La ruta se ha roto,
como los versos de los poetas,
tirado en la cama,
escucho el silencio y al dormir,
la guerra ha destruido todos mis cuarteles,
solo y desprevenido mi amor, soy de los rehenes
Manuel Moretti
Ese día llegó. Cristina Kirchner y Alberto Fernández han roto lanzas. La aprobación de la ley para el entendimiento con el FMI no pasó la prueba ácida. Por si quedaba alguna duda los votos negativos frente a la ley para acordar con el FMI de Oscar Parrilli, Juliana Di Tullio, Anabel Sagasti Fernández, y Mariano Recalde, confirman el divorcio de la boleta que ganó las elecciones. Se puede pensar dos alternativas: que esto ocurrió en el peor momento o que los peores momentos están por comenzar.
El pasado golpea la puerta. Hay que volver a aquel 15 mayo de 2019. En un día algo nublado en la ciudad de Buenos Aires, Cristina lo llama a Alberto a la mañana para conversar. El actual presidente tenía algunos compromisos, pero finalmente pasa por la tarde por la casa de la expresidenta en Recoleta y conversan durante tres horas. Nunca se conocieron detalles de esa conversación que puede considerarse como un plexo entre lo público y lo privado. ¿Qué compromisos acordaron aquel día? El 18 Cristina hace pública la novedad. El cielo político se cerraba para Mauricio Macri en esos tiempos. Apenas un año antes había anunciado que iniciaba conversaciones con el FMI. Había que enamorarse de Christine Lagarde directora en esos días. El dólar (único) costaba alrededor de $ 24. Los fondos amigos que habían fondeado su gobierno ahora abandonaban el barco con velocidad, y el Fondo lanzaba su salvavidas de plomo para abordar esos requerimientos. Hoy se discute si ese movimiento de capitales en fuga es punible. Pareciera que no.
La decisión de Cristina, nominando a Alberto Fernández a candidato a presidente y autoinvitándose como segunda en la boleta se convertía en una movida ajedrecística genial e incomprensible por fuera de la singularidad argentina. El análisis breve era que la expresidenta encabezando la fórmula no le ganaba en balotaje a Mauricio Macri. Alberto se transformaba tanto en el garante de que “volverían mejores” como un puente para involucrar a otros actores y sectores que había roto con el kirchnerismo. El principal Sergio Massa, pero también la CGT, y sector importante de los movimientos sociales, entre otros. Todo era alegría, el peronismo + el kirchnerismo ahora se llamaría el Frente de Todos y Alberto prometía llenar la heladera de los argentinos, y prender la tecla apropiada para poner en marcha la producción.
Los sectores más agresivos de la oposición vieron en Alberto el nacimiento de un títere, algunos con mayor sofisticación recordaban la situación de Héctor Cámpora quien elegido por Juan Perón en 1973 duraría 49 largos días. Cámpora tomaría una decisión histórica el propio día de su asunción, el 25 de mayo de 1973: liberar las cárceles de presos políticos con un indulto, después refrendado por el Congreso con una Ley de Amnistía. Esa medida (quizás imposible de no hacer según las crónicas de la época) sellaba el final de Cámpora, que hasta terminó expulsado del justicialismo. Nada parecido pasó con Alberto Fernández, cuyo gobierno fue en una lenta pendiente ralentizándose por las internas, esperando el aval de Cristina, que pudo superar la pandemia con algunos escándalos como la foto a raíz del cumpleaños de su pareja en plena cuarentena y que fue pateando los problemas para adelante como si se fueran a solucionar solos.
Hombre al agua. A pesar que Alberto prometió que nunca se iba a pelar con Cristina, nunca se pudo asegurar lo contrario. Señales de los enojos de la Vicepresidenta fueron muchos, primero fueron las cartas con reclamos, y pedidos de cambios de ministros, luego los problemas entre Martín Guzmán y Federico Basualdo, a quien el ministro no pudo remover por pertenecer al espacio de la Vicepresidenta, luego las renuncias nunca concretadas pos-Paso. A partir de aquí solo surgen incógnitas sobre qué pasará de aquí en más. Los dos escenarios son a) la retirada del gobierno b) sostenerse en la estructura gubernamental. Ambos escenarios traerán niveles de conflictividad diferente.
Si se cumple la a), tras las renuncias masivas se apuntará rápidamente a otro armado recomponiendo a Unidad Ciudadana partiendo los bloques en diputados y senadores e incorporando a todos sectores disidentes como Soberanxs, Patria Grande, y algunos movimientos sociales radicalizados. Este escenario le traerá complicaciones para la aprobación de los proyectos de ley, especialmente los acordados con el Fondo Monetario. Dentro de este esquema el gobierno dependerá de Juntos por el Cambio para aprobar los proyectos, lo cual por supuesto está lejos de estar garantizado como se vio en diciembre pasado con el rechazo a la Ley del Presupuesto.
En síntesis, Fernández deberá gobernar a punta de decreto. Además, por supuesto habrá que cubrir todos los puestos vacantes que se abandonen, no es que falte gente, pero cada espacio que se cubra será mirado con lupa y se abre dos sub-incógnitas ¿los gobernadores peronistas se sumarán abiertamente al gobierno? Y luego ¿se podrán sumar otros espacios que hoy están en la semioposición como el cordobesimo o tal vez algunos sectores periféricos de Juntos por el Cambio? La experiencia de Juan Manzur probablemente lleve a que la mayoría de los gobernadores prefieran mirar desde la platea y en todo caso sugieran algunos cuadros sin involucramiento personal. De hecho, muchos gobernadores están estudiando adelantar las elecciones provinciales todo lo que pueda, para evitar quedar enredados en la batalla final. Este escenario se puede llamar “el conteo de costillas”, donde avanza la pregunta ¿qué porcentaje del electorado se mantiene fiel a Cristina?
Todos juntos. La alternativa b), es decir que el cristinismo se mantenga en las posiciones estratégicas de la gestión, puede parecer más liviana, pero sin un claro acuerdo puede terminar en una pesadilla inimaginable. Qué desde la cabeza del Poder Ejecutivo se pida la renuncia de determinados funcionarios y se intente seducir a otros y exista una respuesta negativa, abre un portal que sería mejor no transitar. También que nada de esto suceda y termine en un gobierno que contenga al oficialismo y la oposición.
*Sociólogo (@cfdeangelis).