El 18 de marzo de 2014, en Moscú, Vladimir Putin convalidó el Referendum de Crimea, por el cual la península de Crimea, que por entonces pertenecía a Ucrania, pasaba a ser de Rusia.
Dos días antes, el 16 de marzo, se había consultado, en Crimea, si la tan disputada península del este europeo debía incorporarse al territorio de la Federación de Rusia o volver las cosas al punto en que estaban cuando se firmó la Constitución de Crimea de 1992.
Desde entonces, y pese a los tratados firmados, Ucrania y Rusia siguen disputándose la posesión de esa riquísima porción de la costa norte del Mar Negro, en donde se encuentra la ciudad de Sebastopol y donde veranean los ucranianos.
Esos 27.000 kilómetros cuadrados siempre fueron problemáticos. En 1783, el imperio ruso le había quitado Crimea al imperio turco. Y allí comenzó todo.
Crimea, la perla de la discordia
En 1853, y durante tres años, desencadenaron la Guerra de Crimea que enfrentó al Imperio Ruso, aliado con el Reino de Grecia, contra una alianza integrada por el debilitado Imperio Otomano, Francia, el Reino Unido y el Reino de Cerdeña. En esa Guerra peleó el mismísimo escritor ruso León Tolstói.
La guerra de Crimea no cambió mucho el tablero geopolítico, pero impidió que Rusia avanzara sobre Europa, potenció a Francia, despertó en Rusia el recelo contra Europa –que había apoyado a los otomanos—, logró el fin de la esclavitud del campesinado ruso en 1861, gracias entre otras cosas, a los Relatos de Sebastópol de Tólstói.
En 1922, cuando nació la URSS, Crimea estaba en la República Socialista Soviética de Ucrania; es decir, era parte de uno de las quince Repúblicas que formaban la Unión Soviética.
Cuando Mijaíl Gorbachov empezó a hablar de perestroika y abogó por la libre determinación de los países que habían pertenecido a la URSS, Rusia y Ucrania (ex integrante de la URSS) comenzaron a disputarse la posesión de Crimea.
Tras un referéndum llevado a cabo el 20 de enero de 1991, Crimea ganó cierta autonomía –era la República de Crimea- aunque seguía perteneciendo a la República Socialista de Ucrania. Sin embargo, en agosto del mismo año, Crimea declaró su independencia. Sus vecinos no pensarían lo mismo.
Crimea, entre Rusia y Ucrania
En, 1992, Rusia dio una voltereta jurídica y declaró nula la transferencia de Crimea a Ucrania que había ocurrido… ¡cuarenta años antes!
En enero de 1994, Crimea tuvo las primeras elecciones de su historia para elegir presidente: cinco de sus seis candidatos eran “pro rusos”, abogaban para que el país regresara con Rusia. El ganador fue Yuri Meshkov quien eligió a un ruso como primer ministro.
Como para muestra basta un botón, una de sus muchas medidas prosoviéticas fue decretar que los relojes de los ucranianos se adelantaran dos horas para que el huso ucraniano fuera idéntico al de Moscú.
En marzo de 1994 se convocó un referéndum para definir la situación jurídico-política de Crimea: ¿era independiente, rusa o ucraniana?
El referéndum no se hizo y se reemplazó por una encuesta. El 70 % de los encuestados pedía una mayor independencia de Ucrania y el derecho a solicitar la doble nacionalidad ruso-ucraniana.
Sin embargo, el entonces presidente de Ucrania, Leonid Kuchma tomó cartas en el asunto y comenzó a controlar más de cerca la autonomía de Crimea.
Crimea, Ucrania y la Unión Europea
Durante los años siguientes, la tensión continuó, con marchas y contramarchas.
En 2013, Viktor Yanukóvich era el presidente de Ucrania y acordó una asociación entre su país y la Unión Europea. Cuando finalmente, ese pacto debía concretarse, el presidente se negó porque, según dijo, no traería beneficios adicionales a la economía ucraniana.
Desde luego, la UE protestó / reclamó, mientras los opositores al presidente, y la extrema derecha local, se movilizaban masivamente en la Plaza Maidan de Kiev, la capital, en un episodio que se recordaría como la “Euromaidán”.
Mientras el gobierno de Ucrania reprimía la protesta, la UE –con el guiño de los opositores al oficialismo- presionaba a Yanukóvich para convocar a elecciones presidenciales, propiciar una reforma constitucional en Ucrania y acelerar una solución al tema de Crimea.
Sin embargo, Yanukóvich huyó a Rusia. Al reclamo de los países del oeste de Europa se sumó entonces la Organización del Atlántico Norte (OTAN), todos contra los intereses de Rusia en los márgenes de lo que había sido la Rusia Soviética.
Referendum de Crimea
A principios de marzo de 2014, la rica ciudad de Sebastópol, que siempre tuvo un status diferente, más autónomo que el resto de la Península, declaró unilateralmente que pertenecía a Rusia y, cinco días más tarde le siguió el resto de Crimea, una decisión que puso en vilo a todo Occidente.
El 15 de marzo, 135 observadores internacionales de 23 países viajaron a diversas ciudades de Crimea para fiscalizar el referéndum. Al día siguiente, 1.550.000 votantes eligieron entre dos boletas escritas en ruso (el 77% de la población hablaba ruso). El 96,77% del electorado dijo que quería ser parte de Rusia. Y el resto, permanecer en Ucrania y revalidar la Constitución de 1992, que le daba cierta autonomía a la península.
Varios países del mundo desconocieron los resultados del referéndum y manifestaron su preocupación porque no se había respetado “la integridad territorial de Ucrania”.
En 2014, perder Crimea equivalía para Ucrania perder 165.300 millones de metros cúbicos de gas y 44 millones de toneladas de petróleo, según datos en su momento publicados por Reuters. Pasado en limpio: entre US$ 800 millones y 1.200 millones.
Antes de la “anexión” de Crimea a Rusia, varios países occidentales habían cerrado acuerdos para trabajar en los yacimientos petroleros terrestres de Chornomorske y Dzhankov, además del Mar Negro y el Mar de Azov.
Para el Kremlin, Crimea había manifestado en las urnas su deseo de adherirse a Rusia; para los Estados Unidos, la UE y la OTAN, era una “anexión”.
Crimea y la "doble moral" de Occidente
Entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner criticó la “doble moral” de los países occidentales para quienes “un referéndum realizado por Crimea es malo, pero uno hecho por los kelpers es bueno”.
Para los analistas políticos, para Rusia el affaire Crimea no terminó con el referéndum de 2014 y es uno de los motivos por los que invadió Ucrania.
Tanto Ucrania, como Bielorrusia y Georgia son territorios fronterizos que Rusia quisiera recuperar, para evitar que la OTAN y la Unión Europea hagan alianzas político-militares- económicas con los países que alguna vez fueron parte de la inmensa URSS.
Pese a las protestas mundiales, Crimea pertenece ahora –o por ahora- a Rusia. Y allí había planeado invertir US$ 4.868.426.000 en agroindustria, turismo vip, gastronomía y enología, cuatro puntos fuertes de la Península de Crimea.
Manjar de zares y soviets
La riqueza vitivinícola de Crimea se concentra en Yalta y Massandra y se remonta al siglo I a. C, cuando los romanos se lanzaron a la conquista del Mar Negro y llegaron a la Península Táurica (Crimea), en donde permanecieron durante cinco siglos. El clima mediterráneo y la posición estratégica entre Oriente y Occidente la convirtieron en una perla muy codiciada.
Hace 21 años, una botella del vino Massandra Sherry, producido en Crimea en 1775, fue subastado en Sotheby’s de Londres por US$ 43.500. Era el vino que degustaba el zar de Rusia, cuando visitaba su solar veraniego en la ciudad de Sympheropol, en Crimea
Según especialistas, desde 2014, el PBI de la República Federal de Crimea aumentó 55% y 66% en la ciudad federal de Sebastopol, en donde Rusia emplazó la mayor base naval de su Armada.