COLUMNISTAS
Defensora de Género

Una mujer en la fórmula y ellas conducen

20190210_stanley_bullrich_cedoc_g.jpg
Candidatas. Stanley o Bullrich, dos de las que podrían acompañar a Macri en la fórmula. | cedoc

Una mujer de fórmula: En la sección Política del domingo, Ezequiel Spillman dice que Carolina StanleyPatricia Bullrichcompiten” por ser la vice de Macri. Es una competencia rara en realidad, y hace bien en ponerla entre comillas, porque se trata de una espera pasiva de la evaluación que se haga a último momento según estudios de opinión pública, en una estrategia electoral que le ha dado al PRO resultados positivos desde 2007.

Se trata de poner en la fórmula una mujer acompañando a Macri, hasta ahora una mujer que le agregue presunta sensibilidad a un ingeniero poco expresivo y menos aún empático con las necesidades sociales.

De hecho, en algún momento se pensó en la misma María Eugenia Vidal para acompañarlo. Y en los últimos días incluso sacaron del ostracismo y el (piadoso) olvido público a Gabriela Michetti como repetida pieza en el tablero. Lo verdaderamente raro es la aparición de Bullrich como hipótesis, que no le agregaría precisamente sensibilidad sino en todo caso contundencia y dureza. ¿Qué pasó?

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Dice Mircea Eliade, al hablar de la función del mito cosmogónico, que el poder de la creación requiere una divinidad capaz de poseer atributos opuestos, que coexisten en ella como potencialidad. La forma en que se representa es muchas veces la de andróginos, o parejas primordiales, o divinidades que son macho un año y hembra al siguiente. El orden derivado de esa presunta y binaria totalidad primigenia produce un efecto tranquilizador, que hace que lo opuesto no sea ya irreconciliable sino complementario, y hace del caos algo previsible y estable.

Nuestro país ha probado esa fórmula mítica con Perón y Evita (con el conveniente olvido de María Estela, Isabelita, que como vice llegó a ser a la muerte de Perón la primera mujer en la presidencia de nuestro país) y con Néstor y Cristina. Advirtamos la diferencia entre la forma y la fórmula. En esta oportunidad se fluctúa en el diagnóstico y en el remedio.

Femicidios sin tregua, Rosa, paridad y rock

¿Qué pesa más en el descontento popular con el presidente, su falta de sensibilidad o su falta de firmeza, la pobreza o la inseguridad? Desde el comienzo del mandato de Macri, la apertura al diálogo con la oposición y los segmentos de poder y el retroceso en (infelices) medidas ya tomadas fueron considerados signos de debilidad.

A pesar de los cambios en la Constitución para salir de un presidencialismo hiperbólico, los conceptos sociales (patriarcales) de poder siguen siendo personalistas y decisionistas. Toda deliberación y consulta se interpreta como tibieza e indecisión, como fragilidad y no como fortaleza. Cuando las feministas pedimos paridad no pedimos ocupar esos lugares simbólicos, sino precisamente cambiar el concepto de poder. No sé si este debate sobre la vice de Macri nos involucra. Por supuesto es justa la paridad, en el sentido de justicia distributiva, pero no alcanza para cambiar las relaciones desiguales de poder. Los laboratorios electorales se construyen sobre mitos y focus groups. Son endebles y temerarios. Y lo peor es que a veces tienen éxito.

Ellas conducen: En Sociedad del sábado Josefina Hagelstrom informa sobre una convocatoria para sumar mujeres como conductoras de taxis. Un argumento inmediato es la paridad laboral.

Las colectiveras debieron llegar a la Corte para que se considere su derecho. Otra es la demanda por condiciones de seguridad: las mujeres (70% de usuarixs de la app oficial porteña) suelen pedir conductoras.

Poco tardó la indignación masculina: un varón no por serlo es violento y amenazador, ellos también pueden sufrir violencia, y ellos también quieren viajar en taxis conducidos por mujeres. Varones pidiendo igualdad de trato. No creí llegar a verlo...