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Dónde estamos

Basta con salir al jardín, patio, azotea, balcón o lo que venga y mirar para arriba. Es grande, ¿no? Pues parece que es más grande de lo que vemos y de lo que imaginamos. Me gusta leer libros de astronomía. Entiendo la mitad, no, seamos justas, la tercera parte, pero lo que entiendo me da vuelta la cabeza. De veras y sin exagerar. Nada de lo que supuse es cierto, nada es concreto ni medible ni decible. Es cierto y valedero sólo ese inmenso espacio negro en el cual suceden cosas inimaginables.Claro, ahora tenemos la máquina de Dios que, parece, nos va a explicar todo. Espero que no.

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Basta con salir al jardín, patio, azotea, balcón o lo que venga y mirar para arriba. Es grande, ¿no? Pues parece que es más grande de lo que vemos y de lo que imaginamos. Me gusta leer libros de astronomía. Entiendo la mitad, no, seamos justas, la tercera parte, pero lo que entiendo me da vuelta la cabeza. De veras y sin exagerar. Nada de lo que supuse es cierto, nada es concreto ni medible ni decible. Es cierto y valedero sólo ese inmenso espacio negro en el cual suceden cosas inimaginables.Claro, ahora tenemos la máquina de Dios que, parece, nos va a explicar todo. Espero que no. Cuando todo sea explicable y sepamos hasta la última gota de lo que hay que saber, chau, se terminó: ¿para qué escribir novelas, tratados de filosofía, teoremas, componer sinfonías, esculpir estatuas, recitar las tablas de multiplicar? Para qué si ya vamos a saber todo, si ya no va a haber misterio ni ignorancia ni metáforas ni dobles sentidos ni chistes ni discursos ni nada.
Supongo que Dios no debe estar muy preocupado. Habrá echado una mirada hacia acá abajo y habrá pensado: “Nunca me imaginé que iban a ser tan idiotas”. Y tendrá razón. Como siempre.
Pero todavía no estamos en ese punto, así que todavía puedo hacerme algunas preguntas. ¿Y si efectivamente nuestro mundo cae en un agujero negro? Parece que no porque la cosa ya empezó a funcionar y no pasó nada de nada. Pero… ¿y si sí? ¿Si dentro de unas horas o unos meses, ¡zás!, nos caemos a alguna parte sin nombre? Bueno, me dirá usted, en ese caso para qué preocuparse si ni cuenta nos vamos a dar.
Era ahí a dónde quería llegar. ¿Y si no nos damos cuenta? ¿Y si seguimos viviendo como si nada aunque las cosas hayan cambiado fundamentalmente? ¿Y si nos creemos que el mundo siempre ha sido así? Una pluma flotando en el fondo de un lago negro y espeso como el petróleo pero que no le interesa (el lago, digo) a ningún Chávez y a ningún Bush. En donde respiremos metano y no oxígeno, en donde nos alimentemos por nuestros tentáculos y no por nuestras bocas. En donde nos deslicemos en lugar de caminar. En donde nos odiemos en lugar de tratar de amarnos. Contésteme usted esta pregunta: ¿dónde estamos en este momento?