Fue la disputa más controvertida desde que el coronavirus golpeó a la Argentina: el debate en torno a la presencialidad de las clases y el duro impacto del Covid en la educación se convirtió en estos meses en la principal discusión pública en medio de la pandemia. Una polémica que, en clave de polarización, permitió distorsionar lecturas de prestigiosas revistas académicas o malinterpretar datos de rigurosas investigaciones. Por un tiempo, la ciencia se volvió militante.
Es, hay que decirlo, un problema urgente. Estudiantes que no pudieron regresar a sus escuelas y que profundizaron preexistentes diferencias sociales cuando la virtualidad reemplazó a las aulas: instituciones privadas de alto poder adquisitivo ofreciendo clases diarias y de varias horas por Zoom y material en Classroom para alumnos con notebook individual y potente conexión de banda ancha, frente a instituciones públicas sin recursos que solamente alcanzaron a entregar lecturas y tareas asincrónicas tan solo algunos días a la semana por WhatsApp para familias sin computadoras y con un deficiente o nulo acceso a internet.
En el medio, la gran pandemia educativa: el informe de Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica que presentó el Ministerio de Educación en junio de 2020 detectó que 1,1 millón de alumnos argentinos habían dejado sus estudios y ya no cursaban en sus escuelas.
Y entonces la responsabilidad sobre el flagelo educativo, que demandará muchos años en poder recuperarse, ingresó de lleno en la controversia política. La educación se convirtió así en una agenda fundamental para representantes del oficialismo y de la oposición, por lo menos, en el plano del discurso y la repercusión mediática. Pero el resultado de las PASO pareció haber cambiado las prioridades.
Los candidatos del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio, que habían confirmado su presencia en el Tercer Foro de Líderes por la Educación, sorpresivamente y a último momento, se bajaron del evento organizado por Perfil Educación, junto a la UBA y a Unicef, esta semana en el Centro Cultural Kirchner.
Los candidatos se bajaron del Foro de Líderes por la Educación.
La respuesta oficial se escudaba en problemas de agenda. Pero la explicación en off the record fue mucho más cruda. Desde el oficialismo explicaron que hasta que la crisis entre el kirchnerismo y el albertismo se calme no podían participar de un congreso de alta repercusión en la prensa. Y desde la oposición dejaron trascender que entendían que no era momento de hacer leña del árbol caído y preferían evitar cualquier tipo de exposición pública.
De esta forma, el cálculo político evitó que los principales dirigentes del país participaran de un acontecimiento que se propone un único objetivo: priorizar el debate educativo.
Así, María Eugenia Vidal y Leandro Santoro, por ejemplo, perdieron la posibilidad de escuchar a estudiantes de escuelas secundarias cuando confesaron los problemas que les ocasionó la falta de vinculación con sus escuelas y el atraso educativo que hoy evidencian. Tampoco conocieron a las docentes argentinas que este año competirán por el “Nobel de la Educación” por haberse esforzado en situaciones críticas para que sus alumnos no pierdan la motivación en medio de la pandemia.
Mientras que Victoria Tolosa Paz y Diego Santilli, por caso, no accedieron a los datos estadísticos que reflejan la crisis educativa, que fueron aportados por investigadores de las principales universidades y especialistas de la Unesco. Tampoco presenciaron el acalorado debate sobre el impacto del coronavirus que mantuvieron ministros de Educación de todo el país y no asistieron al valioso intercambio de ideas que aportó un grupo de destacados intelectuales sobre las urgencias pedagógicas que hoy apremian a la Argentina.
En tanto que Natalia de la Sota y Mónica Fein se privaron de escuchar las propuestas de distintos representantes del sector corporativo sobre la necesidad de reformar planes de estudio para capacitar profesionales que estén en mejor sintonía con las nuevas demandas que hoy exige el mercado. Y tampoco atendieron el reclamo de rectores de las más importantes universidades públicas por el recorte presupuestario que presenta el Presupuesto que ya fue enviado por el Gobierno al Congreso.
Perfil Educación, UBA y Unicef, organizan el evento educativo.
Desde hace tres años, Perfil Educación organiza este espacio de reflexión en el que intervienen distintos líderes por la educación que se expresan a partir de diferentes trayectorias y ámbitos profesionales. Porque creemos que la educación es tan importante que obliga a ser abordada desde un enfoque multidisciplinario y plural para generar un debate superador en la búsqueda de consensos que mejoren a la Argentina.
Jaime Perzyck es un buen ejemplo en ese sentido: el flamante ministro de Educación tuvo su primer acto oficial en el cierre del evento junto a Luisa Brumana, representante de Unicef en Argentina; Alberto Barbieri, rector de la Universidad de Buenos Aires; y Jorge Fontevecchia, presidente del Grupo Perfil. Perzyck había participado de los dos primeros foros de Líderes por la Educación, como rector de la Universidad de Hurlingham en 2019 y como secretario de Educación Superior del Ministerio de Educación en 2020.
El Foro de Líderes por la Educación se inició durante el gobierno de Juntos por el Cambio y permanece en la gestión del Frente de Todos. Es que la educación debe ser una agenda permanente y prioritaria porque representa el único estímulo que permite impulsar el crecimiento personal y, a la vez, el desarrollo de un país.
Ojalá que la dirigencia argentina así lo entienda: el próximo año, los principales dirigentes del oficialismo y la oposición volverán a ser invitados al Cuarto Foro de Líderes por la Educación.