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adios a las tablas

A los 42 años, Iñaki Urlezaga deja la danza: “Es totalmente meditado”

Estudió en La Plata, en el Colón y tuvo una notable carrera internacional con base en Londres y Holanda. Realiza una gira de despedida por el país.

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Planeado. “En los últimos años me he ido despidiendo de algunos roles que ya no bailo más”. | album personal I.U.

Después de casi tres décadas como bailarín profesional, Iñaki Urlezaga informó que deja la danza. Inició su carrera en el Teatro Argentino de La Plata, continuó en el Teatro Colón y formó parte del Royal Ballet de Londres y el Dutch National Ballet de Holanda. “Es una decisión muy importante que no se toma en dos días”, comentó el artista a PERFIL mientras realiza su última gira profesional por el país.

—¿Cómo llevás la decisión de decir adiós?

—Estoy bien, con mucha tranquilidad y alegría. Siendo sincero, hasta que no pasa del todo uno no se da mucha cuenta. Recién estoy arrancando, así que estoy tratando de ver cómo se vivencia todo este proceso.

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—¿Qué sentís al despedirte en Argentina?

—Mucha alegría porque son lugares familiares donde trabajé durante toda la vida. La verdad es que no tengo expectativa por estas funciones que estoy dando sino que es un disfrute de todo lo trabajado a lo largo de los años y que quiero compartir con el público. Quiero en esta gira poder plasmar mis sentimientos y emociones para poder decir gracias.

—¿Te preparaste con un psicólogo?

—No. Es una decisión muy importante que no se toma en dos días sino que la vengo trabajando desde hace mucho tiempo. En los últimos años me he ido despidiendo de algunos roles que ya no bailo más. Es como una procesión que uno va viviendo con un desenlace final. Es totalmente meditado, buscado y aceptado.

—¿Y hablaste con otros bailarines?

—Tampoco. Es una decisión muy personal y muchos te dicen: “Seguí, si estás bien”. Pero la realidad es que soy yo el que no quiere seguir en todo esto. Internamente, sé que este es mi tiempo. Exteriormente, se ve todo fantástico y es hermoso el resultado final pero tengo la necesidad interior. Por eso, cuando es algo relacionado con la necesidad de uno, es muy difícil que el otro lo entienda.

—Tres momentos de tu carrera que destaques.

—Tengo una carrera atípica porque bailé, dirigí y coreografié al mismo tiempo. Es bastante raro mi camino como bailarín. Sin dudas, mi tiempo en Europa ha sido un momento muy importante en mi vida. La conformación, que después terminó en la nada, del ballet nacional también fue otro hito muy grande (N de R: se refiere al cierre de la Compañía de Danza Clásica Danza por la Inclusión, que Pablo Avelluto cerró en 2018, cuando esa compañía pasó del área de Carolina Stanley a la del Ministerio de Cultura). Por último, el poder crear las obras que yo mismo pude bailar arriba del escenario fue un gran privilegio que tuve. Son cosas muy diferentes que quizá no son parecidas a otras carreras de bailarines pero que a mí me dio mucho placer hacerlas.

—¿Y algo que te haya quedado?

—Siempre al bailarín le quedan infinidad de cosas para develar o exorcizar. Tal vez las fui retrasando un poco porque, como también soy autor y coreógrafo, las puedo seguir plasmando. No es que termina todo acá o que ya no tengo más posibilidades por delante. Seguiré trabajando desde otro lugar.

—¿Cómo te ves tras del retiro profesional?

—La verdad, no quise pensar nada sobre eso. Quiero disfrutar este momento, y cuando culmine esta etapa naturalmente se abrirá otra. Honestamente, estoy contento de cómo lo estoy viviendo. No sé qué vendrá y seguramente la vida me sorprenderá.

—¿Te gustaría hacer algo que no pudiste por la danza?

—Me encantaría estudiar Psicología pero no siento que haya postergado nada por la danza. La verdad, no tengo cuentas pendientes en mi vida.

—¿Cómo fue trabajar con tu familia?

—Más íntimo y mucho más natural. Hay cosas que por ahí uno no tiene que hablar porque ya están mucho más establecidas. También es más intenso porque por momentos compartir la vida y el trabajo es difícil. Tiene sus lados buenos y otros donde hay que estar todo el tiempo limando ciertas cosas para que no se confundan.

—¿Cómo ves las nuevas camadas de bailarines argentinos?

—Con grandes dificultades de poder avanzar en momentos donde todo cuesta tanto. Mi generación optó mucho por irse, encontrar referentes afuera y expandir los conocimientos más allá de lo que habíamos logrado hasta ese momento de estudio en la escuela. A los de ahora los veo con las mismas necesidades de encontrar un destino mejor. Todavía Argentina no logra dar un apoyo más amplio hacia la danza.