ESPECTACULOS
LA NOVELA DEL MOMENTO

¿Quién escribe el guión de Montecristo? ¿No será el Presidente?

Existen demasiadas coincidencias. El increíble caso de la trama de una novela taquillera que parece copiada del discurso oficial en materia de derechos humanos. Por fin la tevé se ocupa del asunto. Bien por ellos. Por unos y por otros, claro.

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¿No será Néstor Kirchner el verdadero guionista de Montecristo? Las similitudes entre el discurso del excelentísimo y el de la novela son admirablemente parecidas. Quizás, para que todo cierre, al personaje de Pablo Echarri le faltaría lanzar alguna diatriba contra la prensa. Que diga algo así: “!Mientras yo estaba encerrado en ese pozo, algunos periodistas miraban para otro lado!”.

Pero dejemos las hipótesis de lado, porque lo aquí nos ocupa es resolver si las similitudes entre lo que propone la versión argenta del libro de Alejandro Dumas son por pura casualidad o no. Y en rigor, ya sabemos que no es casual. Bien por Telefe, que supo amoldarse a los tiempos que corren. Porque, no está de más decirlo, que una novela se encargue de poner como eje a la cuestión de la identidad de los hijos de desaparecidos, es francamente plausible, sobre todo al pensar que eso conlleva a que muchos más chicos y chicas -ya todos hombres y mujeres- se acerquen a Abuelas de Plaza de Mayo para sacar sus dudas.

Hasta aquí, los años de la tortura y la desaparición habían sido contados por el cine o el teatro. Pero ahora le toca a la televisión. Y nada mejor que con un Presidente que se reivindica hijo de las Madres de Plaza de Mayo.

A saber: la justicia en Montecristo llega después de 10 años. Si señor, adivinó, el muchacho Santiago, hijo de un juez probo y honesto, que asesinaron mientras investigaba los crímenes de la dictadura, sufrió aquella trapisonda de Marruecos –le tendieron una celada para matarlo- en pleno menemismo. Alberto Lombardo (Oscar Ferreyro), médico que actuó en partos clandestinos durante la dictadura, gozó en todo este tiempo de la peor impunidad. Lisandro (Alberto Carnaghi), mano derecha de Alberto y represor en Campo de Mayo, seguro quedará preso por la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.

Pero pasaron diez años y las cosas ya no son como antes. “Están yendo presos todos los que pelearon contra la subversión, Albertito”, le dice Lisandro a su jefe/primo. Es que llegó Kirchner, cabría apuntar. “Es tiempo de justicia”, se esperanza Victoria (Viviana Saccone), la tenaz mujer que busca su hermana/no, que probablemente sea Laura (Paola Krum).

Pero hay otro guiños pingüinos de Montecristo. Muy al pasar, Alberto alguna vez comentó que nadie se muere en las vísperas. “Pará, che, que eso lo decía el mufa”, le recriminó Lisandro que, aunque represor gozoso de impunidad, también sabe que a un ex presidente no se lo nombra. Casi una parodia del episodio en el que Kirchner tocó madera mientras el riojano cumplía con su asunción en el Senado.

Neustadt dirá también que el personaje de Pablo Echarri llega en plan de venganza, bien a lo Kirchner. Pero eso que lo diga Bernardo, que es tan solícito para criticar todo lo que huela a derechos humanos. Además, una gran diferencia radica entre Santiago Díaz Herrera y Néstor Kirchner –sí, señora, Echarri tiene algo más de pinta- y es que el Alejandro Dumas de estas pampas estuvo diez años encerrado en un agujero, mientras que el Presidente estuvo esos mismos diez años gobernando Santa Cruz y abrazándose con el hombre al que hoy no se anima a nombrar.