La semana pasada se anunció la compra por Penguin Random House de la editorial de literatura infantil Molino y Serres y de la editorial de lengua catalana La Magrana. Ya había empezado a preocuparme: hacía como dos meses que PRH no compraba ninguna editorial. A este ritmo, la bibliodiversidad (término feo si los hay) va a consistir en publicar en alguno de los sellos del megaholding. De hecho, según me cuentan mis topos en la multinacional, estaría muy avanzado un plan interno para liquidar los nombres actuales de los sellos (de goma) como Literatura Random House, Alfaguara, Lumen y unos cuarenta más, y reemplazarlos por colecciones con nombres como “Novelas de mujeres, ensayos de hombres progresistas, libros de presidentes, traducciones a las apuradas y autores robados a editoriales independientes”. Entre tanto, como todo lector auténtico, reparé en libros que por aquí no circulan, tres en total, a los que intenté acceder con suerte dispar. Con dos fracasé en el intento de conseguirlos: The Lessons for a Post-Pandemic Word, de Fareed Zakaria (Norton & Company, Nueva York, 2020) y Breve historia de nuestro neoliberalismo, de Rafael Lemus (Debate, México, 2021). El tercero es Lectura y pandemia. Conversaciones, de Roger Chartier (Katz Editores, 2021), que pude alcanzar en su edición impresa en España. El libro, de poco menos de ochenta páginas, consta de un preciso y serio reporte de Chartier sobre la situación de la lectura en estos tiempos pandémicos, centrado por supuesto en la situación francesa, haciendo foco en la lectura en formato libro y en la situación de las librerías, seguido de un diálogo con Alejandro Katz y Nicolás Kwiatkowski, más otro breve diálogo con Daniel Goldin. Chartier basa su exposición en datos tomados de instituciones como el Sindicato Nacional de la Edición de Francia y otras fuentes por el estilo para, de entrada, tomar distancia de “los discursos proliferantes sobre el tiempo de la pandemia que olvidan que para establecer diagnósticos es necesario apoyarse en estudios, investigaciones y encuestas”. Tengo un profundo desacuerdo con esa frase y con la pretendida neutralidad científica del investigador en ciencias sociales, pero no es este el espacio propicio para plantear esa discusión. Sobre todo porque en los diálogos –en especial el que mantiene con Katz y Kwiatkowski– las intervenciones de Chartier alcanzan un interés notable, en especial en torno a los modos de lectura en digital y en papel, o mejor dicho al modo en que se accede a los textos en formato digital y en formato papel. Mientras que las mejores veces al libro en papel se accede por azar, de librería de viejo en librería de viejo, de batea en batea, de saldo en saldo, de robo en robo (los ejemplos de esos modos del azar son míos, ruego no atribuírselos a Chartier), lo que Chartier denomina como “lógica del viaje”, es decir, un modo de la lectura cercano a la aventura; al formato digital en cambio se accede vía la “lógica del algoritmo”: “Lo propio del algoritmo es que te permite encontrar lo que esperabas, porque el algoritmo sabe lo que cada uno espera”. No sé por qué me viene ahora a la cabeza mi frase favorita en La muerte de Arturo, de Thomas Malory: “Señor, ¿conoces la floresta? ¿Qué aventuras encontraremos en ella? Si lo supiera, pues no sería una aventura”.