COLUMNISTAS

Brics 1: Rusia (Centro y periferia)

Provincianos. Igual de periféricos, rusos y españoles.
| Jorge Fantoni

Aunque tanta distancia geográfica separe Rusia de Argentina, compartimos similitudes con los rusos que no tenemos con ninguno de los otros pueblos  sudamericanos. Hace algunos años había una publicidad en Brasil que decía que Argentina era el Brasil del año próximo porque todas las calamidades que llegaban a ese país primero aparecían en el nuestro. Se podría hacer una asociación similar con Rusia: ellos  hicieron el default de su deuda y confiscaron los depósitos cuatro años antes que nosotros (1998 en Rusia, 2002 en Argentina). Y Putin instaló el mismo sistema autoritario de democracia delegativa que se reeligió continuamente tres años antes que Néstor Kirchner (Putin el 7 de mayo de 2000 y Kirchner el 25 de mayo de 2003).

En lo personal, esa anticipación rusa me permitió ver los aspectos negativos del kirchnerismo y del Frente para la Victoria desde sus comienzos y advertirlo desde los medios de Editorial Perfil antes, porque primero había visto los de Putin y de su partido Rusia Unida, cuando por entonces fui secretario de la Cámara de Comercio Ruso-Argentina, cargo al que renuncié tras el asesinato de la periodista Ana Polokiskaya. En esos años escuché amargamente a editores y periodistas rusos contarme cómo Putin hacía que empresarios amigos comprasen los medios que previamente ahogaba con persecuciones varias.

Ahora que está tan presente  en Argentina la palabra Bric, vale recordar la respuesta que al entonces ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Igor Ivanov, me dio sobre los Bric: dijo que China, Rusia y hasta India eran potencias mundiales, pero Brasil no lo sería porque al no tener bomba atómica ni grandes fuerzas armadas no podría proteger su comercio. Años después Putin designó a Ivanov ministro de Defensa.

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Los Bric tienen reminiscencias geopolíticas de la época de la Guerra Fría cuando había un Segundo Mundo, el bloque soviético, y un Tercer Mundo, expresado en el Movimiento de Países no Alineados, que tuvo como actor principal a la China de Mao.

El orginal Bric se transformó en Brics por el agregado de Sudáfrica, un país más pequeño que Argentina e insignificante frente a sus otros cuatro integrantes, porque el blode China y Rusia, sus verdaderos líderes, querían que además de India y Brasil hubiera un representante de Africa para darles a los Brics un carácter internacionalista.

Pingüinos siberianos. Hay pocos líderes tan parecidos entre sí como Néstor Kirchner y Putin; fue la frágil salud del argentino la causa de la diferente evolución entre sus carreras una vez alcanzado el poder. Cuando Putin elogió a Cristina en su reciente visita a Buenos Aires diciendo que ella tenía una visión autónoma (y remarcó: “algo inusual en estos tiempos”), estaba haciendo un elogio de sí mismo.

Pero basta con unir en el tren Transiberiano Irkutsk con Vladivostok (una distancia comparable entre Neuquén y Río Gallegos) para sentir las similitudes con la Patagonia: grandes territorios poco poblados con temperaturas que explican esa poca densidad humana. Y cómo esas condiciones físicas templan el carácter. Por eso el padre de la patria ruso y prócer más admirado, el zar Pedro I, mudó la capital de Moscú  a San Petersburgo para estar más cerca de Europa. Pero aun así la capital de esa Rusia más moderna estaba a 1.700 kilómetros del borde del centro europeo, el círculo imaginario entre Berlín y Londres que incluye París y Hamburgo más toda Suiza y Holanda, la parte más desarrollada del mundo en el Renacimiento. Y la misma distancia separa Madrid de Londres, el otro borde de ese centro figurado. Es que españoles (en gran medida también Italia, especialmente su parte sur) eran tan periféricos como los rusos, ambos provincianos y toscos en comparación con los europeos más refinados. El propio Pedro I se divorció de la esposa noble que le habían elegido y se casó con la mucama de un amigo, que comprendió mejor su espíritu aventurero.

La pasión rusa tiene puntos de contacto con la latina; incluso su idioma, plagado de sonidos consonantes, tiene vocales abiertas con una musicalidad con algún punto de encuentro con la italiana.

Aunque parcialmente diferente en el color de sus ojos y cabellos, la belleza de las mujeres rusas también es identificable con la de las argentinas, y la mejor prueba es la revista de moldes y costura argentina Look, que viene publicando desde 2003 la editorial rusa Konliga bajo licencia de Editorial Perfil. Porque, según ellos explican, “el cuerpo de las argentinas y la belleza de sus modelos es parecido al de las rusas”.

Además de su Siberia comparable con nuestra Patagonia, Rusia tiene su zona más desarrollada hacia el otro lado de Moscú, el sector más europeo. Hace pocos meses recorrí en auto San Petersburgo-Moscú, un viaje similar al de Buenos Aires-Córdoba. Pude comprobar que el desarrollo vial ruso es igual o peor que el nuestro porque, por lo menos, hasta Rosario tenemos autopista mientras que la más transitada ruta de Rusia, que une sus dos principales ciudades, sólo tiene dos tramos por partes y la mayoría es una mano y media. El Mundial de Fútbol de 2018 la obligará a mejoras de infraestructura porque sus aeropuertos, comparados hasta con los de Brasil, parecen del Tercer Mundo.

Sin duda, Rusia es una potencia militar y energética, pero su desarrollo y calidad de vida están lejos del Primer Mundo. Y esa es una característica que comparten los Brics: son potencias, pero sus poblaciones no alcanzaron a formar clases medias mayoritarias, y no bien se sale de las principales capitales, es el interior de cada uno de los integrantes de Brics el que demuestra su potencial de crecimiento por sus atrasos contrastantes con la riqueza del país.

 Lo que unifica a los Brics es que siendo países ricos, la parte de la población con buena capacidad de consumo no supera un tercio del total de sus habitantes (y en India, menos aún).

Pero un tercio de China es equivalente a toda Europa, y ése es el verdadero motor de los Brics.