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¿Y ahora Macri?

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Efecto Massa. Su arribo puede afectar la estrategia macrista. | NA

Los lugares comunes, eso que se repite simulando una decisiva originalidad, permiten pensar el modo en que la sociedad hace uso de ciertas estrategias para facilitar la comunicación. Puede alguien revisar si está entre iguales evaluando la reacción de un púbico determinado ante la afirmación de que la emisión genera inflación o de que el país debe reducir el déficit fiscal; otra persona, igualmente adaptada al mundo moderno, pero creyéndose diferente y original, en un bar con aparentes kirchneristas, puede también quitarse la duda sobre si está entre iguales sosteniendo que los grupos concentrados son los grandes formadores de precios mientras  revisa los gestos o no de aceptación posteriores a ese comentario repetido. Para ninguno de estos casos la clave es la profundidad de conocimiento, sino solo una revisión de consistencia para el fluir en una situación de interacción. La sociedad realmente necesita de los lugares comunes y se beneficia operativamente de su existencia.

La dinámica en forma de contienda entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner permitieron en este tiempo no solo la disolución de las certezas para el seguimiento del Frente de Todos, sino un escenario interesante para la generación sencilla de contrincantes desde los cuales el uso de propios lugares comunes fuera particularmente intenso y casi sin riesgos. Con el presidente fallando sin pausa y con Cristina Kirchner utilizando los medios de comunicación para desplegar un espectáculo simultáneo de crítica y auto recuerdo, los especialistas supuestos de la oposición en economía y negocios recurrían a los comentarios esperables sobre la cantidad de pesos circulantes y la necesidad de reducción de impuestos. Una y otra vez, en todo cóctel posible y ante cada periodista que lo preguntara o en toda posible conferencia, se repetían la misma secuencia de palabras. La crisis del gobierno fomentaba así el territorio claro y preciso de cómo relatar la crítica.

Nadie más que Macri quiere a una CFK fortalecida: de ella depende su futuro electoral

Los lugares comunes son formas, y por formas se entiende a la unión de elementos para un momento determinado, incluyendo su reutilización. El lenguaje es un medio (también lo es el dinero) que requiere de ser llevado a un nivel de objetivación para poder ser utilizado en formato de palabras y frases, siempre en un tiempo determinado dado por la necesidad de un nuevo presente, y en una relación social siempre renovada, ya que nunca el momento actual es igual al anterior, aunque sean las mismas personas. Con esto debe quedar en evidencia que la comunicación debe ocuparse sobre cosas concretas, siempre en un ahora y en condiciones de contacto con otros. De este modo, cuanto más estables puedan ser las condiciones para articular estos tres elementos, menos necesidad de ajustes e indeterminación tendrá el proceso social en el que más de una persona se encuentre. Alberto y Cristina sostenían un presente idéntico, con un presidente, hablando siempre de lo mismo, utilizando formas repetidas y en condiciones de interacción siempre similares. Esto para Macri y Bullrich, hasta ahora, ha sido maravilloso.

En muchos casos la descripción económica abusa de la utilización de formas. Los avances en la construcción de modelos matemáticos han permitido simular la sociedad y su complejidad en relaciones causales de laboratorio, que luego puedan ser aprendidos en cursos de MBA para ser explicados a clientes, periodistas, o incluso expuestos en nuevos cursos con la total seguridad de que allí dormiría tranquila la verdad que los peronistas no querrían nunca conocer.

En esto la ciencia, como espacio de comunicación diferenciado, ha sido fundamentalmente influyente y ha desplegado un amplio esquema de ideas asociadas a la relación, posible de ser descripta, entre causas y efectos. El mundo es aprendido como una suerte de articulación entre voluntad, conocimiento y decisión sobre objetos que podrían ser colocados o ajustados, en busca de resultados. Nuestra era se diferencia de las anteriores porque los hombres y mujeres se piensan como hacedores de sus propios destinos, como quienes moldean el mundo conocido y que la predominancia de condiciones estructurales (por ej.: la condición de nobleza) han ido cediendo constantemente relevancia. Así, las formas discursivas hechas permiten llevar a escenas de diálogo una ética supuesta de dominio del ser humano sobre las condiciones sociales que lo presionan. Mira a cámara, luego de haber entrenado su respuesta, y asegura con gesto completo que todos saben que la emisión genera inflación.

Algo está terminado

A todo esto la complejidad social agrega un elemento problemático vinculado también al tiempo y a las influencias. Todo lo que ocurre en la sociedad no solo ocurre en el presente, sino también de manera simultánea, todo junto y al mismo tiempo, sin centro general de las operaciones y sin posibilidades de control. La sociedad está llena de gente que cree controlar causas y efectos, algunos con modelos profesionalizados incluyendo la búsqueda de clientes para ofrecer soluciones de esos modelos; con gobiernos que intentan tomar decisiones para generar resultados y con empresas en el mercado que deben a su vez tomar sus propias decisiones en contextos futuros que nadie conoce. Pensado así, la economía se parece en realidad poco a decisiones de gestión, sino a relaciones de irritabilidad conjuntas entre ella y el sistema político.

Con un Alberto Fernández con serios conflictos de credibilidad ninguna decisión era algo en sí misma, un objeto, un elemento, sino solo una frase lanzada a un territorio abundado de poca claridad. El dólar crecía a un ritmo inexplicable desde las condiciones del mercado y los bonos que ofrecía el Estado eran todos rechazados por problemas de credibilidad. Colocar un modelo matemático en esas condiciones era casi insólito. Justamente el aumento de las chances electorales de Cambiemos, en ese contexto, era el rédito no económico, aunque hablando de economía, con el que Macri se beneficaba. Así, causas y efectos se solapan basadas en las oportunidades que tantas causas, sobre tantos efectos permiten. Todo así, todo fluyendo, hasta la llegada de Massa.

De rígidos a flexibles

El nombramiento del nuevo Ministro de Economía, y varios ministerios más, permitió exponer la relación muchas veces inexistente entre medidas económicas y comportamiento del mercado. El nombre Batakis hizo subir el dólar; Massa lo hizo bajar con velocidad importante. Con Massa los bonos recuperaron valor y hasta es factible que su propia imagen aumente en el corto plazo. Con Massa la economía se rodea no de un modelo de decisiones renovadas, aunque las tenga que tener, sino de un miedo desarticulado. Esto para Macri y algunas partes de Cambiemos se ha convertido en un problema serio.

Para el ex presidente, que necesita en frente al kirchnerismo como guía y sentido, esta incorporación cambia las condiciones de su intento de aterrizaje en la Casa Rosada. Como un avión al que le cortan en pleno vuelo el sistema ILS (sistema de aterrizaje instrumental) debe volver hacia nuevas alturas para esperar mejores condiciones o buscar nuevo aeropuerto. Nadie tiene en estos días más problemas que él, y nadie más que él quiere que vuelva de nuevo con fuerza Cristina Kirchner, ya que de ella depende su futuro electoral próximo.

Si la experiencia Massa sale bien, para los modelos habrá ajustes y detalles sobre contextos externos. Igualmente se sabe que los modelos, para la propia gestión, son explicados en sus fallas, por la influencia maligna del peronismo y así, los que calculan cosas complejas, aprenden que la sociedad tiene más vueltas que las que se estudian en esos libros, que siempre se podrán recomendar para criticar de nuevo, al fracaso del país.

*Sociólogo