COLUMNISTAS
voces

La palabra ausente

Logo Perfil
. | Cedoc Perfil

No existís. No sabés trabajar. Eso me dijo más de una vez un “compañero” durante los últimos cuatro años en la gestión pública. Siempre pensé que a mí no iba a pasarme algo así. Pero sí. Me pasó. Me tocó pese a ser una mujer decidida, pese a negarlo y no sentirme víctima, pese al metro y medio de estatura del hombrecito. 

La violencia que en principio era verbal se fue extendiendo a sus ademanes físicos. Buscó intimidarme con cortes de teléfono, abandono de reuniones mientras yo le hablaba, descalificación delante de los empleados a mi cargo… Sin ser mi superior, así se sentía: mejor, más, único. Su área debía articular contenidos con la mía y eso fue imposible más temprano que tarde. Un día me dijo que ya no volvería a hablarme, y así fue: me canceló. Le dije que aunque no le gustara iba a tener que comunicarse conmigo, pero tampoco logré afectarlo. Ingenuamente creí que iba a poder abstraerme de todo aquello e intenté no darle trascendencia al tema. Quizá por entrenar mi resiliencia, me entregué al silencio en un acto más temeroso que inteligente. Tenía testigos por todas partes, pero no quería entorpecer la gestión con lo que consideraba falta de carácter o debilidad de parte mía.

Pero su avanzado delirio psíquico empeoraba con los desaciertos y la interna. Cuando la cosa se puso espesa, le pedí a nuestro superior jerárquico un pase de área. Me pareció más conveniente hablar en privado que hacer una denuncia formal para evitarme los costos de algo así. Pero tampoco logré eso.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

En junio de 2023 gané el Premio Lumen de Novela y viajé a España a recibirlo. Fue como si me rescataran del abismo, un acto de justicia divina que restituyó algo de mi estima pisoteada. Muchas veces pensé: “Pero vos sabés escribir, ¿por qué dudás?”. Fue una larga e intensa lucha interior, un esfuerzo por no dejar que el destrato me hackeara.

Este último año caí en lo destructivo y oneroso de semejante experiencia. Recién hoy necesité escribirla. Me da mucha vergüenza lo sucedido, pero también soy esto ahora, alguien que reconoce no haber notado que estaba siendo blanco de un ataque. 

Escribirlo es confirmar que tengo voz, que todas las cosas algún día cambian.