El próximo 30 de septiembre los ingenieros de las empresas públicas Arsat e Invap volverán a mirar con tensión y expectativa el lanzamiento de un satélite de telecomunicaciones diseñado en el país. Se trata del Arsat-2, de mayor complejidad que el primero de la serie. “Podremos dar servicio a todo el continente. Arsat-1 fue destinado prácticamente para Argentina y éste, en cambio, para sacar contenido de nuestro país a Latinoamérica”, aseguró Matías Bianchi, presidente de Arsat, en una entrevista con PERFIL.
—¿Qué características tiene el Arsat-2?
—Es la misma plataforma que Arsat-1, de 16 metros de ancho con los paneles abiertos y tres toneladas, pero la carga útil –la parte del satélite que da servicios– tiene mayor complejidad. Cuenta con tres antenas en lugar de una, que hacen tres dibujos distintos sobre la Tierra en las bandas de frecuencia C y Ku. La banda C se usa mucho para contenidos porque es una frecuencia con más resistencia a las tormentas. La banda Ku se utiliza para contenidos, datos, televisión digital, internet y telefonía IP. El Arsat-2 podrá distribuir las señales audiovisuales a los cableoperadores de Latinoamérica. Hoy Argentina produce cerca del 70% de los contenidos audiovisuales de habla hispana en Latinoamérica. Estos contenidos se subirán al satélite para que desde distintos lugares los reciban y los inyecten a sus redes televisivas.
—¿Con este satélite se va a defender una posición orbital asignada a Argentina?
—La posición 81º longitud oeste, que es la que estaba más en riesgo y es con la que podemos dar servicio a todo el continente. Así estamos cumpliendo con el estatuto de Arsat. Luego se agregaron otros proyectos, como defender las posiciones orbitales con satélites hechos en Argentina, que fue la posición un poco disruptiva del ex presidente Néstor Kirchner.
—¿Cuál es el porcentaje de producción nacional?
—Tomando el diseño de los tres satélites, cerca del 50% es nacional. Es un muy buen número. Al comienzo del proyecto se analizó qué se hacía y qué se compraba en función de la complejidad y el costo. Hay que negociar también con los tiempos de implementación. Son decisiones de largo plazo. Creo que Estados Unidos es el único país que puede hacer todo. Todo el mundo compra partes .
—¿En qué etapa está?
—Le faltan las pruebas de radiofrecuencia a las antenas, pero ya pasó todas las pruebas de estrés. Después vendrá la puesta a punto un mes y medio antes del lanzamiento, que será en Kourou, Guayana Francesa, el 30 de septiembre. Puede haber retrasos por lanzamientos anteriores.
—¿Cuál será el desafío de este equipo?
—Antes teníamos que abrir una sola antena, ahora hay que abrir tres con elementos pirotécnicos que cortan un resorte. Esa es una diferencia y todo lo que estamos trabajando ya que Arsat-1 tenía un buen nivel de ocupación y Arsat-2, más capacidad para cubrir un territorio más amplio.
—¿Cree que el apoyo a la tecnología seguirá más allá del cambio de gobierno?
—La continuidad es algo que me parece que se define en las urnas. Toda la inversión en un ferrocarril como el que teníamos a valor actual es como 100 mil millones de dólares; sin embargo, alguien dijo: “Ramal que para, ramal que cierra”. No hay garantía de nada. Pero si lanzamos dos satélites bien, somos eficientes, vendemos, y damos un buen servicio, va a ser difícil que a alguien se le ocurra bajarlo. Tenemos un plan de negocios a cinco años y el satélite estará 15 años viviendo. No podemos pensar en un período de gobierno ni en personas. Un proyecto satelital es de cincuenta años.
Una larga vida útil
“Ya está vacío el satélite alquilado y están todos los clientes operando sobre el Arsat-1”, afirmó con alegría el presidente de Arsat, Matías Bianchi. El anterior satélite AMC-6 se había contratado hasta fines de julio ante cualquier imprevisto, pero durante mayo se logró hacer la migración completa.
El funcionamiento del satélite de telecomunicaciones argentino implica “más de 20 millones de dólares por año que se van a dejar de girar a empresas extranjeras”, indicó Bianchi.
Además, se estima que el Arsat-1 tendrá una vida útil de 18 años en lugar de los 15 previstos ya que gastó menos combustible del planificado gracias al buen funcionamiento del programa de computación diseñado en el país y a las maniobras del equipo de operaciones satelitales de la empresa.