Hace unos meses hubo protestas masivas en varios países de la región. Algunos se preguntaron si todas ellas respondían a las mismas causas. La respuesta sólo puede llegar después de comprender cada uno de esos procesos y cotejarlos. Esta nota se ocupa de Chile, que tuvo cambios económicos, seguidos de protestas y búsqueda de nuevos cambios.
Llegué a ese país en 1968 para un postgrado en sociología en la Flacso, apoyada por la Unesco. Su estabilidad política y social hacía que muchas agencias de Naciones Unidas establecieran sus sedes regionales en Santiago; la Cepal entre otras. Permanecí en ese país hasta los 90 como funcionario internacional, lo que hace que mi mirada sume a la sociológica la de un “observador participante”, propia de la antropología.
A fines de los 60 Chile era una sociedad precapitalista, con rasgos estamentales. Santiago, su ciudad capital, mostraba pocos signos modernos. Los bares eran casi desconocidos y los lugares para tomar algún refrigerio eran llamados “fuentes de soda”, donde si alguien pedía un café le traían un pocillo con agua caliente y el tarrito de Nescafé para que se los preparara. Había un solo bar abierto toda la noche y a las 22 ya no se encontraba un restaurant abierto; los medios de transporte eran antiguos y precarios: no existía el subte y la flota de micros era apta sólo para “los pobres” que la utilizaban. En toda la ciudad existía un solo edificio de altura (de apenas 10 o 12 pisos).
El concepto de los mejores se interpreta como el de los privilegiados con mejores oportunidades
Pero lo definitorio de la sociedad chilena de esa época era la existencia de relaciones estamentales entre los diversos grupos sociales. La interacción entre personas de clase media y alta con los sectores populares se limitaba a los servicios que estos últimos prestaban a las primeras, con un alto grado de servilismo. Los vendedores en los puestos de mercados se dirigían a los clientes de clase media llamándolos “patroncitos”. Tampoco se mezclaban en el transporte ya que la clase media y alta nunca subiría a uno público; ni en los establecimientos educacionales; privados para ellas y públicos para los sectores populares.
Esa sociedad estamental se vio sacudida por cambios económicos que la convirtieron en una capitalista, la que ofreció mejores empleos e ingresos, convirtiendo a los sectores populares en consumidores, alentados en esto por el propio sistema que necesitaba colocar sus productos. Varias fuentes confirman estos cambios: el PBI se multiplicó por tres entre 1970 y 2010 y las personas de clase media aumentan en la misma proporción; la esperanza de vida que en 1970 era de 62,8 pasa a 81,8 en 2015; y la pobreza que en 1990 era del 68,0 % desciende a 11,7 % en 2015. Desde 2010 Chile es miembro de la OCDE. Y en lo urbanístico se ven edificios de 80 a 100 pisos; con una red de subtes de más de 30 kilómetros y una flota de buses modernos.
Logros que desafían una interpretación de las protestas como fracaso del modelo económico, y aconsejan indagar sobre hipótesis alternativas. En esa línea, y sin descartar la insuficiencia de esos avances productivos y distributivos, los aportes de Weber sobre los estamentos sociales pueden resultar una buena alternativa a los de Marx sobre la lucha de clases, para entender las protestas. Perspectiva teórica que dará lugar a hipótesis que deberán ser puestas a prueba mediante un diseño de investigación que requerirá de datos primarios.
La hipótesis principal es que los cambios productivos y distributivos modificaron las relaciones económicas entre los grupos sociales, pero no las estamentales, que las clases dominantes siguieron practicando y sectores populares ya no aceptan. Incluso hay elementos para considerar que la clase política (incluido el socialismo y la democracia cristiana) no pudo superar una pertenencia estamental que permitió la vigencia de la Constitución de 1980 hasta el presente, con pequeñas modificaciones. El rechazo de los sectores populares a esa dominación estamental estaría por detrás de la contundente votación a favor de la reforma a dicha Constitución, buscando consagrar una mayor representatividad y una presencia más activa del Estado que institucionalice sus derechos, entre los que se destacan el acceso a una mejor salud y educación, gratuitas.
*Sociólogo. Club Político Argentino.