Tras meses enteros en los que la crisis interna amenazó la unidad del Frente de Todos, sus principales socios lograron restablecer la gobernabilidad de su propio espacio. El nuevo acuerdo político entre Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa da muestra de que pretenden seguir juntos más allá de las diferencias, pero ahora cada uno atiende su juego. El Presidente inaugurará el lunes varias semanas de hiperactividad con agenda territorial, la vicepresidenta seguirá hablándoles a los propios al imponer en el debate público la tensión con la Justicia y su pelea por la “proscripción”, mientras que el ministro de Economía buscará acaparar la agenda de la gestión mostrándose como el hombre que viene a traer “ordenamiento económico”.
El jefe de Estado no está dispuesto a perder protagonismo. Entiende y explica que debió ceder poder ante sus socios a favor de la unidad, pero no se considera fuera de juego. Para las próximas semanas, Fernández eligió mantenerse activo con la agenda territorial que inauguró después de la derrota electoral del año pasado. Desde el lunes, el jefe de Estado tendrá todos los días una actividad fuera de la Casa Rosada y a lo largo de todo el país. Mostrará cercanía con la gente y será el portador de buenas noticias: inauguraciones de obras públicas, entregas de viviendas y reaperturas de empresas serán algunas de las fotos que dejará.
En cada uno de los actos resaltará la unidad del Frente de Todos. Está convencido de que es el dirigente del oficialismo que más hizo para seguir estando juntos, aun cuando eso haya significado ceder poder y resignar capital político. Pero no solamente mira a sus socios cuando revisa el porqué del desgaste de su figura. Acepta que la renuncia inesperada de Martín Guzmán le hizo un gran daño, pero también lo fue el tener que mover a Silvina Batakis y Daniel Scioli, así como la salida de uno de los dirigentes de máxima confianza, Gustavo Beliz.
El Presidente está convencido de que es el dirigente que más hizo por la unidad del FdT
Después de semanas enteras en las que el diálogo entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner fue casi diario para lograr el reordenamiento del gabinete, ahora esas conversaciones volvieron a ser intermitentes. Esto no es porque hayan surgido nuevas diferencias, sino porque cada uno volvió a enfocarse en sus propios intereses y la agenda judicial copó la mirada del kirchnerismo, que ahora va más allá de la denuncia de persecución judicial para comenzar a hablar de “proscripción”.
La vicepresidenta y su militancia dejaron atrás las críticas a la gestión económica y le dieron la bienvenida a Massa para inmediatamente volver a poner en la discusión pública el rol de la Justicia. Ahora no solo apuntan contra la Corte Suprema, sino ante el tribunal que avanza con la causa de Vialidad Nacional. Al hablar de “proscripción”, dejan en claro que la titular del Senado pretende volver a estar en una boleta el próximo año, aunque nadie en su entorno adelanta si será como candidata a legisladora o si, tal como muchos kirchneristas pretenden, incluso volverá a presentarse en la nómina presidencial.
En las conversaciones privadas, Cristina sigue de cerca los movimientos económicos y chatea con Massa. Aunque quien más habla con el ministro de Economía por estas horas es Máximo Kirchner. El diputado mantiene el silencio público, pero charla todos los días con el tigrense. En cambio, nunca retomó el diálogo con el Presidente.
Massa admite que el Frente de Todos ahora depende de él. “Si me va bien, por lo menos le doy al peronismo una chance de ganar el próximo año”, admite. Pero asegura que no piensa en ser candidato presidencial en 2023 y que no lo dice para no darle la razón a la oposición, que en el Congreso le pidió que desistiera de una postulación. Incluso va más allá y dice que aún tiene tiempo al recordar que en 2027 apenas tendrá 54 años. Está avisando que, aunque haga las cosas bien y ante una inevitable derrota del peronismo, él aún tiene otra oportunidad.
Massa avisa que, ante una inevitable derrota del peronismo, él tiene otra oportunidad
Ahora pretende llevarse la atención mostrando gestión y ordenamiento de la economía. Sabe que tiene el apoyo político de sus principales socios, pero también de gobernadores, intendentes y sindicalistas. “Bancar a Massa es bancar a la coalición”, dicen desde su entorno. Este viernes todo su equipo debió quedarse en el ministerio hasta la madrugada, se volvieron a reunir el sábado y Massa les pidió terminar de definir las próximas medidas este domingo. A principio de esta semana pretende hacer nuevos anuncios y finalmente dar el nombre de su vice, después de la fuerte polémica que generó la filtración (por parte de él mismo) del desembarco del economista Gabriel Rubinstein en su equipo.
Aunque cada uno atiende su juego, los tres socios mayoritarios del Frente de Todos coinciden en que lograron recuperar la agenda pública y ya no con la atención centrada en la discusión interna. Analizan que los movimientos en el gabinete dejaron sin reacción a una oposición que ya volvió a demostrar una fragilidad incluso mayor que la del oficialismo.