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Paraíso y poesía

Me acordaba que en un número del Diario de Poesía había un poema traducido por Jaime Gil de Biedma.

poeta WH Auden 20210519
El poeta Wystan Hugh Auden nació en York, Inglaterra, en 1907. Se mudó a Birmingham durante la infancia y se educó en Oxford. Murió en Viena en 1973. | Cedoc Perfil

Como suele sucederme habitualmente, quiero leer algo y termino leyendo otra cosa. Me acordaba que en un número del Diario de Poesía, en el dossier sobre W. H. Auden, había un poema traducido por Jaime Gil de Biedma (número 9, invierno de 1988) de quien vengo siguiendo sus traducciones, empezando obviamente por Función de la poesía y función de la crítica, de T. S. Eliot (Seix Barral, Barcelona, 1955). Efectivamente allí estaba el poema de Auden, llamado “Musée des beaux arts” (tomado de Antología de poetas ingleses modernos, Gredos, Madrid, 1962). El asunto es que, unas páginas después en el mismo dossier, hay una encuesta –de la que no me acordaba en absoluto su existencia– llamada “Encuesta: El paraíso”, en la que, ante a esa consigna, responden Hebe Uhart, Nicolás Casullo, Fogwill, Jorge Aulicino, entre muchos otros. Pues dejar el poema para más tarde y saltar a la lectura de la encuesta fue todo uno, como todo uno es también glosar en este entretenimiento dominical algunos fragmentos de ella. Levrero responde: “Mi idea del paraíso o Edén no se refiere a un lugar específico con determinadas características, sino más bien a un estado de conciencia personal que permita aceptarlo todo, disfrutarlo todo, así como es. Si se me exige objetivar esta idea de paraíso en elementos exteriores, algo así como los ‘acápites’ de Auden, propondría un Buenos Aires sin motores (puede haber bicicletas a pedal), sin especulación económica-financiera, sin verano, con porcentajes de humedad más aceptables, con mejores sueldos, sin posibilidades de terror o de violencia, y con dos tipos de mujeres: a) como las de las provincias y b) ninfómanas. Como se ve, apenas son pequeños retoques a la realidad existente”. Horacio González contesta: “Será el lugar del que seamos expulsados. Si homúnculos, de la floresta virgen. Si arponeros, del mar intranquilo. Si patanes, de la tribuna soporífera. Si bribones, del espacio público. Si tenistas, del curt clamoroso. Si bomberos, del incendio viperino. Si, mantequitas, de la heladera Siam modelo 1957. El paraíso nos hace hombres, inventa oficios y confunde fechas. Para burlarlo, nos dejamos expulsar y evitamos, concienzudamente, parecernos al que fuimos, si lo buscábamos. Tonto, ¿no?”. Elvio Gandolfo, escribe (transcribo fragmentos porque la respuesta es larga): “(…) No tiene capital. No tiene gobierno. La circulación económica se realiza por canje espontáneo y generalizado (…) Al no haber gobierno, no hay fuentes de información pública. La gente construye y destruye monumentos insaciablemente, monumentos a los que nadie les da mucha bola (…) Al no haber gobierno, no hay diversiones públicas, ni costumbres, ni pautas morales. Quien demuestra ser muy torpe en el canje, es desterrado de inmediato a la realidad”.

Y después volví al poema de Auden, perfecto en inglés, perfecto en castellano: “En punto a sufrimiento jamás se equivocaban/los maestros antiguos. Qué bien entendieron/su lugar en el mundo, como acontece siempre/mientras otros almuerzan o cierran la ventana/o se pasean, simplemente, sin nada en qué dar/(...)//Brillaba el sol/como brilló en las piernas blancas al sumirse/dentro del agua verde, y el esbelto navío/que ha debido de ver algo inaudito/un muchacho caído del cielo/iba hacia alguna parte y navegaba en paz”.