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Tradiciones y valores

Purim y el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

Este año el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia se conmemora en el mismo día que el calendario hebreo indica la celebración de Purim.

Fiesta de Purim
Fiesta de Purim | AP

Vivimos con dos calendarios, el hebreo y el gregoriano, y en el devenir de los años sucede que de tanto, en tanto, durante las mismas veinticuatro horas, estamos alcanzados por los recuerdos y los preceptos vinculados con situaciones, que nos resuenan diametralmente distintas, en sus orígenes. 

Este año el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia se conmemora en el mismo día que el calendario hebreo indica que debemos celebrar y festejar Purim.

El 24 de marzo es el día elegido por los argentinos para poner de manifiesto que ese día, en 1976, comenzaba la peor dictadura en la historia. Aquella que nos llevó al punto más bajo en cuanto al respeto de los derechos individuales y los Derechos Humanos era un concepto solo concebible en otros horizontes.

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La derrota de la Guerra de Malvinas en 1982 y la impericia del gobierno militar para manejar la crisis económica nos abrió la puerta a la recuperación democrática.

Allí nació la lucha de los organismos de Derechos Humanos para lograr juicio y castigo a los responsables y a grabar a fuego en nuestros corazones el “Nunca Más”. Para los argentinos judíos se funden los dos calendarios y nos interpelan respecto del valor que tiene el concepto de memoria como motorizador de cambio hacia adelante y nos exige una profunda reflexión respecto acerca de lo que no debe seguir sucediendo y  de aquello en lo que hay que continuar insistiendo.

En Purim deberíamos festejar con jolgorio y alegría, poniéndonos las caretas para disfrazarnos en una suerte de dramatización del relato de lo que en las Sagradas Escrituras se conoce como el Libro de Ester

Al mismo tiempo en el Día de la Memoria queremos despojar y despojarnos de todas las caretas para que volvamos a tener claro quién fue quién, quien es quien, quienes somos nosotros hoy.

Batia D. de Nemirovsky 20240322
Ariel Gelblung.

Purim es la fiesta de los contrastes, se nos obliga a “beber hasta no distinguir el bien del mal.” Celebramos un día que iba representar el exterminio de los judíos y se convirtió en un día de alegría y salvación. Recordamos como Hamán el malvado, el peor enemigo de los judíos fue colgado en el palo sobre el que Mordejai el líder del Pueblo iba a perecer; y por si fuera poco nos disfrazamos.

El vino es parte medular de nuestra tradición. La santificación del Shabat debe hacerse con vino tanto al iniciar el día (kidush) como en la  havdalá, el comienzo de la semana luego del descanso; la ceremonia nupcial se lleva a cabo con vino y es uno de los elementos más importantes del seder de Pesaj. 

No es de extrañarse entonces, que el vino sea un componente fundamental de la festividad de Purim, la celebración más misteriosa de nuestro calendario.

Haman y Mordejai nos enseña una poderosa lección. En un mundo donde el bien y el mal parecen difuminarse, donde la moralidad parece desvanecerse entre sombras, nuestra tradición nos dice que hay límites para el todo vale. 

El Rabino Abraham Cooper, Director de Acción Global del Centro Wiesenthal suele decir que el mundo de hoy parece vivir en Purim, a tal punto que no podemos distinguir donde está el bien y donde el mal.

Ariel Gelblung 20240322
Batia D. de Nemirovsky.

En medio de la oscuridad más profunda, nunca perdamos la esperanza ni dejemos de luchar por lo que es justo. En este tiempo de Purim, y en el mes de la Memoria recordemos que incluso en los momentos más oscuros, son nuestras acciones y elecciones las que pueden marcar la diferencia entre la opresión y la libertad, entre la injusticia y la justicia. 

Nuestra lucha por la dignidad, la santidad de la vida de cada ser humano y los derechos humanos, es indelegable, y nos exige voz y presencia permanente incluso cuando el mundo parece dado vuelta.

Ahí debemos destacar lo doloroso que es pedir que quienes dicen defender los Derechos Humanos no levanten la voz a la vista de todas las barbaridades llevadas a cabo por Hamas el 7 de Octubre.

¿Cómo se entiende que los grupos feministas no levanten la voz cuando los mismos violadores filmaron en vivo cuando transformaron el cuerpo de mujeres en campos de batalla?

¿Cómo explicar el silencio de los organismos de Derechos Humanos que lideraron la vuelta a la Democracia en Argentina frente la quema de bebés, decapitación de humanos, secuestros sin saber a más de 5 meses el paradero de 9 compatriotas, entre ellos dos niños, como tantos que la dictadura se apropió?

¿Cómo se defiende la existencia de la UNRWA, división de Naciones Unidas que debía educar, alimentar y sanar a los palestinos en Gaza cuando quedó expuesta su complicidad en enseñar a odiar generación tras generación al vecino judío, a ocultar en sus escuelas y hospitales arsenales y artillería y la participación de su personal en las acciones del 7 de octubre, independientemente de utilizar las donaciones de los países para
construir la red de túneles?

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Son tiempos difíciles, de creciente antisemitismo, antisionismo, negacionismo y discursos plagados de odio; pero es en estos momentos cuando debemos multiplicar nuestros esfuerzos para compartir la fuerza interior que surge en cada uno de nosotros cuando tomamos conciencia que a lo largo de nuestra historia e incluso en medio de los desafíos más cruentos siempre hubo espacios y resquicios para la esperanza, la gratitud y la alegría, celebrando la vida.

Aunque enfrentemos desafíos significativos, no debemos ni podemos permitir que el odio y la violencia nos impidan enarbolar con orgullo nuestra identidad. 
No dejemos que el miedo y la preocupación nos consuman; canalicemos nuestra energía hacia la solidaridad, la educación y la promoción permanente del entendimiento y la celebración de la diversidad.

Al mantenernos firmes en nuestras convicciones, tradiciones y valores, al apoyarnos mutuamente como comunidad y como integrantes activos de las sociedades en las que vivimos podemos encontrar fuerza y esperanza, incluso en los momentos más difíciles.

*Batia y Ariel son respectivamente Vicepresidente y Director de
Centro Simon Wiesenthal para América Latina

 

LT/FP