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El mileimacrismo

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Mileimacrismo. Que sean Milei, Villarruel y Macri los mayores exponentes de la nueva corriente anticipa que no busca solo un giro económico. Incluye un reclamo por cambiar el sentido común de época. | SERGIO PIEMONTE

Javier Milei no importa. O no importa tanto. Importa como importan los líderes que son elegidos en determinado tiempo y lugar por un sector de la población para que refleje sus intereses e intente hacer realidad sus sueños.

Pero lo que importa en realidad es la sociedad a la que ese líder representa. Porque el hecho de que un 55% haya elegido a una representación política excéntrica como Milei obliga a una primera aproximación sobre cómo se compone esta novedosa alianza socioeconómica y política. 

Empezando por el núcleo duro de La Libertad Avanza, que fue un tercio del electorado, tanto en las PASO como en la primera vuelta.

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Núcleo duro. Una parte de ese núcleo inflexible lo constituyó el sector más informado que supo que Milei tiene un profundo costado esotérico como ningún otro candidato presidencial que se haya conocido. Una deriva que lo lleva a creer que fue el elegido de Dios para llegar este año a la presidencia y que está convencido de que su querido perro Conan, fallecido en 2017, se reencarnó en otro mastín inglés y que junto a sus otros cuatro clones son capaces de analizar la realidad y aconsejarlo.

Ese sector más informado tiene una mirada muy crítica del establishment mediático, como lo tiene del círculo rojo en general. Los responsabilizan de los males de la Argentina. Son la casta que nos trajo hasta acá: la sociedad puede resistir cualquier tipo de penurias, pero no la falta de un chivo expiatorio de cada época al que cargarle todas las culpas.

Una mayoría parece considerar que es preferible un loco por conocer que a los locos conocidos

En cualquier caso, esos sectores más informados que resistieron (por incredulidad o por no considerarlas trascendentes) las advertencias sobre la inestabilidad del líder elegido están convencidos de que ese hombre en el gobierno implica un riesgo menor que optar por un político con un perfil más tradicional como el de Sergio Massa. 

El rechazo hacia el establishment político y mediático que reina en esos sectores más informados que ayer votaron al libertario no es muy distinto al que está internalizado en aquellos que también lo votaron y no tienen demasiado tiempo de consumir noticias ni de escuchar a los políticos. 

A estos, hace años que no les llegan las ventajas del sistema democrático. No necesitan escuchar informaciones que certifiquen o cuestionen su malestar. Son sus bolsillos los que les vienen advirtiendo sobre una contradicción entre sus ingresos y sus necesidades. 

Núcleo JxC. Es probable que la violencia que significa carecer de las condiciones mínimas para vivir dignamente la haya espejado como ninguno el lenguaje y la gestualidad violenta de Milei. Para ellos, quizá la motosierra no significa literalmente achicar el gasto público sino una forma de violencia simbólica para terminar drásticamente con lo que está mal. Con la suposición de que no podrían estar aún peor.

El 30% de mileísmo puro representa una novedosa mezcla social de sectores bajos o medios empobrecidos con sectores económicamente altos que están seguros de que el sistema no les devuelve lo que sus capacidades merecen. 

El protagonismo de Victoria Villarruel en la fórmula y en la campaña, con su mensaje justificador de la dictadura militar, también hace suponer que en LLA existe un sector más ideologizado que siente algún tipo de añoranza de aquellos años. Difícil saber hoy qué porcentaje significa, pero se irá revelando en la medida en que la vicepresidenta electa despliegue sus propuestas y proyectos de leyes.

Por último, están los más de 20 puntos que le agregaron a ese núcleo inicial los votantes de Juntos por el Cambio liderados por Mauricio Macri.

Son aquellos que consideran que la responsable de la crisis argentina no es la casta en general, sino el peronismo en particular. Podían tener reparos con un candidato que había tratado a Macri de “pelotudo” y a Bullrich de “terrorista pone bombas en un jardín de infantes”. O pueden sospechar de la estabilidad emocional de Milei o de la inclinación militarista de Villarruel, pero lo que no podían hacer es votar a un peronista, cualquiera fuera su nombre.

Una parte está integrada por aquellos que suponen que el problema del gobierno de Macri fue no haber ido más a fondo con el ajuste y haber sido demasiado componedor con el peronismo. Su voto a Milei puede encerrar la ilusión de que los dirigentes del PRO, encabezados por su propio fundador, integrarán el nuevo gobierno para concluir la tarea que dejaron inconclusa en 2019.

Nuevo sentido común. Pero hay otra parte de esos más de 20 puntos que en el balotaje pasaron de JxC a LLA que no es macrismo puro. 

Son radicales, larretistas, peronistas republicanos y carrioistas que, pese a que fueron convocados a votar en blanco por sus líderes, lo hicieron por el libertario. 

También esos votantes habrán considerado aquello de que sería mejor votar a un loco por conocer que a los locos conocidos.

Esta nueva mayoría mileimacrista que surgió este domingo refleja bien el estado de deterioro actual. Una nueva alianza que está convencida de que hizo lo correcto para defender sus intereses sectoriales, con la expectativa de que su vida cambiará para mejor. 

Que sean Milei, Villarruel y Macri sus mayores exponentes anticipa que no se trata solamente de una reivindicación económica. 

Hay una parte, al menos, que lo que está pidiendo es un cambio del sentido común de época. 

Una nueva corrección política que les permita expresar, ahora ya sin vergüenza, lo que durante tanto tiempo pensaron y sintieron en las sombras.