En otra de sus tantísimas lecturas distorsionadas de la realidad, el Presidente explicaba hasta esta semana a su círculo de confianza que no se bajaba del intento de reelección por un doble motivo. Para no afectar el poder de su lapicera en la gestión, por un lado, y acordar en mejores condiciones las listas electorales del FdT, por el otro. En ambos casos, como en tantos otros, le erra feo.
En estos días quedó expuesta de manera exacerbada esa mirada negadora, con la eyección de su jefe de asesores, los rumores de salida de Sergio Massa y el aumento abrupto del dólar. Un combo que refleja, por si hiciera falta a esta altura, que la lapicera de Alberto Fernández se quedó sin tinta hace tiempo.
Sobran los ejemplos. Pero vayamos solo a la más reciente detonación de desgobierno. El lunes, tras saberse el índice récord de inflación de casi el 8% de marzo, Fernández almuerza con Antonio Aracre, su jefe de asesores, quien le presenta iniciativas económicas. Aracre, quien venía de ser CEO de una multinacional agroindustrial china, no se hablaba con Massa ni tampoco era querido en la Casa Rosada, donde se lo consideraba un librepensador.
Luego de ese almuerzo, surgieron versiones desde el Gobierno de que Massa podía dar un paso al costado y se dispararon el dólar y Aracre, acusado de agitador. Él dijo que no dijo nada. El Presidente lo culpó. Y Economía sospechó de los dos.
El miércoles fue otro día de furia en los mercados, que obligó a que el jueves, de manera imprevista, Alberto F recibiera por la mañana en Olivos a Massa para difundir una imagen de que está todo bien entre ellos, cuando es lo opuesto. El mismo efecto buscó el ministro a la tarde con Miguel Pesce, a cargo del Banco Central. Y también el Presidente en un acto junto a Axel Kicillof, con quien también estaba roto el diálogo.
Semejante sucesión de gags podrían condimentar una divertida comedia de enredos, si no fuera porque la Argentina tiene diezmadas las reservas, están casi paralizadas las importaciones para gran parte de la producción local y se acelera el alza de los precios. Abril amenaza batir el récord de marzo, lo que mengua hasta la exasperación el poder de compra de los salarios, formales e informales.
Ahora que parece que Alberto F se dedicará a armar listas para competirle en la PASO al kirchnerismo, que en alianza con el massismo lo fulminarán como a ningún jefe de Estado anterior, convendría que dedicara toda su energía menos a la interna oficialista y más a hacer lo posible para que la situación socioeconómica no se desmadre peor.
Eso se llama gobernabilidad, Presidente. Y sería deseable que por una vez asuma lo que es, no lo que cree que es.