Antes de todo mi recuerdo a Mario Wainfeld, gran periodista y sobre todo una persona de bien, de aquellos que miran la realidad con el asombro de quien no tiene prejuicios para recibir respuestas que no le gustan.
El último reportaje me lo hizo poco después de las PASO en su programa de Radio Nacional. Su pregunta era ¿por qué Milei? No se me ocurrió más que contestar que nunca hay un solo factor que explique las cosas.
Finalmente, como decía Joe Napolitan, el fundador de la consultoría política, las elecciones siempre son sobre lo mismo, pero nunca son iguales. Pero en algo podemos ponernos de acuerdo: al voto lo mandan las emociones. Las de enojo, las de esperanza, las de tristeza, las de ira, las de miedo. Nunca se trata de un manojo de propuesta escritas y programáticas que movilizan votantes, más bien se trata de los que atraen votos moviendo emociones. Un diálogo que se está produciendo cotidianamente en los cafés, en las esquinas, en las casas es más o menos este. ¿A quién votaste? A Milei y ¿estás de acuerdo con su propuesta de dolarización de la economía? Respuesta: no estoy muy seguro, no me termina de quedar claro cómo dolarizaría, en cuánto tiempo lo haría, cuántos dólares yo cobraría. Además tengo miedo de perder soberanía, el país dependería de otros.
Pregunta: ¿Y sobre los vouchers educativos y sanitarios qué opinas? Respuesta: tampoco me queda claro, por un lado me parece que haría que maestros y docentes se esmeren en trabajar mejor, pero por otro si el dinero no alcanza, quizás todo termine privatizándose ya que las escuelas públicas están en mal estado y entonces se quedarían sin alumnos. Pregunta: ¿Y entonces si tenés tantas dudas por qué lo votás? Respuesta: es que los otros ya estuvieron, me cansaron, quizás sea mejor que explote todo.
La pelea por la coparticipación
No todos los que constituyen el tercio que votó a Milei piensa así, pero hay mucho de esto. La demanda de renovación de la política, la búsqueda de que las cosas cambien, pareciera poder más que la propuesta electoral.
Cierto es que más del 50% de los jóvenes insisten en votar al libertario, un sector rebelde, individualista y frustrado ante el fracaso de los políticos tradicionales, tan cierto con que no pasan del algo más del tercio quienes creen en la dolarización, quienes repudian al Papa y su predica sobre la justicia social, quienes prefieren un Estado ausente.
Milei plantea una revolución cultural y de valores y el resto hasta ahora contestó a la demanda de cambio con viejos eslóganes que terminan afirmándolos como casta. No alcanza con dilematizar Estado o mercado. Orden o caos, porque el grueso del votante de Milei percibe un Estado ineficiente y burocrático y no porque no quiera un Estado activo.
Si la respuesta al cuestionamiento de la escuela pública es la reivindicación del paro docente y la pérdida de días de clase, difícil que no se opte por lo privado. Excepto que sea desde el mismo Estado desde donde se realicen las correcciones. Hay un modelo agotado, que cansó por falta de respuesta. Quien quiera vencer a Milei necesita generar una ola de entusiasmo, dar una batalla cultural, que movilice y cambie los paradigmas de la discusión. Hoy a Milei le cuesta seguir creciendo, su impulso inicial para evitar una segunda vuelta por ahora parece detenido. No por nada lo vemos nuevamente a la ofensiva en los medios de comunicación y las redes. No es porque esté dando el salto final sino porque está perdiendo impulso, necesita equilibrar sus propuestas de cambio con su mezclarse con la casta de la cual Barrionuevo y Macri son exponentes. Quienes lo votaron optaron por un cambio que incluye un salto al vacío, no un salto a lo conocido, para cambio previsible tienen a Cambiemos.
La Iglesia y la economía se suman a la campaña
El tema para el libertario es entonces cómo conseguir nuevos votantes. Patricia no crece pero tampoco se desmorona y eso es un problema para Milei. La iniciativa sobre el IVA y sobre quitar Ganancias a la cuarta categoría puso a Massa en la ofensiva. Milei no se comió el amague y acompañó. Él necesita de la clase media baja ya que más arriba no consigue votos y abajo los está perdiendo. En el debate de los vices lo único que quedó claro es que LLA elige como adversario a Massa y viceversa, mientras Cambiemos define como enemigo al kirchnerismo.
El debate fue aburrido y previsible. Del debate/espectáculo solo cabe esperar que queden imágenes y frases inolvidables. Poco hubo de ello, apenas la camisa blanca de Villarruel frente a las aburridas corbatas casi negras de Petri y Rossi, la frase respecto a que los cuatro hombres viven del Estado y la contestación de Rossi poniendo en duda el espíritu democrático de la visitante de Videla. Demasiado poco para cambiar la dinámica.
En el debate presidencial la disputa esperable es sobre liderazgos, capacidades de gestión y empatía con los electores. Allí Massa y Bullrich se juegan su pase a segunda vuelta, Milei a evitar el disgusto de confrontar en noviembre.
*Consultor político. Vicepresidente de Alacop.