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giro electoral de la vice

CFK despidió a Massa

Cristina Kirchner y Sergio Massa 20230520
Alianza política sí, apoyo electoral no. La Vicepresidenta le quitó la bendición a Massa. | CEDOC

Inevitable pregunta: ¿cómo la viste? Respuesta frívola: más delgada, con señales comunes de bótox en un rostro ajado y cierta elegancia en el vestuario que antes había olvidado por los saquitos de cashmere que gasta en el Senado. 

De lejos, esta vez Cristina parecía una antorcha en un estudio de la tele que también había olvidado: la inmodificable melena rojiza (nunca cambia de coloración ni producto) un suit más verde que el dólar y una camisa violeta de cuello caprichoso. Desafiante combinación: volvía a la pantalla con los colores incendiarios de El Guasón, el enemigo de Batman, un arriesgado compuesto, intenso y diferente a las habituales presentadoras de TV, mas bien vestidas en La Salada o por invendibles canjes de las respectivas producciones. 

Se ufanaba por su debilidad en el despliegue escénico de los zapatos (aparte, antaño, de las carteras). Como la filipina Imelda Marcos, aunque menos tentada a la colección infinita. En este caso, optó por un par engamado en índigo con tacones del mismo tono y discreta dimensión, “media plataforma escondida” según la jerga del gremio. Como los que siempre uso Minnie, la novia del Ratón Mickey. Mucho cine. En el caso de la Vicepresidenta, hechos a medida –por el empeine alto y los tobillos tumescentes– y lejos de aquellos stilettos que tanto disgusto le daban al caminar, aunque le otorgaban un garbo distintivo que deliciosamente admiraban sus fanáticas del conurbano bonaerense enfundadas en ojotas. Igual que admiraban a Evita por la pieles y las joyas de Dodero que nunca se habrían de poner. 

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Pareció un tierno adiós al ministro, apenas elevado a la categoría de un esforzado voluntario

Entonces aquellos zapatos eran diseños de Christian Loubotin, al que antes adhería con fidelidad extrema: su calzado en esta ocasión carecía de suela roja, la distinción del Ricky Sarkani francés. 

Sí se advirtió un proceso devaluatorio en los adornos: en su muñeca estuvo el imprescindible Rolex, plateado esta vez. Quizás el de oro quede para la nieta. 

Si bien ella suele ocuparse más de su presentación personal que del discurso (bastante pobres e interesadas sus alegaciones sobre la justicia y la economía) la entrevista no fue un cómic cinematográfico. Mas bien pareció una tierna despedida con simbólico pañuelito blanco a Sergio Massa, apenas elevado a la categoría de esforzado voluntario por comerse una “papa caliente”. 

Los herederos. El patrimonio de la herencia, en cambio, se lo deriva a otros. Los beneficiarios provienen de una generación diezmada, según ella, en la que el ministro no encuadra. 

Ella se encierra en un último reservorio electoral denominado de “derechos humanos”, al que no puede imponerle un candidato con 70% de opinión negativa y altísima tasa de inflación. Rechazan a Massa. 

Más de uno cree que, en ese sentido, Cristina se ha nutrido en materia de encuestas –clave para sus decisiones– en un sondeo de Celag (Alfredo Serrano Mancilla) que no favorece precisamente al ministro de Economía.

De ahí la promoción a Wado de Pedro, perdedor en Mercedes, y a María Fernanda Raverta, de la Anses, perdedora en Mar del Plata, ambos hijos de desaparecidos durante el período militar. Él perdió a sus dos progenitores y ella a su madre.

Cristina desvaneció la fantasía, dejó huérfano al PJ y Massa aguarda ansioso ese óleo bautismal

Quien no se ampara en ese testimonio histórico es Axel Kicillof, quizás el mejor posicionado de todo el ejército cristinista. De ahí la ciega voluntad para conservarlo en el distrito bonaerense, en una de las nuevas verdades peronistas: primero la Provincia, después la Argentina. 

Habrá que esperar al jueves 25 de mayo para confirmar este acerto, el día en el que los cristinistas traten de demostrar que una muchedumbre vale más que la opinión de los votos.

Le cuesta a Massa aceptar este giro de Cristina, debía creer que habían prescripto todos sus anteriores agravios. Nunca olvida, menos perdona. Y sobre todo si no le conviene. 

Ahora ejercita el tigrense un instrumento: la posible renuncia. Si hasta presuntos rivales salieron a protegerlo. ¿Qué será del país si hoy renuncia Massa?, sostuvo ayer el gobernador radical Gerardo Morales. No es el único que lo piensa. 

A su vez, el afectado se pregunta: ¿Para qué voy a insistir en mi tarea, de lejos la más activa de todo el Gabinete, si no voy a ser postulante? ¿Acaso voy a trabajar para que el candidato sea De Pedro, Scioli o cualquier otro? Se supone que, al menos, está pensando en esa nueva situación. Cuando pensaba que lo iban a ungir, lo terminan defenestrando.

Desplazado pero feliz. Quien dispone de otras alegrías, en cambio, es Alberto Fernández. Parece que se confirma su doble victoria sobre Cristina, el triunfo del mequetrefe: la obligó a retirarse de cualquier aspiración y a tragarse las internas oficialistas que rechazaba. Por ahora, la noqueó, de acuerdo a la voz popular. 

De paso, el Presidente se desprende de la suerte de Massa y se lleva en su salto al vacío a los que menos quiere. “Si no como yo, no come nadie”, parece rezar. Y mira con sorna a la tribuna de sus denunciantes, las Vallejo, los Grabois, los Wado, los Cuervos y otras joyas, recordando que en un gobierno de traidores se paga siempre con los mismos denarios. Y a Cristina en particular, quien en la audiencia televisiva intentó demostrar que ella no pertenece al Gobierno que pertenece. Solo en el mundo del Instituto Patria se lo creen. Nadie ignora que todos, peleados o no, van a cobrar a la misma ventanilla de Alberto F.

Ahora ejercita Massa un instrumento: la renuncia. Si hasta sus presuntos rivales salieron a protegerlo

En el Hollywood de Cristina hubo otras ofertas: 

  1. Convocar a un generoso acuerdo político para suscribir una posición común sobre el FMI. Es decir, que otros firmen lo que le corresponde a ella y a su socio Presidente.
  2. También repartió el eslogan “gobernar con todos adentro” como si fuera de su pertenencia, justo cuando gran parte de los jóvenes quieren irse del país por su defectuosa gestión.
  3. Hizo hincapié en la importancia del piso a obtener para ingresar a la segunda vuelta electoral, con lo cual aparta a Massa. Cuando, en rigor, debería pensar en el techo a lograr en un ballotage para poder ganar. Ese vital objetivo se volvió inalcanzable para ella. De ahí es que, mordiéndose la lengua, tuvo que abandonar la candidatura. 

Lo más interesante de su aparición resultó el unánime comentario del elenco que la acompañó con unción en el programa. Todos coincidieron en que la habían visto “humana”, como si antes nunca lo hubiera sido. O, en todo caso, como si fuera El Guasón, un Joker, un comodín adaptado a las circunstancias. Bien vestida, eso sí.