COLUMNISTAS
OPINION

El problema de la inflación es su intensidad y no el 2x1

20240316_indec_na_g
INDEC. Se le discuten metodologías, se duda de sus modos de controlar la evolución de precios. | NA

La realidad marca límites. En democracia no se puede hacer cualquier cosa. Las instituciones ponen límites. El FMI y los gobernadores piden consensos que no sean actos de marketing.  Mientras el Gobierno explica los éxitos de su plan económico y discute sobre los indicadores de inflación. Estamos acostumbrados a esto.

A los gobiernos les encanta creer en sus supuestos y arma relatos. Les gusta encontrar explicaciones extravagantes respecto a por qué los indicadores científicos, no coinciden con lo que ellos creen que sucede. Ahora el problema sería el 2x1.

El Indec ha sido vapuleado por los ministros de Economía muchas veces. Se le discuten metodologías, se duda de sus modos de controlar la evolución de los precios. Pero no solo los funcionarios  discuten los indicadores, también lo hacen los consumidores. Cada uno de ellos tiene su propio medidómetro  en la cabeza. Y suele no coincidir tampoco con los indicadores oficiales.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Hace 15 años aproximadamente construí un índice de percepción de inflación. No intentaba competir con el Indec, mi intención era conocer  cómo percibían los consumidores el comportamiento de los precios en general, y en los distintos rubros de la canasta de consumo en particular.  Fue muy interesante la experiencia porque si preguntábamos sobre porcentuales, las diferencias que encontrábamos con los datos del Indec eran importantes, pero si preguntábamos sobre intensidades de incrementos, en general, había coincidencia respecto a los rubros que más habían subido o bajado en el mes.

La gran ventaja del Gobierno es que todavía logra echarle la culpa al anterior

Aprendí que la percepción pública no puede pensar los incrementos de precios en porcentuales. Y no puede pensarlos, porque la unidad de medida que tiene en la cabeza es el cero, el diez y el cien.

Hoy el Indec nos está diciendo que la inflación acumulada en los últimos doce meses fue de 276%. Si le preguntamos a un consumidor que vive angustiado, porque no llega a fin de mes, cuánto aumentaron los precios el último año, seguramente nos contestará un número de entre 80% a 100%. Pero a la inversa, si la inflación de un mes hubiera sido del 4%, lo más probable es que nos conteste nada o 10%.

El consumidor más que pensar en porcentajes piensa en intensidades. Puesto en categorías: mucho, bastante, poco, nada. Es lo que ellos viven. No es extraño entonces, que en una situación en donde el salario real viene perdiendo fuertemente contra el incremento de los precios, lo que al Gobierno le parece un número espectacular, al consumidor que padeció incrementos cotidianos  en transporte público, nafta, alimentos, esté  exhausto y le parezca un espanto lo sucedido con los precios en febrero. Ni decir que ya está viviendo los incrementos de marzo. Para el que va de compras, todo aumento es mucho, porque la plata no le alcanza. La discusión sobre el 2x1 es inconducente.

Un juego al cual estamos expuestos el 30% que compramos en grandes cadenas,  mientras hay un 70% que compra en locales de proximidad con precios siempre más caros, más que en las grandes cadenas. A su vez, ¿cuántos de los que vamos al súper compramos dos envases? Buena pregunta para que la contesten los funcionarios. Allí el Indec sabe cómo comportarse.  

La discusión es muy similar a lo que sucedía en los tiempos de programas como  Precios Justos y similares. La gran mayoría no accedía a esos productos, porque no estaban en su lugar de compra, más allá de si había faltantes en el súper.

El problema hoy es un combo de recesión, aumento de la pobreza y el comienzo de despidos. Con maniobras estadísticas, el disgusto social no va a disminuir. Ello solo ocurrirá en el momento en que la demanda  se expanda y haya percepción de llegar holgado a fin de mes.

La gran ventaja del Gobierno es que todavía logra echarle la culpa al anterior, y a la casta política y empresarial por la situación que padecen gran parte de los argentinos.

Como sabemos las lunas de miel solo duran seis meses. Milei promete para esa fecha canasta de monedas  y estabilidad. Previo pasar por el Acuerdo de Mayo. Veremos.

*Consultor y analista político.