OPINIóN
alinear variables

Un pacto multisectorial para combatir la inflación

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Inflación. | cedoc

No importa si el índice inflacionario de mayo dio un punto menos que el de abril. El problema es el rango en el que se sitúa y las consecuencias que sigue provocando.

Además de todo lo que implica la alteración continua de los precios para la planificación de la inversión y el consumo, queda claro que todos los actores de la economía tratan de defenderse de la mejor manera posible frente a la inflación, pero que no todos están igualmente equipados, o en posición similar, para lidiar con el problema.

Cuanto más precaria e informal es la actividad económica, más expuesta queda no solo a que los ingresos no sigan el mismo ritmo que el alza de los precios, sino también a los recortes de gastos que el universo social más postergado tiene que hacer sí o sí.

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¿Se puede seguir así? Por supuesto que no, pero por qué el Gobierno sigue parsimoniosamente el curso de los acontecimientos, como si nada pasara, es algo bastante difícil de explicar. Solo queda un año antes de que se entre en la dinámica electoral propiamente dicha, y de no mediar una convincente contención de los precios ese fracaso lo hará perder inexorablemente, como ya lo hizo con Macri en 2019.

¿Lo podría hacer con una política de shock, de características ortodoxas y monetaristas, como plantean abiertamente los más liberales, atacando la emisión, el déficit fiscal y recortando el gasto social? Imposible.

¿Repitiendo los pretendidos controles de precios que no puede controlar o los acuerdos sectorizados de precios que no puede hacer respetar? Lo más probable. Pero que lo llevará a darse la cabeza contra la pared por enésima vez. Porque la confianza requerida para eso ya la perdió y no la va a recuperar con medidas más discrecionales, que requieren de una autoridad con la que ya no cuenta.

La vía para generar una confianza es el compromiso de los actores económicos y sociales

Los economistas en general hablan mucho de la confianza como algo indispensable para generar un buen clima de negocios; en particular, de cómo potenciales inversores se dispondrían a invertir si es que cuentan con la suficiente confianza, a partir de que se tomen aquellas medidas, “estructurales” se dirá, que les resulten “confiables”.

Si la confianza es fundamental para la inversión y la producción, se convierte en crucial para la estabilidad de la economía y el combate a la inflación. Sin confianza (que etimológicamente quiere decir tener fe en común) en el logro de la estabilidad, los precios se remarcan preventivamente y los sindicatos van por mayores sueldos también; y como nadie puede aflojar en esa dinámica, el vértigo inflacionario se alimenta a sí mismo y la situación tiende a agravarse.

El punto de debate es si la confianza necesaria para todo ello puede ser parcial, es decir solamente de algunos, aunque sea de los de mayor peso económico. O si esa confianza debe ser general, abarcativa del conjunto de la sociedad, ya que lo que se haga tiene que ir en beneficio de todos, sin exclusión.

La única vía para generar una confianza de ese carácter es el compromiso mutuo de todos los actores económicos y sociales, que el Gobierno no puede imponer, pero al que sí puede convocar, en razón de su posición institucional.

Solamente un pacto multisectorial completo, donde se acuerden las metas de producción de bienes y servicios, con los correspondientes costos, los rangos salariales, más los márgenes de ganancia y de reinversión, deducidas las obligaciones tributarias (que también hay que discutir) en función de qué gasto público debe afrontar el Estado, decantaría automáticamente en un rango de todos los precios que, en la medida de su sostenimiento, darían la previsibilidad y la confianza que tanto hacen falta.

Tan sencillo como alinear todas esas variables en una gran ecuación, donde el compromiso ineludible sea mantener constantes los precios que matemáticamente hayan resultado; y desde esa base poder encaminar un modelo de crecimiento y desarrollo, con la mayor generación de empleo posible, que implique metas productivas más amplias y diversificadas, para sacar definitivamente al país de su continuo estancamiento y degradación.

*Politólogo y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA).