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Consciencia desventurada (II)

¿Cuánto precisa la sociedad argentina para que la melancolía de la desdicha se transforme en manía de acción?
¿Cuánto precisa la sociedad argentina para que la melancolía de la desdicha se transforme en manía de acción? | Cedoc

Sigue de ayer: https://bit.ly/Conscienciadesventurada-I-

La consciencia desventurada es la fuerza que alimenta el motor del cambio en la filosofía de Hegel. El cambio ocupa el espacio central en su Fenomenología del espíritu. No importa qué dé impulso al cambio, en cada época, siempre habrá cambio, transformación y desarrollo. Como el cambio, la dialéctica es permanente. La dialéctica es la suma de las desventuras de la consciencia nunca completa ni satisfecha. La negatividad es el vehículo del desenvolvimiento y del progreso que se construye de oposiciones y síntesis. Al descubrir su propia insuficiencia, la consciencia desventurada, con su dolor, propicia la autoconsciencia. Es la autoconsciencia de su incapacidad  un eslabón más elevado que la consciencia ingenua creyente de haber logrado el triunfo. Esa consciencia ignorante debe pasar por su crepúsculo para ascender. El descubrimiento de la contradicción y la lucha entre los opuestos desgarra y escinde primero, para luego volver a unir en un escalón superior. La triada dialéctica: tesis, antítesis y síntesis (negación de la negación) como eterno movimiento circular y espiral ascendente.

La dialéctica es el  sendero encantado que  recorren las épocas en su proceso ascendente de cambio y desarrollo

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El solipsismo se derrumba al encuentro con el otro. El del kirchnerismo con el triunfo de Macri en 2015. El del macrismo en las PASO de agosto de 2019. La consciencia desdoblada en dos idolatrías derrumbadas: la kirchnerista y la macrista (significantes actuales de categorías que en mucho los trascienden) primero fortifican la grieta. En nuestra consciencia desventurada, la negación de la negación (síntesis) sería la negación de la grieta.

Para algunos el mayor invento de Perón fue el antiperonismo, fuente energética que mantuvo extraordinariamente longevo al peronismo. Para otros el antiperonismo es anterior al peronismo. Es el proyecto de Argentina europea y rica que triunfó a fines del siglo XIX, mientras que lo que quedaba fuera de la civilización era la barbarie, por entonces periférica. El peronismo sería la antítesis de la Argentina. La tesis sería el Partido Autonomista Nacional, que con sus dos predecesores, Sarmiento y Mitre, gobernó de 1862 a 1916 hasta la aparición del radicalismo. Aquel primer radicalismo de Yrigoyen encarnaba la antítesis que Perón cooptó y desde entonces navega siendo parte por momentos simultáneamente de la tesis y de antítesis, como en otras siendo una de las dos (antítesis con Alfonsín, tesis con Macri).

En su intento por superar la desventura la realización de la autoconsciencia se termina reconociendo como unidad de ambas consciencias en lucha. Reconquista su verdad reencontrándose finalmente con sí mismo. La infelicidad es aspiración que primero se agita en vano para luego llegar a lo más alto. La consciencia feliz de la ignorancia del solipsismo es una especie de estoicismo al revés, frívolo. Su negación comienza con la desventura que, aunque resulte contraintuitivo, subió un peldaño de la escalera.

Cuba de la segunda mitad del siglo pasado, Venezuela de lo que va del siglo XXI, los cuatro siglos de estancamiento de China desde el Renacimiento o las siete décadas de decadencia española hasta la muerte de Franco son ejemplos de la velocidad muchas veces exasperante con que la consciencia desventurada opera transformándose en rebeldía y acción. China y España reaccionaron, Cuba y Venezuela, aún no. ¿Cuánto precisa la sociedad argentina para que la melancolía de la desdicha se transforme en manía de acción?

Macri situó el punto de inflexión de la decadencia argentina en el surgimiento del peronismo en 1945, pero las evidencias económicas colocan esa bisagra en el preludio del último golpe militar de 1976, durante el descalabro del gobierno peronista de Isabel Perón en 1975. En cualquiera de los casos llevamos 75 o 45 años de decadencia, un tiempo suficiente para reaccionar. 

¿Qué hace falta? Hace falta el optimismo de la voluntad convencida de que ya no tiene nada que perder en la acción y que su derrota es segura en la inacción. Ejemplo: que en 2021 todos pasemos a trabajar 6 días por semana para recuperar la producción –material y simbólica– perdida durante el año de la pandemia. 

En la educación sería un paliativo enorme a la desinversión educativa que obligó el coronavirus y que por un año, como era hace décadas, haya clases también los sábados. En salud pública también sería otro gran remedio frente a la enorme cantidad de posposición de estudios, tratamientos e intervenciones de todas las enfermedades para que el sistema de salud pudiera focalizarse contra la pandemia, otra forma de desinversión en salud pública. 

No todas las actividades encontrarán demanda si se aumenta la oferta pero no solo educación y salud absorberían ese plus de productividad. Obra pública es otro ejemplo ya probado en las reconstrucciones de posguerra en Europa. Se podría hacer con la misma inversión para el Estado un 20% más de obra pública si los empleados aceptaran trabajar el sábado, o el 10% más de caminos, cloacas y puentes si del costo total de las obras solo la mitad fueran salarios. Educación, salud y obra pública son áreas donde el Estado es mayoritariamente empleador y donde hubiera participación privada el Estado podría subsidiar el proporcional no salarial que la inversión demande.

Hay que juntar a Pérsico con Costantini y Grabois con Pelegrina para que solucionen el mismo problema

Otro ejemplo es una propuesta plasmada en un bellísimo y extenso ensayo del mayor historiador económico de la Argentina, Pablo Gerchunoff, que publicará la próxima edición revista Noticias sobre las causas de larga data que nos depositaron en lo que él denomina “el pantano”. Gerchunoff titula su texto “Tratado de paz” entre las distintas islas sociales que componen el “archipiélago” argentino y propone un gran acuerdo nacional por el cual, ya que no hay flujo (ingresos) para repartir, se reparta stock en propiedad de empresas. En otra esfera del pensamiento ideológico el líder del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, propone algo similar con la tierra: otorgar con créditos subsidiados propiedad de miniparcelas de tierras fiscales que fueran pagos con el trabajo de la construcción de la obra pública necesaria para urbanizar campo en la periferia bonaerense y/o con mudanzas al interior, como propone Grabois.

Solo a modo de los tantos ejemplos posibles, si se pudiera juntar en un mismo equipo a Pérsico con Costantini, countries y tomas o a Grabois con Pelegrina, Cetep con la Rural, para solucionar un mismo problema de espacio, Argentina puede ser otra.  
En palabras de Hegel: “La consciencia aparece entonces como el mirar de una consciencia a otra, siendo ella misma las dos, y siendo la unidad de ambas su propia esencia, pero objetiva y consistentemente no es todavía esta misma esencia, es decir, no es todavía la unidad de ambas”.