En estas últimas semanas hubo titulares jugosos para el columnista en busca de historias. Recuerdo algunos: “Rusia: el mundial de sauna terminó en tragedia”. En esta Buenos Aires prostibularia, el mundial de sauna tendría otro significado. Antes, por la calle Florida, había arbolitos que ofrecían cambio y otros que decían sauna, chicas lindas, limpias. Ahora ya no hablan de sauna, sólo volantean papelitos con nombres de mujeres y teléfonos. Buenos Aires, ciudad puerto, siempre fue un prostíbulo gigante, cede oficial del mundial de sauna. Pero en Rusia el mundial de sauna es una competencia de gente que se mete en vaporeras a más de cien grados centígrados. Es entendible que uno haya muerto a baño María. Otro buen titular de estas semanas: “Plan ‘Más vida’ en La Matanza”. Son seis palabras nomás, pero encierran toda la historia argentina con sus ciclos de construcción y destrucción, nuestras utopías y distopías comiéndose entre sí, anulándose. Otros titulares son cuentos cortos, siniestros: “Dejan a sus hijos siete horas en el auto para ir a jugar al bingo”. Eso sucedió en Paraná. A veces uno ve que la gente deja el caniche en el auto estacionado y ya te da bronca, pero los hijos, siete horas... El año pasado murió un bebé en las mismas circunstancias, los padres también eran ludópatas. Hace poco vi una estadística de la cantidad de bebés que mueren deshidratados o de calor en Estados Unidos porque los padres se los olvidan en el auto. Cuando leo cosas así, o cuando veo bailar a la Mole Moli, creo cada vez más en la teoría de la involución, hay que replantear a Darwin. Eso me lleva al último titular: “Si el hombre no va al espacio, desaparecerá”, declaró Stephen Hawking justo después de una pelea con su mujer.