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Una inmersión en Rothko

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| Cedoc

Me metí en la galería Tate y vi los cuadros de Mark Rothko. Recuerdo que no sabía quién era y cuandro ingresé en la sala quedé como bajo un estado de inmersión religiosa. Eran grandes rectángulos rojos de diferentes tonos. Tuve la sensación de que me podía arrodillar ahí y sentirme bendecido. ¿Pero por qué? 

Sabemos que las obras de arte en la época secularizada sólo tienen valor si le gustan al público o si se sostienen como mercancía por el mercado. La gente las compra como inversiones. Rothko tuvo una larga trayectoria antes de llegar a los cuadros que lo hicieron representativo del expresionismo abstracto. Cuando finalmente alcanzó cierta fama, le encargaron pintar los murales del restaurant Las Cuatro Estaciones, un lugar que quedaba dentro de uno de los edificios más célebres y modernos de la pujante New York. Pero Rothko, una vez después de comer ahí, decidió devolver los 35 mil dólares que le habían dado por el encargo (una fortuna en esa época para un pintor) porque consideraba que los comensales no necesitaban de sus cuadros como decoración. 

La pared gastada de la casa de mi infancia siempre fue un retrato no figurativo de paso de las generaciones

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Rothko no era un decorador, era un pintor. Como esos antiguos que necesitaron dejar testimonio de sus manos y las imágenes de los animales que perseguían en las antiguas cavernas. Para Rothko la obra de arte es un hecho religioso, no una mercancía. Por eso aceptó el encargo de lo que hoy se denomina Capilla Rothko, en Texas, donde en un lugar de manera octagonal cuelgan inmensos cuadros de color negro que, muchos dicen, preanuncian la depresión del artista. 

Yo me he quedado mirando la pared gastada de la casa de mi infancia, las innumerables capas de pintura que había ahí una sobre otra y sentí siempre que eso era un retrato no figurativo del paso de las generaciones. Rotkho se separó de sus segunda mujer y terminó viviendo en su estudio. Estaba enfermo. Y una mañana un asistente lo encontró muerto. Se había cortado las venas. Fuera del cuerpo, el color de la sangre es rojo, es decir, es Rothko.