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Asuntos internos

Un hombre llamado Pantera

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James Tabor. | Cedoc Perfil

Parece que Jesús no era hijo de Dios. Toda historia tiene su contracara, y hay una, rechazada por religiosos y no acreditada por los investigadores –y naturalmente rechazada y no acreditada por el Vaticano– que dice que Jesús sería el hijo de un concreto legionario romano, un tal Pantera.
El primer testimonio aparece en Celso, quien en su Discurso verdadero contra los cristianos suelta esta vieja historia: “Comenzaste por fabricar una filiación fabulosa, pretendiendo que debías tu nacimiento a una virgen. En realidad, eres originario de un lugarejo de Judea, hijo de una pobre campesina que vivía de su trabajo. Esta, culpada de adulterio con un soldado llamado Pantera, fue rechazada por su marido, carpintero de profesión. Expulsada así y errando de acá para allá ignominiosamente, ella dio a luz en secreto. Más tarde, impelida por la miseria a emigrar, se fue a Egipto y allí alquiló sus brazos por un salario”. Digamos que es una versión muy distinta a la del pesebre. A mi gusto más respetable y conmovedora.
La historia es reafirmada por la arqueología. El hallazgo en Bingen, Alemania, de una lápida romana dedicada a Tiberio Giulio Abdes Pantera, nacido en Sidón (hoy Líbano) y fallecido a los 62 años en el 40 d.C., luego de cuarenta años de honorable servicio como portaestandarte entre los arqueros romanos, parece una confirmación de que en aquella zona, por aquellos años, había un legionario de nombre Pantera.
Juntando los pedazos se consigue reconstruir una historia alternativa. En el 4 d.C. la ciudad de Séforis, a seis kilómetros de Nazareth, fue destruida por las tropas romanas guiadas por Publio Quintilio Varo. Es fácil imaginar que uno de sus hombres, durante la conquista de Séforis, haya dejado embarazada a una mujer de la zona, luego de lo cual volvió a ponerse en marcha hacia el centro de Europa, donde murió.
El nombre del soldado se vuelve conocido gracias a que Pantera, al menos en una ocasión, le hizo una propuesta de matrimonio a María con el fin de reparar el deshonor del embarazo. En cualquier caso eso hizo su nombre conocido por la gente de la aldea. Luego de su partida (no está claro si Jesús para entonces ya había nacido) el viejo José se habría ofrecido como esposo de la mujer con el fin de evitar eventuales deshonores.
En cualquier caso esta versión resulta mucho más verosímil que la historia oficial, que, recordemos, contempla vírgenes que quedan embarazadas, arcángeles, partos en pesebres y angelitos que vuelan anunciando el acontecimiento a los pastores. Ah, y una estrella que indica el camino. Si se le quita el velo mitológico, copia de leyendas más antiguas, la historia de Pantera ayuda a dar una explicación racional a un relato lleno de baches. O que más bien no es otra cosa que un inmenso bache.
James Tabor, de la Universidad de Carolina del Norte, dice que en los mismos Evangelios reconocidos por la Iglesia aparecen alusiones veladas a esta historia. Una de ellas se encuentra en Marcos 7:24, cuando Jesús va a Fenicia: “Se fue a Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse”. Su fama lo precede y le piden que cure a una niña poseída por el demonio. Pero la pregunta según Tabor es otra: ¿qué casa era esa? ¿Por qué no quería que nadie lo supiera? Y sobre todo: ¿qué hacía en Sidón? Tabor cree que era la casa de los parientes de su padre. Esto implicaría que Jesús conocía la identidad de su progenitor y que tal vez recibía misivas y dinero de ese personaje lejano llamado Pantera.