COLUMNISTAS
EMPRESARIOS Y DEBATES FALOPA

Churchill en el supermercado

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Caso. Tenreyro y Cavallo (h) hablaron en EE.UU. de por qué (ahí) no hay inflación. | cedoc

Un cuadro sorprendió al ex secretario de Comercio Augusto Costa mientras hacía las compras en un Coto junto a su hija. Era una imagen de Winston Churchill que se lucía cerca de la máquina de los peluches en la que se entretienen los clientes mientras esperan para pagar. Acompañaba esta frase del líder británico: “Muchas personas miran al empresario como al lobo que hay que abatir, otros muchos lo miran como a una vaca que hay que exprimir, y muy pocos lo miran como al caballo que tira del carro”.

El funcionario que creó Precios Cuidados en el gobierno de Cristina Kirchner nunca siente como una pérdida de tiempo ir a hacer las compras porque usa ese momento para observar lo que considera estrategias de productores y supermercados para de algún modo aprovecharse lo más posible de la asimetría de información y poder con los consumidores. Masculló la presencia de la cita de Churchill entre góndolas de puré de tomate y aceite en una sucursal de la mayor cadena de origen nacional y la reescribió así: “Algunos empresarios miran al trabajador como al lobo que hay que abatir, otros lo miran como a una vaca que hay que exprimir y muy pocos lo miran como al caballo que tira del carro”.

Costa dejó esta reflexión en su reciente libro Todo precio es político  (Aguilar), que en estos días pasa como pan caliente por las manos de importantes empresarios de la Argentina, en especial del mundo del comercio, porque creen que ahí puede haber rasgos profundos de cómo vuelven algunos que vuelven al poder de la mano del Frente de Todos, tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos Aires. El también vicepresidente segundo del club Vélez Sarsfield tendrá muy probablemente un rol importante en el gabinete de Axel Kicillof si se confirma su triunfo como gobernador, aunque su influencia pueda extenderse si se implementan políticas de ingresos para evitar la espiralización de las variables. Su programa de hecho ha sido la herramienta estatal más útil para poner referencia a los precios, al punto de que Cambiemos quiso ignorarla y terminó abrazándola.

Los sensibles se inquietan con el texto porque define a los precios como “portadores de la desigualdad” en una sociedad, revela maniobras de empresas para jugar al fleje de la legislación comercial, y aunque aclara mil veces que considera “buen empresario” a aquel que busca maximizar sus ganancias, hace especial énfasis en mostrar la hipocresía detrás de la responsabilidad social empresaria o hasta de las campañas benéficas de los súper que piden el vuelto en la caja para pintar una escuelita. “Durante el tiempo transcurrido entre que comienza la recolección del dinero y la transferencia a la institución, la empresa utiliza estos fondos para realizar operaciones financieras que le generan una ganancia extra”, denuncia, y agrega que luego “puede deducir un porcentaje de este tipo de donaciones de sus impuestos a las ganancias”. No se olvida ni de que Coto quiso en su momento registrar Precios Cuidados, aunque era tarde.

La descripción de Costa de los supermercadistas está a años luz de la que hizo de sí mismo Federico Braun, dueño de la cadena La Anónima, en su participación en el Coloquio de IDEA.

Se definió como una firma exitosa a pesar de las crisis recurrentes y apuntó durante largos minutos a la evasión impositiva y la competencia desleal de los supermercados chinos. “A las dos cadenas más grandes del mundo les está yendo muy mal; pero han proliferado con todo cariño 15 mil mercados orientales que no pagan impuestos”, subrayó el hombre que además clamó por no arruinar el desarrollo del yacimiento no convencional de Vaca Muerta. “Si no logramos poner en valor Vaca Muerta, los argentinos tenemos que matarnos”, exageró. Su firma ya tiene desde hace dos años una sucursal en Añelo, lindero a la explotación, que crece al 70% interanual.

La distancia entre el posible nuevo gobierno peronista y el empresariado es una incógnita más de las que deberá resolver Alberto Fernández desde el 28 de octubre. Antes, difícil. En la campaña, el tono falopa de los debates de los candidatos lo hace imposible, así como nunca existen expresiones genuinas y novedosas tampoco en los atriles de los hombres de negocios en Mar del Plata, casi siempre nadando en lugares comunes sin riesgos. A ambos les vendría bien ver el debate del martes pasado entre los 12 precandidatos del Partido Demócrata en Estados Unidos. Los disparadores resultan inverosímiles vistos desde acá, donde se protege a políticos y ejecutivos. Hubo preguntas sobre si deberían ir presos los empresarios de las farmacéuticas que venden opioides, si deberían desguazarse los gigantes tecnológicos y hasta le pidieron con insistencia a Joe Biden, el ex vicepresidente de Obama que ahora va por la Casa Blanca, que diga cuándo va a mostrar sus declaraciones de impuestos. Los deditos pasaron bastante inadvertidos.

A una semana de las elecciones, el tic tac financiero vuelve a acelerarse. El 12 de agosto, cuando el Presidente se volvió loco en aquella conferencia de prensa acusatoria y el dólar se disparaba en medio de la droga de los mercados, el susto de una debacle alineó en la cornisa a oficialismo y oposición. Y días después, un par de chats de La Moncloa enviaron señales de cordura que con realismo cambiario nos trajeron hasta acá. Pero a medida que se arrima el partido de vuelta, se recalientan la campaña y las cotizaciones paralelas y recrudecen interrogantes para el tramo final de la transición. Aquel miedo que roció con un halo uruguayo a los dirigentes y multiplicó en Google la búsqueda de la palabra “consenso” pinta que otra vez quedó atrás. El discurso del fin de la grieta otra vez pierde rating. En los actos de Macri se canta “que vaya presa” o “Argentina sin Cristina”. Fernández dijo ayer que ya no le contesta los WhatsApp al Presidente, al que le dijo en el debate que no se entera de nada. La chance de que otra vez nos empapemos de boludez y nos sigamos licuando entre inflación y estancamiento asoma fuerte, para curiosidad de los estudiosos de lo raro del mundo.

Meme 1. Hoy se vota en Bolivia con avisos que llaman a no tener “la inestabilidad de la Argentina”. Meme 2. El 3 de octubre hubo una conferencia en el Instituto Brookings de Nueva York para indagar por qué ya no hay más inflación en ese país, dado que se recalienta la economía y el costo de vida no llega al 2% anual (https://brook.gs/33Ey9L4). Lo loco es que hablaron cinco expertos, dos argentinos: Silvana Tenreyro, hoy en el Banco de Inglaterra, y Alberto Cavallo, el hijo de Domingo, que monitorea millones de precios en la web.

 

Emoticón de mano que tapa la cara.