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El cuarteto ya es Patrimonio de la Humanidad: ¿qué cambia para el negoción cordobés?

Funcionarios y empresarios coinciden en que la distinción funciona como una marca de calidad para exportar la cultura cordobesa. Lejos de ser solo un símbolo, el cuarteto sostiene desde hace décadas una de las industrias del entretenimiento más potentes de Córdoba. Del baile barrial al turismo de experiencias, qué puede cambiar con el sello para ordenar e internacionalizar un negocio que ya mueve miles de personas cada fin de semana.

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Escultura dedicada a Leonor Marzano | Cedoc Perfil

El martes 9 de diciembre, en Nueva Delhi, la Unesco declaró al cuarteto cordobés Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, inscribiéndolo en la Lista Representativa con el nombre “El cuarteto: música, danza y letras en la ciudad de Córdoba, Argentina”.

La decisión coronó un proceso que arrancó en 2022, cuando la Municipalidad de Córdoba -con Martín Llaryora como intendente- inició la candidatura ante el organismo. En 2024, ya con Daniel Passerini en el Palacio 6 de Julio, se anunció que el expediente había sido admitido para evaluación, paso previo al reconocimiento que llegó esta semana.

Passerini celebró el reconocimiento del cuarteto como Patrimonio Cultural de la Humanidad

“Es como un campeonato que ganó el cuarteto”, grafica Héctor “Pichi” Campana, actual secretario de Fortalecimiento Vecinal, Cultura y Deportes de la Municipalidad de Córdoba en conversación con Punto a Punto Radio (90.7). Pero detrás de la metáfora aparece otra palabra que se repite en las entrevistas: marca.

“Hoy esa identidad se convirtió en industria”, resume Daniel Quinteros, cluster manager del Córdoba Welcome Clúster de Eventos, la articulación público-privada que busca posicionar a la ciudad como destino de congresos, espectáculos y turismo de reuniones.

La distinción de la Unesco hace que esa etiqueta empiece a aparecer en guías y plataformas donde Córdoba ya figuraba por la Manzana Jesuítica y las estancias, patrimonio mundial desde el año 2000. La apuesta oficial y privada es que, de ahora en más, “Córdoba” también se lea como tierra del cuarteto.

Un negocio que ya existe en la calle

Campana prefiere no hablar de “oportunidad futura” sino de algo que ya está en marcha. “El cuarteto no es solo música: es un motor económico”, insiste. Detrás de cada baile o festival hay taxis, remises, hoteles, mozos, cuidacoches, puestos de comida, barras, alquiler de sonido, seguridad privada y productores que hace años viven de la noche cuartetera.

El modelo más visible son los grandes festivales: el Bum Bum, el megaevento de La Mona Jiménez que volvió a instalar al Mario Alberto Kempes como templo popular, ya se piensa en clave de producto turístico y no solo de recital, con fechas fijadas para 2026 y una grilla que atrae público de otras provincias.

El cuarteto hace historia: la UNESCO declara al género cordobés Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

Pero el “negoción” no se agota en el estadio. El Museo Bar de la Mona Jiménez, en el Cerro de las Rosas, mezcla restaurante, tienda y sala de shows y se consolidó como parada obligada para fans y curiosos. El histórico Monumental Sargento Cabral, en barrio San Vicente, reivindica su lugar de templo cuartetero mientras ajusta su propuesta a nuevos formatos.

“Es un género que nació en los barrios y hoy sostiene a miles de trabajadores, desde las bandas hasta el último puesto de choripanes”, sintetiza Campana. El sello de la Unesco, admite, agrega prestigio en un contexto económico complicado, con salarios atrasados y cuentas flacas en el Estado municipal.

De baile barrial a experiencia para turistas

El gran consenso entre Campana y Quinteros es que el reconocimiento internacional no crea de cero una industria, pero sí la pone en vidriera y obliga a profesionalizarla. “Está todo dado para que este nuevo sello se traduzca en una reconversión de la industria turística y de la industria de la experiencia”, plantea el referente del clúster.

El diagnóstico es claro: hoy un porteño o un extranjero que llega a Córdoba y quiere “vivir el cuarteto” no encuentra todavía un circuito tan aceitado como los tours de tango en Buenos Aires o de bodegas en Mendoza. Hay piezas sueltas como el Museo Bar, Bum Bum, Sargento Cabral, salas clásicas y también iniciativas públicas como la Experiencia Cuarteto, que ya arma recorridos por lugares emblemáticos de la música popular cordobesa.

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A eso se suma el proyecto del Domo Siglo 21, el estadio boutique para unas 4.500 personas que la Universidad Siglo 21 y Universo Jiménez construyen a minutos del aeropuerto, pensado para recitales, ferias y eventos inmersivos con sonido 360°.

“Lo que falta es articular todo eso en productos concretos”, dice Quinteros. El clúster viene de probar un modelo de paquetes con agencias de viaje y los cuatro clubes cordobeses de AFA, basado en turismo deportivo; la idea es replicar esa lógica con el cuarteto: tours, gastronomía, clases de baile, merchandising y fechas programadas, con Córdoba vendiéndose afuera como capital de una música que ahora también es patrimonio de la humanidad.