COLUMNISTAS
LA GUERRA EN UCRANIA

La fuerza del antiamericanismo

Putin Biden 20210317
Vladimir Putin y Joe Biden | Agencia Afp

El conflicto en la Cancillería sobre el voto en la Asamblea de las Naciones Unidas de la resolución patrocinada por Francia y México exigiendo a Rusia el cese inmediato de las hostilidades contra Ucrania puso de relieve la falta de consenso político para condenar la invasión a un país independiente. La otra opción era la resolución presentada por Sudáfrica, que pedía el cese de las hostilidades por todas las partes poniendo agresor y agredido en el mismo nivel.

Los argumentos para justificar la invasión están basados siempre en la necesidad de cuidar la seguridad de Rusia frente a la expansión de la OTAN. Ese análisis no incluye los antecedentes de la apropiación de Crimea en 2014 y el apoyo a la insurgencia en Donetsk y Lugansk para desmembrar Ucrania. En una versión refinada incluso se equipara a la OTAN como avanzada del capital financiero contra países que priorizan el Estado, equiparando a Vladimir Putin con Mariana Mazzucato.

Una invasión colonialista

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Estas digresiones permiten divagar sobre la conformación del poder mundial ante el retroceso relativo de los Estados Unidos y la emergencia de China, dándole un lugar a Rusia e ignorando a la Unión Europea, Japón e India. La insistencia en la multipolaridad surge de un antiamericanismo acentuado en los últimos tiempos. En esa visión, Estados Unidos representa el lawfare, los ajustes, los fondos buitre y las sanciones económicas que obligaron a buscar asociaciones estratégicas con Rusia y China para compensar la influencia norteamericana. La vicepresidenta Fernández sostuvo que los acuerdos estratégicos de la Argentina con Rusia y China y la participación de Brasil en el Brics fueron una alerta roja para los Estados Unidos, no importa quién esté en la Casa Blanca.

La reducción de la guerra a un problema de seguridad no tiene en cuenta la diversidad de las nacionalidades. Los escritos de Iosif Stalin (1913) y Vladimir Lenin (1922) ya se referían a la formación de las naciones ante el desmoronamiento de los imperios. Stalin explicó el atraso feudal en Europa del este y Lenin, después del triunfo bolchevique, buscó terminar con la discriminación zarista para sumar a las diferentes nacionalidades. En 1922 escribió: “Es necesario distinguir entre el nacionalismo de la nación opresora y el de la oprimida, entre el nacionalismo de la nación grande y el de la pequeña”. Lenin apoyó el derecho de las nacionalidades a tener su Estado nacional igual que los rusos. El presidente Putin considera que ese respaldo constituyó una traición porque favoreció la ruptura del imperio y el surgimiento de nuevas naciones reconocidas en la Constitución de 1924.

Guerra en Europa: la Unesco denunció que la invasión rusa dañó 53 sitios históricos y religiosos ucranianos

En un momento en que el progresismo alienta los Estados plurinacionales, aquí se alinea con el  imperialismo de la Federación Rusa, que pretende repetir las políticas de  la Unión Soviética con su ejército de ocupación bajo el Acuerdo Ribbentrop-Molotov y después en Europa oriental. La disolución de ese imperio significó la libertad para millones de personas, que optaron por recuperar su posibilidad de pensar y progresar.

La repetición de que la expansión de la OTAN constituyó una provocación no tiene sustento. Los países de Europa oriental buscaron incorporarse a una organización que pudiera protegerlos de la voracidad de un imperio que durante siglos hizo uso de la fuerza para servir los intereses de su metrópoli. Resulta inexplicable justificar esta guerra para detener al capital financiero o pensar que la OTAN necesita de Ucrania para desplegar sus misiles intercontinentales.

Esa preocupación por defender la multipolaridad solo enmascara la falta de comprensión que la ruptura de las reglas internacionales conlleva para todos y no solo para los actores directos. La multipolaridad requiere no solo equilibrio sino también el respeto de normas y, en este caso, la aventura del presidente Vladimir Putin para revivir su imperio traerá graves perjuicios que afectarán a todos y, principalmente, a los países más vulnerables.

*Diplomático.