CICLO DE ENTREVISTAS
Perfil Educación

Claudia Piñeiro: "La inteligencia artificial no podría crear un cuento como 'El Aleph'"

La destacada autora y guionista participó del Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación de Perfil. El fenómeno “Barbie” y el impacto en el femenismo. La relación de los argentinos con la lectura. Y autores recomendados.

Claudia Piñeiro en el Ciclo de Entrevistas
Claudia Piñeiro en el Ciclo de Entrevistas | Captura de pantalla

Claudia Piñeiro participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil USAL, en la que se refirió a que la posibilidad de que la inteligencia artificial pueda crear contenidos. "Creo que puede copiarlo, pero la inteligencia artificial no podría crear un cuento como 'El Aleph'. Que ofrezca un cuento tan novedoso y tan particular como lo que escribió  Borges, es muy difícil. No creo que pueda inventar algo que no existe", expresó.

La autora de "El tiempo de las moscas" también se refirió al debate que generó en el feminismo la película “Barbie” de Greta Gerwig. "Fui a verla con amigas, me divertí y reí mucho, la tomé como lo que es: una película. Es un hecho artístico y no un tratado de feminismo", argumentó en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.

¿Cuál es su opinión del fenómeno "Barbie" y su impacto en el feminismo?

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Fui a ver la película con amigas, me divertí y reí mucho, la tomé como lo que es: una película. Es un hecho artístico y no un tratado de feminismo. Después de leer varios textos donde se la critica por cuestiones feministas o por la nueva inclusión de determinados tipos de muñeca que no están contemplados o que nunca fueron "Barbie", me parece que deberían ser orientadas a un ensayo sobre el feminismo o a una cuestión académica. Muchas veces se le pide a los hechos artísticos más de lo que tienen que dar. Fui y lo pasé extraordinario, porque me reí y también sentí que decía cosas que realmente me interesaban. ¿Faltaron otras? Probablemente. Si hacemos un tratado de feminismo esa es otra cosa. Así que me parece que también hay que relajarse un poco y poder disfrutar de, por ejemplo, la mirada de la directora. ¿Cómo no se le ocurrió esto o lo otro? ¡Mirá todo lo que sí se le ocurrió! Mirá la película que hizo, la belleza de la película, la cantidad de cosas que cuestiona. Sí, a lo mejor hay cosas que no cuestionó y que a vos se te ocurrió. Pero la cuestionan con un marco demasiado grande. ¿No entró toda la discusión que tenemos en la mesa? No. Es una película. Entonces, la verdad me alegro estar entre ese grupo de personas que fue a disfrutar de un hecho artístico, más allá de que haya consideraciones teóricas que a lo mejor puedan disparar a pensar fuera de eso, a mí me encantó.

Tim Boucher escribió 97 libros con la ayuda de inteligencia artificial. ¿La inteligencia artificial es una amenaza para los escritores y guionistas?

Supongo que va a haber programas de inteligencia artificial pagos que puedan llegar a serlo, porque se va a ir perfeccionando el sistema. Sin querer hice una prueba que me parece que no amenaza a nadie. Un día mi hermano me mandó un texto y me pidió que le diera su opinión. A mí no me gusta cuando me piden una opinión de un texto sin saber quién lo escribió. Porque puedo decir que no me gusta y resulta que es de un sobrino, por ejemplo. Entonces, me dijo que le había pedido a la inteligencia artificial que escribiera cuentos policiales como si lo hubiera escrito yo misma. Lo leí y lo primero que me agarró fue una depresión absoluta, porque dije, si la inteligencia artificial piensa que yo podría llegar a escribir así, es tremendo. El cuento estaba bastante mal escrito, no porque tuviera errores, pero por ejemplo, había palabras que jamás usaría. Tenía adjetivación en todos los sustantivos y tampoco escribo de esa manera. Entonces le dije a mi hermano que le pidiera a la inteligencia artificial un texto como si fuera escrito por Sergio Chejfec, que es un autor argentino que murió hace poco tiempo y escribe una literatura muy distinta a la mía. Claramente, cuando uno lee uno de sus libros, sabe que lo escribió él. El texto que le devolvió era muy similar al cuento que, supuestamente, había escrito yo. Entonces, en ese sentido, creo que falta editar muchas cosas, aunque algunas de las que hacemos los escritores y los guionistas puedan ser procesados por la inteligencia artificial. No podría hacer una serie como Los Sopranos o como "Succession". Ese grupo de series, que necesitan una mirada muy particular y que tienen detalles muy específicos, eso no creo que lo pueda hacer. Quizás un programa estándar, que si lo hacía un guionista, le va a quitar el trabajo a algunos.

¿En algún momento podrá haber un cuento escrito por la inteligencia artificial como “El Aleph”?

Creo que puede copiarlo, pero la inteligencia artificial no podría crear un cuento como 'El Aleph'. Que ofrezca un cuento tan novedoso y tan particular como lo que escribió Borges  es muy difícil. No creo que pueda inventar algo que no existe. Lo que puede hacer es combinar cosas que ya tiene almacenadas. Por eso digo que hay ciertas producciones culturales que tienen que ver con una película, una serie, un libro, que tienen una estructura estándar, y con esto no quiero ni minimizar ni nada, sino que quiero decir que no son tan destacados, pero que pueden entretener a mucha gente, servir para determinadas funciones, a lo mejor la inteligencia artificial puede hacer eso. En cambio, dudo que haga cosas que nos impacten por su belleza y por su calidad artística. Pero, me puedo equivocar.

Existe un estudio que se realizó en la Argentina que indica que el 46% de los niños no alcanza el nivel básico de comprensión lectora. ¿Qué opinión tiene sobre este problema?

—Justo estoy revisando unos artículos que van a salir próximamente en un libro que tienen que ver con el tema. No son ensayos, que son una cosa más importante, sino textos que estoy escribiendo, que salieron en distintos medios o que redacté para una conferencia o discursos. Y en algunos, que tienen que ver con la lectura, veo que repiten algo que siempre me decía Guillermo Saccomanno en el taller literario que es, ¿para quién escribimos? Hay una pregunta que es teórica: ¿quién es tu lector? Pero él no lo hacía desde ese punto de vista, sino desde uno más concreto, en un país donde la educación se va deteriorando y cada vez hay más chicos, como vos decís, un 46 %, dato que yo conocía, que no pueden leer de corrido. Entonces ¿Cómo podemos pretender que disfrute y sea lector? Hace unos 20 años di una conferencia donde planteaba eso justamente. Porque después de leer de corrido hay otras operaciones como es la anticipación, o entender una metáfora y no pueden hacerlo porque les falta esa instancia. Entonces hay como una hipocresía cuando decimos y sentenciamos que los chicos no leen. Si hay ese porcentaje que no puede leer aunque quiera, es porque no pueden leer de corrido y no pueden hacer esa operación cognitiva, me parece tremendo.

En línea con la pregunta anterior, ¿usted cree que hay menos lectores o hay más lectores en la Argentina en los últimos años?

Lo primero que tenemos que decir cuando se hace esa pregunta, es que yo no conozco estudios que indiquen cuántos lectores hay y cuántos hubo. Entonces, esa respuesta termina siendo como muchos temas de nuestro país, es decir, lo que le parece al que le preguntás, porque cuando te respondan una cifra vos decile: ¿de dónde sacaste ese dato? Porque la verdad yo quisiera saber. Esa persona termina diciéndote una impresión porque no hay estadísticas confiables de cuántas personas leían antes y cuántas leen ahora. Es decir, uno sabe cuánta gente va a la Feria del Libro, sabe cuántos libros se venden, pero no necesariamente la cantidad de lectores, ¿no? Entonces lo primero que habría que tener es una política pública interesada en saber cuántos lectores hay y cómo leen, para después poder hacer los fomentos necesarios. Ahora, independientemente de eso, yo no tengo la sensación de que la gente lea mucho más que antes, porque también son esas frases que a todo el mundo le gusta decir de que cada vez hay menos lectores”. De hecho, estamos todos leyendo todo el tiempo, no necesariamente literatura, pero si en pantallas, en el teléfono, o en la computadora, o sea, nunca antes los jóvenes leyeron tanto como ahora. Que eso después pueda pasar de forma directa a la literatura, seguramente que no. Pero también es cierto que tenemos más acceso a los textos. Antes para leer necesitabas tener el libro impreso. Ahora con un teléfono podés encontrar el cuento de quien quieras. Tengo dudas de que sea cierto que se lee cada vez menos. Alrededor mío, la gente lee, pero tampoco puedo sacar conclusiones de la gente que me rodea porque en general uno se va rodeando con gente que tiene afinidades.Tengo la suerte de que mis hijos leen y los amigos de mis hijos cada tanto me roban un libro de la biblioteca. Al principio me enojaba pero ahora ya no, siento que es como mi aporte a la lectura.

Usted es una escritora de presencia internacional y sus libros se leen en muchos países. ¿Hay algo que distinga al lector argentino de otros lectores?

—Me estoy poniendo vieja. Antes era más crítica de todo y ahora es como que trato de ser un poco más condescendiente, y lo que noto cuando viajo a distintos lugares del mundo es que hay una idea de que en Argentina leemos mucho y a veces pienso que no es tan así. Pero después me pasa que voy a buscar una librería en esas grandes ciudades importantes del exterior y no las encuentro. Y ahí pienso que puede ser cierto lo que me dicen afuera, porque acá hay muchas librerías. En la pandemia, por ejemplo, la venta de libros fue declarada servicio esencial y podían llevarte un libro a tu casa. Hay muchas cosas relacionadas alrededor de la lectura en la Argentina que cuando estoy afuera me lo dicen y yo pienso que es un mito, pero después reflexiono y veo que acá pasan cosas que afuera no pasan. Algo que vi en estos días en las redes sociales y me impactó mucho, es lo siguiente: yo sigo en Twitter a muchos escritores latinoamericanos y españoles y varios subieron fotografías de la Feria de Editores, que estuvo estos últimos días en la calle Corrientes, en un gran galpón donde van todas las editoriales independientes y además hay conferencias de autores. Hay fotos muy lindas sacadas desde arriba, donde lo que ves son como pasillos hechos con las mesas donde están todas las editoriales una al lado de la otra, y donde no cabe un alfiler. Es todo cabezas de personas. Vi vídeos de amigas que mostraban cómo hacer para escaparse por abajo porque no se podía transitar entre los pasillos. Y algunos escritores dicen “esta locura que ven acá es Buenos Aires y la Feria de Editores”. O sea, como que les impacta la cantidad de gente que está en un galpón durante tres días comprando libros. La venta de libros fue récord y la cantidad de personas también, creo que hubo veinte mil. Evidentemente somos un país al que le importa mucho la lectura porque si no, no pasarían estas cosas. En los últimos años he ido a ferias en muchos lugares del país y cada vez hay más. La semana pasada estuve en Bragado, en unos pocos días voy a ir a Santa Fe, después a Santo Tomé, luego a Rosario y San Martín. Vi que Florencia Canale fue a Remedios de Escalada. En muchas localidades hay ferias, no sólo en ciudades que son capitales o centros urbanos grandes. Y eso es porque hay gente que va y le interesa lo que tiene que ver con la lectura.

Claudia Piñeiro con estudiantes del Posgrado Perfil USAL
Claudia Piñeiro con estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil-USAL

Los guionistas y escritores continúan la huelga en Hollywood. ¿Existe la posibilidad de que ocurra algo similar en Argentina?

—Nosotros siempre nos quejamos de las condiciones de trabajo. Quizás ellos tienen una fuerza sindical o económica más importante para hacerlo juntos y de esa manera. Pero acá no paramos nada. Si dejamos de escribir van a ir contratar guionistas en otro lado, entonces no podemos realizar esa misma medida de fuerza, porque no tenemos impacto. Pero hay cosas por las que ellos pelean que están en todo el mundo. El hecho de que no se valore el trabajo del guionista como se valoran otros, dentro de la producción audiovisual, pasa en todos lados. Durante mucho tiempo, y creo que sigue pasando en Argentina, nos pedían hacer trabajos a resultados. Esto significa que viene un productor y te pide que hagas un guión y él trata de venderlo y te paga cuando lo venda. Tengo la suerte de haber trabajado para un streaming que tiene sus normas y formas de pago, y no harían eso. Pero me han ofrecido también trabajar de esa manera, y no lo acepté porque tengo otros trabajos, pero hay gente que lo acepta por razones de necesidad económica y es injusto y vergonzoso. Pero lamentablemente son las reglas del juego en un sistema en el cual los que mandan ponen esas normas. A mí no me pasó, yo fui muy bien remunerada por los guiones de El Reino, en tiempo y forma, pero sí tuve ofertas que me parecía que no era apropiado, casi te diría que no era legal. Me parece que no es legal que se trabaje gratis. Algunos productores te hacen el engaño de que vos sos algo así como socio de ellos y que sos parte del emprendimiento, pero después cuando vienen las ganancias, resulta que no participás.

—Hace unos años, también en el Ciclo de Entrevistas, recomendó "Cometierra", de Dolores Reyes, y "La uruguaya", de Pedro Mairal. ¿Qué es lo que ahora está leyendo y quisiera recomendar?

—Hay una autora marroquí que se llama Leïla Slimani. Es una autora criada en Francia que habla de sus orígenes marroquíes. Tiene una primera novela llamada "Canción Dulce", que me pareció extraordinaria. Y luego, una trilogía que hasta ahora tiene dos libros: en el primero, cuenta sobre su abuela francesa que se enamora de un soldado marroquí, se va a vivir a Marruecos con él y relata su vida allá. La segunda es sobre los padres de Leïla cuando van a vivir a Francia, también gente trasplantada a otro país. Y el tercero lo está escribiendo ahora, que es sobre ella misma. También tiene un libro que se llama “Sexo y Mentiras: la vida sexual en Marruecos”. Son entrevistas a varias mujeres sobre cómo es la vida sexual en un país que tiene tantos tabúes. Fue un gran descubrimiento. Hace rato que no me encontraba con un autor absolutamente nuevo para mí. Lo que podría recomendar de otro tipo de lectura es Cenizas en la boca; de la escritora mexicana Brenda Navarro. Viene al FILBA, todos sus libros están acá. El libro de Navarro es sobre una mujer mexicana que quedó viviendo sola porque su madre se fue a vivir a España y, cuando es un poco más grande, su madre se la lleva. Es una vida de inmigración y de abandono por circunstancia. En un orden de literatura absolutamente diferente, me gustó mucho el libro de Hernán Díaz, "Trust". Leïla y Brenda escriben cosas más relacionadas con lo personal y la familia, pero "Trust" me encantó porque a través de una novela te cuenta casi cómo se constituye el capitalismo. A algunos no les gusta porque no es un libro que transmite emociones, en el sentido tal cual de la palabra. Es absolutamente cerebral, donde la estructura narrativa calza de una forma increíble: él va pasando por distintas personas que cuentan la misma historia con puntos de vista muy diferentes. Me parece que es un mecanismo de relojería muy virtuoso.

—¿Le interesan las redes sociales o le preocupan?

Me interesan, no sé si me gustan pero participo mucho. Decir que no te interesan las redes sociales es como aislarse de una parte del mundo que también transcurre en ese espacio, pero no lo es todo. Irse también es eliminar esa parte. Estuve muchísimo en Twitter. Primero tuve Facebook, que cada vez lo uso menos pero lo mantengo. Me aburrió, la conversación que se da, es de otro tipo. En cambio, Twitter me divertía muchísimo, hasta que empezaron las agresiones. Era imposible de sostenerlas. No conozco varones que les pase esto, pero tengo muchas amigas mujeres que dejaron de ser activas en la discusión pública en redes. Excepto que sea algo realmente trascendente. A veces me da miedo conversar. Por ejemplo, fui a ver la película “Barbie”. Subí fotos en Instagram, TikTok y Facebook. En Threads, la nueva de (Mark) Zuckerberg, también. Pero en Twitter no. Porque sé que si la subo, me van a empezar a comentar si es feminista, si no lo es, cómo puedo decir que me gustó Barbie, cómo puede ser que me puse un pullover rosa para ver la película. Ya me imagino toda la serie de conversaciones. Y esto es un ejemplo suave. Las cosas que me han dicho, las amenazas que he recibido, la violencia que han ejercido en esta red social es descomunal. Hubo un estudio sobre las cuatro mujeres más agredidas en Twitter y una era yo. Tengo amigas que directamente se fueron de las redes sociales. Mujeres que renunciaron a sus trabajos por la forma en que fueron agredidas. Uno tiene que cuidarse. Pero tampoco me parece bien retirarse, porque eso es lo que busca el fascismo. Que uno deje de hablar o de opinar, aunque sea algo tan simple como ir al cine a ver Barbie. Ni quiero repetir las cosas que me han dicho porque son tremendas. Me han mandado videos pornográficos donde un hombre viola a una mujer, comentando “esto te va a pasar a vos si seguís diciendo tal cosa”. Lo denuncié a la red social, pero me respondieron que no incumple las reglas. También me han mandado fotos de un Falcon verde, diciendo “te vamos a pasar a buscar”. Uno lo lee como una amenaza. Ahora, escribís “Matate, amor”; el nombre del libro de Ariana Harwicz, y te bloquean la cuenta. Llega un momento en que uno se cansa. ¿Me interesan las redes sociales?, sí. ¿Me gustan?, tendría que pensarlo un poco más. Mariana Enríquez se pasó a Instagram y esa es una forma de cuidado. Me parece que por el momento es una red con dificultades de otro tipo, donde se ven cuerpos perfectos y gente feliz, pero como yo no miro esas cosas, para mí es un lugar de comunicación más amable. Twitter se convirtió en un lugar difícil, hostil. No me retiro justamente porque me sigue interesando la conversación de algunas personas. Pero todo lo que genera este tipo de agresiones las detecto más rápidamente y ya no me interesa tanto.

Para el libro "Las Maldiciones" entrevistó a dos personajes representativos de los partidos más tradicionales de Argentina, Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde. ¿Es posible hacerlo hoy con representantes de distintos espacios?

Es una pregunta interesante, supongo que es posible. Lo que sí, no sé si tendría ganas, eso también es un tema. Porque en ese momento a mí me parecía que eran dos personajes que podían estar en dos partidos diferentes, en antípodas de los que ellos piensan, pero no necesariamente diría que son extremos de una grieta, eran bastante más cercanos en algún punto. Quizás, si yo tuviera que entrevistar a Sergio Masa y a Horacio Rodríguez Larreta, para una eventual "Las Maldiciones II", tampoco serían tan extremos. Creo que ellos están más claramente definidos a un centro de algún tipo. Nunca tengo ganas de volver a escribir el libro que escribí, pero si así fuera, y tuviera que entrevistar a Masa y a Larreta, no me parecería algo imposible. A veces, cuando vemos esos libros como el que salió hace poco en Uruguay de conversaciones entre (Julio) Sanguinetti y Pepe Mujica, que entraban abrazados al ascensor, salían charlando de la oficina, uno supone que si son personas que quieren tirar hacia adelante para el bienestar del país deberían poder conversar, llevarse bien, avanzar con los proyectos, con los consensos. La política es consenso. Es acordar para poder aprobar leyes y sacar adelante el país. Entonces, quizás cambie la respuesta que me salió instintivamente y digo que sí, se podría hacer un libro con Masa y con Larreta, que sería mucho más fácil que con Cristina y Macri. No sé si los podríamos sentar a hablar de las mismas cosas en un mismo espacio, y que salga algo que nos pueda llevar a conclusiones interesantes. Me parece que sería difícil acercarlos hacia un lugar de consenso y de conversación. Con Larreta y Masa me parece que es más fácil.

¿Usted cree que sería bueno para Argentina que la política se dirima entre Sergio Massa y Horacio Rodríguez Larreta?

—No lo sé. Lo que es bueno es que tengamos una democracia, que sigamos votando y que vayamos a las elecciones. Que votemos todos y que al que le toque, pueda gobernar. Me parece que no tenemos muchas otras soluciones. Entre las posibilidades que tenemos, elegir lo que nos parezca mejor y después acompañar, porque si durante los próximos cuatro años el que gana va a ser todo el tiempo complicado en su hacer político por el que perdió, y perdimos otros cuatro años de nuevo. Sería una lástima realmente. Que gobierne el que gane las próximas elecciones y que lo dejen gobernar, es la mejor opción que tenemos. No sé si va a ser excelente, si va a ser bueno o muy bueno. Pero es la mejor opción que tenemos.

—Agradecemos su participación en el Ciclo de Entrevistas con los estudiantes de Periodismo de Perfil Educación y le damos la posibilidad de hacer un comentario final.

Espero que el periodismo se pueda ejercer con mayor libertad y mayor profesionalismo. Me pasó hace un tiempo, cuando ya me había alejado de Twitter, que me empezaron a llegar muchas menciones. Yo estaba caminando por la calle en Tenerife, en las Islas Canarias. No entendía qué podría haber pasado, porque no había escrito nada en esa red. Pero Infobae tomó un discurso que había dado en el Congreso de la Lengua y lo subió como una nota, que tenía una foto mía y la leyenda “escrito por Claudia Piñeiro”. Y el copete que lo acompañaba decía “el emotivo discurso de Claudia”. Cualquier persona sensata que leyera se hubiera dado cuenta que el copete no lo puse yo, sino el diario. En ese momento, mucha gente empezó a agredirme preguntándome quién me creía que era, cómo iba a elogiar mi propio discurso. Le pedí a Infobae que corrigiera y aclarara. Si uno entra en la página, la nota ya no está más así. Pero en la red aún sigue la captura de pantalla de ese copete con mi foto. La persona que subió el tweet dijo que era secretario de comunicación, y que todas las mañanas ponía a su equipo a buscar errores en línea que hayan cometido los periodistas, para marcarles el camino y que mejoren. Ustedes, como periodistas, se van a enfrentar a eso. Gente que todas las mañanas pone a su equipo de trabajadores a buscar sus errores para enseñarles el camino. ¡Lo siento! (Risas)

Por Diego Santa Cruz, Constanza Portnoy y Erika Kreymeyer
Estudiantes de Perfil Educación
Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil-USAL