Berreta: adj. coloq. Arg. De mala calidad. Éste es el significado que aparece en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua de una palabra que define a la perfección al desmembrado elenco de politicastros que hoy están a cargo de la administración del país.
En efecto, comenzando por el mismísimo Alberto Fernández, todo lo que exhibe el actual gobierno es berreta. Es berreta lo que dice y es berreta lo que hace. Un botón de muestra de ello fue la intrascendente reunión de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (Celac).
Muy en off, algunos de los que acompañaron a Luiz Inácio “Lula” Da Silva no pudieron evitar la sorpresa al palpar el nivel de tensión interna y desorganización que se vive dentro del Gobierno. El hip-hop que hubo alrededor del frustrado encuentro entre el presidente del Brasil y la vicepresidenta de la Argentina fue propio de un reality. CFK exigía que Lula la visitase en su despacho del Congreso, mientras que el mandatario brasileño pretendía que, por razones de seguridad y logística, el encuentro se realizara en el Hotel Sheraton en el que se alojaba. En cambio, no hubo tal disputa con el expresidente uruguayo José Mujica, a quien Lula visitó en su chacra ubicada a las afueras de Montevideo. El kirchnerismo podrá armar el relato que crea conveniente para explicar el desaire; lo único cierto es que la reunión no se produjo.
Argentina sigue siendo rehén de gran parte de una dirigencia política que solo busca proteger su interés
No fue muy distinta la impresión –decididamente mala– que se llevaron los empresarios que acompañaron al presidente brasileño. “Todo lo que pudimos ver del gobierno argentino es poco serio”, dijo uno de ellos que representaba el parecer de varios de sus colegas.
Una de las iniciativas que generó sorna en la delegación brasileña fue la de la moneda común, a la que se pretende bautizar con el nombre de “Sur”. Hay que recordar que ya en tiempos de los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney hubo un intento similar. La moneda común se iba a llamar “Gaucho” y la memoria nos trae al presente un hecho contundente: esa iniciativa murió antes de nacer.
Enojos. Ahora sabemos que el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro se enojó con AF porque no lo invitó a la reunión de Lula con las organizaciones de Derechos Humanos. Como hubiera dicho el inolvidable Antonio Carrizo, De Pedro ha ingresado al club de los ofendidos y humillados.
El episodio escaló y tuvo ribetes novelescos. La ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, le exigió a De Pedro que se defina: “o estás adentro o estás afuera”, en referencia a la “falta de códigos” de los que critican siendo parte del Gobierno. Lo curioso es que Tolosa Paz se definía a sí misma en público y en privado como “la más albertista de los kirchneristas y la más kirchnerista de los albertistas”.
El episodio continuó subiendo de tono y personajes de segunda línea de la provincia de Buenos Aires cercanos a Axel Kicillof –que ni siquiera valen la pena mencionar– volvieron a cruzar a la ministra para ver si elevaban su propia estima interna y ganaban algunas líneas en los diarios.
Desde el inicio de este Frankenstein que es el gobierno nacional cada uno tuvo que salir a explicar de qué lado estaba. En palabras de Diego Latorre en sus tiempos de futbolista del club de la Ribera: “Un Cabaret”.
Otro papelón. Desde su génesis todo fue contra natura. El tiempo se encargó de confirmarlo. Berreta también fue la primera reunión de la Comisión de Juicio Político que tuvo lugar el jueves último y lo será todo el proceso en ese sentido. Iniciativa que sólo encuentra explicación en la desesperación del kirchnerismo por intervenir el Poder Judicial para cooptarlo.
Sus mentores saben perfectamente que no tienen los votos necesarios para avanzar en la Cámara de Diputados con semejante disparate. Sin embargo, condenarán al país a la parálisis legislativa extendiendo este proceso tanto como sea posible para mantenerlo vivo en vísperas electorales.
La maniobra no está destinada a sumarle votos al oficialismo; más bien a sostener el frágil equilibrio interno para tirarle un hueso a la militancia dura. Un show que le saldrá muy caro a nuestro país que se verá sometido a una discusión estéril y dejará en segundo plano los problemas y necesidades reales de los ciudadanos argentinos. La disociación con la realidad es total.
“No saben qué decir cuando se les recuerda que esta Corte tuvo su origen en los inicios de la presidencia de Néstor Kirchner. Se les queman todos los papeles y responden con chicanas y agresiones. Estamos obligados a debatir en un proceso que ni siquiera debería existir y eso lo vamos a recordar en cada una de las reuniones”, se quejó un diputado de Juntos por el Cambio al retirarse de la escena por los pasillos del Congreso.
Otro indicador de la intrascendencia del proceso fue la ausencia de los principales cronistas de exteriores y periodistas acreditados en el Congreso dentro de la sala A del edificio anexo al palacio legislativo donde se reunió la Comisión. Curiosamente en la sala contigua acondicionada con unos banners que hacían referencia al convite, un puñado de canales de televisión afines al oficialismo hacía desfilar a los diputados kirchneristas ante sus cámaras para garantizar la difusión.
Si en este primer encuentro que debió ser informativo y reglamentario no faltaron los insultos, las bajezas y la falta de respeto, lo que vendrá será aún peor.
La Argentina sigue siendo rehén de gran parte de una dirigencia política que busca proteger sus intereses sin el más mínimo decoro e interés por la Nación.