El triple asesinato de una pareja y su bebé a la salida de un casamiento narco en Rosario, ocurrido el 29 de enero pasado, y las muertes por intoxicación que se cobró la cocaína adulterada en la Provincia de Buenos Aires, la semana pasada, no son datos que deben ser leídos de forma aislada. Si bien Argentina no es un país de producción de estupefacientes a gran escala, hay signos de alerta sobre la presencia de bandas de narcocriminalidad, organizaciones que trascienden la mera venta de drogas para incursionar en el comercio de armamentos, el lavado de activos, extorsiones y homicidios cometidos por sicarios.
Mientras se reabre el necesario debate sobre si sirven o no las políticas prohibicionistas, la ‘guerra contra las drogas’, se observa con preocupación la presencia de las organizaciones narcocriminales en el país y, particularmente, las que tienen a sus jefes encarcelados que siguen liderándolas desde sus lugares de detención, en algún caso con complicidad de agentes penitenciarios.
Hasta el momento, se han detectado dos organizaciones narcocriminales creadas localmente: el autodenominado Primer Comando de Frontera (PCF) –émulo del temible Primer Comando Capital que nació en la cárcel brasileña de San Pablo–, liderado por Néstor Fabián Rojas, con conexiones en Paraguay y Brasil, y la reconocida banda rosarina Los Monos, cuyo jefe es Ariel ‘Guille’ Cantero.
Las experiencias de Brasil y Paraguay demuestran que las prisiones son las ‘universidades’ para los jefes narcos. Allí se especializan, siguen conduciendo las diferentes células y las multiplican. Por esa razón, la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) ha realizado un informe detallado de las investigaciones judiciales en todo el país sobre este fenómeno, al cual tuvo acceso PERFIL CÓRDOBA. Contiene, además, un diagnóstico y recomendaciones.
El documento describe 19 casos en los que la Justicia investiga a jefes de organizaciones narcocriminales que siguen liderándolas desde sus celdas. Córdoba no figura en el listado. En esta provincia no hay cárceles federales y los detenidos por narcotráfico son alojados en los complejos penitenciarios provinciales o en establecimientos nacionales localizados en otros distritos. Es, quizás, una explicación probable a esa ausencia.
Quiénes son los líderes narcos, qué hacen, quiénes los ayudan desde el exterior de sus celdas. Aquí, la síntesis del mapa donde actúan a pesar de estar tras las rejas.
CABA
- Marco Antonio Estrada Gonzáles continuó liderando la organización dedicada a la distribución y comercialización de drogas y acopio de armas de fuego, arraigada en la Villa 1-11-14, desde la cárcel de Marcos Paz donde purga una condena a 24 años de prisión. Se comprobó que, a través de familiares, mantuvo activa una cadena de mando para transmitir directivas. Ya había sido previamente condenado por intervenir en estas actividades ilícitas desde el Complejo Penitenciario de Ezeiza.
Provincia de Buenos Aires
- Mario Roberto Segovia, el ‘rey de la efedrina’, continuó dirigiendo la organización desde la cárcel de Ezeiza. Las órdenes eran transmitidas de manera personal durante las visitas que recibía y en comunicaciones telefónicas con celulares ingresados irregularmente a la cárcel. También escribía cartas manuscritas codificadas, que entregaba a familiares o subordinados por correo o personalmente durante las visitas. Segovia contaba con una tablet con la que pudo enviar y recibir correos electrónicos y capacitarse en materia de inteligencia táctica, armado y desarmado de materiales explosivos y en cómo adquirirlos.
- Alejandro González (alias ‘Batata’), detenido en la Unidad 43 del Servicio Penitenciario Bonaerense. Por intermedio de su pareja dirigía una organización de venta de cocaína en Lomas de Zamora. Intervino en el homicidio de un miembro de otra banda criminal que operaba en Ciudad Evita, por la disputa del territorio.
REGIÓN NORESTE
- Néstor Fabián Rojas, creador del Primer Comando de Frontera (PCF), continuó dirigiendo la organización narcocriminal desde la cárcel de Ezeiza. Tenía un teléfono celular oculto con el cual daba directivas a las células en Argentina y Paraguay para comprar y trasladar cocaína y marihuana en grandes cargamentos. Coordinaba el paso hacia Argentina y el transporte desde Misiones a Buenos Aires. Sus comunicaciones por línea abierta con el resto de los miembros de la organización duraban entre cuatro y seis horas diarias. Fue trasladado a Marcos Paz donde también se le incautó un smartphone. El PCF contaba con dos estamentos cuyas acciones eran dirigidas telefónicamente por personas detenidas. Una, desde la misma prisión de Rojas, se encargaba de la venta narco en la provincia de Buenos Aires y el otro detenido estaba en la cárcel de Posadas y se encargaba de la distribución en Misiones. La banda está implicada en el intento de asesinato de un juez de Posadas que investigaba a Rojas por un doble homicidio.
- Desde la cárcel de Resistencia, Chaco, Carlos Alberto Barreiro lideraba una compleja asociación ilícita –integrada por más de 50 personas– dedicada al comercio de estupefacientes, agravada por la participación de menores de edad y por la intervención de funcionarios públicos. Las conversaciones registradas indicaron el tráfico ilícito de drogas y armas de fuego a Paraguay y aprietes a testigos para que no declaren en su contra.
- Candelaria es un caso en el que se investiga el plan para atentar contra la vida de una fiscal federal y su pareja. Se presume que se mentó desde el penal de Candelaria (Misiones), por detenidos en causas narco.
- Francisco Antonio Noguera, integrante de una organización con asiento principal en la localidad de Itatí, Corrientes, continuó desplegando actividades de tráfico ilícito de drogas desde Paraguay a Corrientes y Chaco, mientras se encontraba detenido en el Complejo Penitenciario Federal de Marcos Paz.
- Los Monos. Desde la cárcel de Coronda, del Servicio Penitenciario Santa Fe, Ariel ‘Guille’ Cantero dirigía la venta de estupefacientes al menudeo en barrio Empalme Graneros de Rosario. Luego, siguió desde los penales de Devoto. Se comprobó que dio directivas para la concreción de un secuestro extorsivo el 9 de noviembre de 2017. Cuando requisaron la celda de Cantero, se captó una conversación en simultáneo en la que un tercero le advertía sobre la inspección. El dueño del teléfono intervenido –que permitió conocer la maniobra extorsiva– fue asesinado con 20 disparos de arma de fuego. En otro hecho investigado, mientras estuvo detenido en la cárcel de Rawson, Cantero junto a otro jefe de la banda, Leandro Vilches, detenido en la Unidad Penitenciaria provincial de Piñero, organizaron la venta de marihuana y cocaína por correo oficial en Rosario y Funes.
- Otros dos expedientes relatan la venta de drogas desde la cárcel de Piñero, en Rosario, y desde la de Coronda, Santa Fe.
- Sixto Daniel Pérez (alias ‘Chaqueño’), lideraba la venta de marihuana y cocaína, también en Rosario. Lo hacía desde una cárcel chaqueña y luego desde la prisión de Devoto, con la colaboración de la hermana y su pareja.
REGIÓN NOROESTE (NOA)
- Delfín Reynaldo Castedo se encuentra detenido como jefe de una banda narco que lavaba activos, utilizando dos fincas ubicadas en la frontera entre Salta y Bolivia. Constituían una suerte de aduana privada. Estuvo prófugo una década. A partir de su captura siguió operando y emitiendo directivas desde una cárcel salteña. Actualmente él y su hermano están alojados en el Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza.
- Raúl Ricardo Rojas (alias ‘Coya’), dirigía a tres personas en el exterior del penal que se encargaban de buscar cocaína de proveedores de Bolivia y la marihuana de proveedores de la localidad de Morillo, para ser distribuida en la capital salteña.
- Marcos Sebastián Sanguino, detenido en la cárcel federal de Salta dirigía a su pareja para distribuir cocaína en esa provincia norteña.
- Rodrigo Sebastián Medina, desde la Unidad Carcelaria N° 1, Villa Las Rosas, Salta, lideraba a una organización de seis personas que captaba cocaína en Orán y la llevaba a Tucumán.
- Sebastián Policarpo Flores. Desde la unidad carcelaria de Orán coordinaba el ingreso de estupefacientes desde Bolivia por el paso de Aguas Blancas. Para llevar a cabo el transporte de la droga, la organización utilizaba a mujeres como mulas.
Personal penitenciario cómplice
En el Centro Penitenciario Federal III, con asiento en Salta, se detectó que funcionarios penitenciarios proveían teléfonos celulares a internos. Los aparatos fueron detectados en investigaciones de narcotráfico. Se sumó el hecho de que se advirtió un aumento importante de la cantidad de celulares incautados a los internos. En 2020 y 2021 se secuestraron un promedio anual de medio centenar de equipos de telefonía móvil en poder de los reclusos.