COLUMNISTAS
EL FONDO TAMBIEN CAMBIA

Reperfilando al FMI, por Ignacio Labaqui

Nada será igual para negociar, ni aquí ni en el organismo. Recelos del staff y el rol de Trump.

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Dar vuelta la taba. Alberto Fernández y Cristine Lagarde. | Pablo Temes

El Fondo Monetario Internacional (FMI) será, como en tantas otras ocasiones en los últimos sesenta años, un actor altamente gravitante para el país de los próximos tiempos. Entre las cuestiones que deberá encarar el nuevo gobierno está reencauzar la relación con el Fondo, al cual la Argentina debe US$ 43.400 millones, parte de los cuales deberá comenzar a repagar en 2021.

En la semana que termina, el hasta entonces director gerente interino del organismo, David Lipton, dejó bien en claro que el actual programa de asistencia se encuentra en suspenso, lo que en los hechos implica que el desembolso de US$ 5.400 millones, pautado para septiembre, quedará congelado hasta nuevo aviso. Ante la incertidumbre respecto de las políticas de la futura administración, el FMI optó por desensillar hasta que aclare, es decir, esperar al resultado de la elección de octubre, y si, tal como se prevé, triunfa la fórmula Fernández-Fernández, retomar la relación ya con las cartas sobre la mesa.

¿Con qué FMI se topará el próximo gobierno? Sin dudas, con uno muy diferente al que hemos visto hasta ahora. Una visión algo cándida sostiene que el Fondo tendrá un poder negociador escaso frente al próximo gobierno debido al fracaso del actual programa de asistencia y sobre todo debido a la alta exposición del organismo con el país. Esta visión peca de ingenua y parece no atender a algunos cambios que se están registrando precisamente en estos meses.

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"Sin el FMI, la situación en Argentina sería mucho peor", aseguró Christine Lagarde

El hecho de que la Argentina obtuviera un volumen de financiamiento inédito y que a la vez lograra ablandar al staff del Fondo en relación con la intervención del Banco Central en el mercado cambiario solo puede entenderse a partir de:  

1. La relación bilateral con Estados Unidos, y en particular la relación personal del presidente Macri con Donald Trump.

2. La presencia de Christine Lagarde al frente del organismo, quien claramente buscaba promocionar su carrera política a partir de un éxito con la Argentina.

La situación se ha modificado radicalmente a partir del cambio en los protagonistas. Lagarde ya no está en el Fondo y probablemente Trump tenga cuestiones más urgentes que resolver que la crisis argentina, como la perspectiva de un impeachment a partir de los acontecimientos de esta semana o su reelección en 2020. La Argentina no es prioritaria, y menos aún si en las elecciones del 27 de octubre se confirma el resultado de las primarias del 11 de agosto.

A ello debe agregarse que si, como es previsible, en octubre triunfa el Frente de Todos, Argentina mudará su postura respecto de Venezuela, probablemente acercándose a México y Uruguay, y alejándose del Grupo de Lima. Ello, para disgusto de la administración Trump, cuya principal prioridad en la región es justamente Venezuela. ¿Estará dispuesto Alberto Fernández en caso de ser electo presidente a adoptar una postura de dureza frente al régimen de Maduro a cambio de contar con el apoyo de la administración Trump en el Directorio del FMI?

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Sin el apoyo de Estados Unidos, que resultó clave en distintas instancias en la relación con el FMI a lo largo del último año y medio, el próximo gobierno deberá vérselas con el staff, que siempre mostró sotto voce reparos frente a las chances de éxito del actual programa de asistencia.

No deberíamos esperar entonces un mea culpa del organismo o una mayor tolerancia. Librados a lidiar con el staff del organismo sin el apoyo de los Estados Unidos, el Fondo probablemente muestre una postura negociadora más dura y menos contemplativa hacia la Argentina.

*Politólogo (UCA-Ucema).