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Las mujeres en el mercado laboral: ¿qué nos depara el futuro?

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Difícil. Para las mujeres, obtener trabajos de calidad sigue siendo todo un desafío, muestran cifras oficiales. | shutterstock

Estamos viviendo períodos de grandes vicisitudes en el mercado laboral en el mundo, y en especial en el país, y como pasa en casi todo el planeta, las mujeres somos las más afectadas.

Datos recientes publicados por el Indec y comentados el domingo pasado en la nota de 50/50 del diario PERFIL, evidencian esto y aportan números, que en gran medida, coinciden con los que publicó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal. Veamos qué nos muestran las estadísticas. Si se mide el desempleo: la cantidad de personas desocupadas, el Indec informó que en el segundo semestre del año, la desocupación en general, fue del 6,2%, pero si se analiza según sexo, los varones desocupados correspondían al 5,7%; mientras que en las mujeres sube al 6,7%. Si se analiza desde lo positivo, la tasa de actividad de la Población Económicamente Activa era del 44,6%; pero al considerar según sexo, los varones tienen una tasa de ocupación de 69,8%; mientras que las mujeres solo llegan al 51,1%. Si se analiza según edad, se registra que en las personas de hasta los 29 años, la tasa de empleo era del 4,4%, y la de los hombres aumentaba hasta alcanzar el 5,6%. En el grupo de 30 a 64 años, las mujeres tenían una tasa de empleo del 18,3%; y los hombres y las mujeres del 14,6%. Algo que llama la atención del Indec es la persistencia de estos valores en los últimos cinco trimestres.  

Cuando se consideran los tipos de trabajo, como ya hemos señalado en columnas anteriores, en las mujeres predomina, ampliamente, el trabajo informal, o sea sin cobertura de la seguridad social, especialmente el debido a tareas domésticas en casas particulares; un rubro que si bien por ley está protegido para ser un trabajo formal, es aún muy baja su cobertura que no llega ni siquiera al 30% de estas trabajadoras. A esto se suma que muchas de ellas que se desempeñan en el sector formal, lo hacen en actividades de baja productividad, prioritariamente en tareas de servicios. Son, a su vez, trabajos con menos carga horaria; lo que muchas mujeres prefieren, porque así pueden compatibilizar el trabajo fuera del hogar con las actividades familiares, especialmente para el cuidado y apoyo de sus hijos y/o de personas discapacitadas y/o ancianas. La sumatoria de todos estos factores determina que las mujeres tengan ingresos por sus trabajos fuera de sus hogar más bajos, y con menos posibilidades de progreso que los varones, que trabajan en general la jornada completa, tienen salarios más importantes, porque se desempeñan en áreas de alta productividad y la carga de las actividades de cuidados no remunerados es mucho menor. 

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La pandemia produjo un fuerte deterioro en el mercado laboral, tanto para hombres como para mujeres, que se expresó en los años de retroceso que se registraron. La recuperación es lenta y si bien en parte se ha recuperado, en las mujeres persiste la brecha previa, limitando la tendencia levemente a mejorar que evidenciaba antes de la pandemia. Como lo señalan la Organización Internacional del Trabajo –OIT– y la Cepal, para las mujeres persiste la segregación horizontal y vertical del mercado laboral. Si no cambian las políticas actuales se requerirán muchos años para eliminar esto en nuestra región. En Argentina aún más. Por eso desde noviembre de 2022, cuando se aprobó en la Conferencia Regional de la Mujer que se realizó en Buenos Aires el acuerdo que propone adoptar políticas de cuidado, que cambien la actual tendencia a la concentración en las familias, y especialmente las mujeres, a través de los cuidados no remunerados que ellas realizan y se adopten políticas públicas para que estos cuidados sean asumidos por el Estado, y en muchos casos, en asociación con el sector privado, no habrá posibilidades reales de mejorar la participación laboral de las mujeres. Ahora lo recordamos, porque es una responsabilidad que deben incorporar en sus propuestas.