Mauricio Macri mostró que está con diez y manda al arquero a cabecear: bien a lo Cristina Kirchner, y solo posible gracias al apoyo de Christine Lagarde.
Es impactante. La construcción que hace el jefe de Estado de qué pasó en estos tres años y medio también es idéntica al formato que elegían la ex presidenta y su gente para hablar de los pifies de su gestión, cuando, por ejemplo, le achacaban a “Shell” las corridas contra el peso.  Macri ahora dice que todo venía bárbaro pero que de golpe le pegaron “tres shocks” que no dependen de él: el cambio de clima financiero internacional, la mayor sequía en 40 años y la causa de los cuadernos (?). Ajá.
Sin desconocer el impacto del contexto externo o la meteorología, tal vez algo tuvieron que ver algunas decisiones del propio Cambiemos, como por ejemplo volar de una las retenciones (que después tuvo que reponer) y agrandar así las necesidades de pedir créditos; o la eliminación de toda restricción al flujo de capitales, desde la libre liquidación de divisas hasta el aval a que se compren dólares ilimitados para atesoramiento (eliminando el tope de hasta US$ 2 millones al mes); o la decisión de endeudarse a gran escala y de emitir deuda del Banco Central porque “no pasa nada, después se reabsorbe” hasta que saltó todo por el aire; o la indexación de las tarifas de servicios públicos al infinito o la horrible forma en que se manejaron las corridas de 2018.
Ahora, el acuerdo con el FMI habilita  15 mil millones de pesos para volcar a la calle ya mismo tanto como un paliativo urgente y necesario ante el mazazo de un aumento del 50% en los alimentos en un año, como en un intento de que el presente cercano a las urnas sea un poco mejor que el deterioro que dominó en el resto del mandato.
El experimento inédito de que un mandatario trate de reelegir después de un ajuste que los especialistas asocian a cambios de signo político en los gobiernos es posible sobre el terreno conocido del enfrentamiento de la Casa Rosada con Cristina Kirchner.
De hecho, en los últimos tres días la maquinaria de la grieta se volvió a aceitar. Los músculos empezaron a desperezarse. Ambos se reconocieron y olfatearon a la distancia como tantas otras veces, casi como si se buscaran para tranquilizarse.
La ex presidenta habló en el Senado tras pedir una cuestión de privilegio y denunciar persecución con el tono que su nuevo viejo entorno dice que cambió. Macri devolvió desde el recinto comparando todo el tiempo con un pasado de mafias, corrupción y autoritarismo.
La película ya la vimos varias veces.
Amagan con el diálogo o la concertación pero la división es más cómoda.
Ninguno asume la culpa de nada. Y si pueden se la echan al otro.