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CóRDOBA
HISTORIAS ASOMBROSAS DE CÓRDOBA

La reina que le dio su nombre a una clínica y cuyo hermano luchó en Titanes en el ring

Él era el rey Balduino de Bélgica. Cuando vinieron en 1965, a Córdoba y Salta, visitaron la clínica que tomó el nombre de ella, Reina Fabiola, un nombre que para los cordobeses ya es sinónimo de esa institución médica muy prestigiosa.

12-9-2021-Reyes
. | CEDOC PERFIL

Pasó casi enfrente de donde está ahora el shopping Patio Olmos. Ella había estudiado enfermería y hasta había trabajado un tiempo en un hospital. Él era el rey Balduino de Bélgica. Cuando vinieron en 1965, a Córdoba y Salta, visitaron la clínica que tomó el nombre de ella, Reina Fabiola, un nombre que para los cordobeses ya es sinónimo de esa institución médica muy prestigiosa, para la que los monarcas habían hecho una donación millonaria por intermedio del vicerrector de la UCC, el padre Sonnet, cuyo hermano era, en Bélgica, el confesor de Fabiola.

La clínica, en realidad, es un hospital escuela de la Universidad Católica fundado en 1959 en Roca 1111 como Clínica San José. Cuando vinieron los reyes ya estaba en Bv. Illia e Independencia, casi frente al Patio Olmos, pero en 1974 se mudó a la calle Oncativo de barrio General Paz.

A su llegada, los cordobeses salieron a las calles a ovacionar a estos reyes y muchos se alegraron al ver que con la reina belga era fácil comunicarse, ya que hablaba a la perfección el español. Era porque había nacido en Madrid, hija del conde de Mora y marqués de Casa Riera, un descendiente del rey Sancho.

Los dos se alojaron en un piso entero del desaparecido hotel Crillón, en calle 25 de Mayo esquina Buenos Aires, al lado de Casa Barujel.

El hermano de Fabiola, Jaime de Mora y Aragón, era en cambio, un personaje menos serio. Playboy y bon vivant, hizo conocida la ciudad y la noche de Marbella, en sus comienzos, a tal punto que actualmente una avenida tiene su nombre y se construyó una estatua en su honor.

Se hizo popular en Argentina porque combatió contra Martín Karadagian, ese magnífico creador de fantasías. En un show de su programa Titanes en el Ring, Karadagian fue arrojado fuera del cuadrilátero y fue a caer justo al lado de la esposa del hermano de la reina. Al levantarse, tocó la pierna de la mujer y el conde se paró y lo abofeteó y desafió a pelear. El ayudante del español intercedió y Karadagian lo desmayó de un puñetazo.

Cuando los separaron, el desafío a luchar estaba lanzado. El noble puso por condición usar un kimono para que el armenio, que era plebeyo, ni siquiera lo tocara. Los diarios y la televisión estallaron con la noticia del evento. El conde de Mora y Aragón y el luchador armenio se enfrentaron en el Luna Park ante 16.000 personas. En realidad, había estado todo armado por Karadagian, que era un genio del marketing, por anticipado.

El conde, de joven, había estudiado en las mejores escuelas privadas europeas y con John Kennedy, en la Universidad de Princeton, aunque de todas había sido expulsado.

En la televisión argentina fue entrevistado en casi todos los programas y se transformó en un personaje popular en todo el país. A Balduino, en cambio, se lo conocía como El Rey Triste, por las tragedias que había vivido a lo largo de su vida.

Presentación de 'Ambidiestra: Córdoba del derecho y del revés'

De ella, de Fabiola, se decía que había traído la alegría y el sol de España a Bélgica. Era, además, muy generosa con los necesitados de su país. Muy católicos, visitaron Villa Allende y Alta Gracia, donde se alojaron en el ya legendario Sierras Hotel y visitaron la Casa Museo del Virrey Liniers y la Estancia Jesuítica.

Su padre, el rey Leopoldo, ya había estado en Córdoba en 1962. Venían de Salta, donde el rey Balduino pidió conocer a gente humilde. Saludó a unos albañiles en una construcción, uno por uno. Y se lo llevó a un barrio de casas de chapa y cartón, cerca del viejo cauce del río Arias, debajo del puente Vélez Sarsfield. Allí el rey se acercó, con el gobernador, a una vivienda con puerta de lona. Su habitante, llamada Margarita Mamaní, al escuchar que la llamaban, salió. Al ver al hombre vestido de uniforme brillante, lleno de medallas y con un sombrero deslumbrante, escuchó lo que el gobernador le decía. Entrecerrando los ojos, puso sus manos en su cintura y tras inspeccionar con su mirada a los extraños visitantes, dijo: “¿Un rey? ¿Rey de dónde? ¿Y viniendo acá, a visitar mi rancho?”

Cabe imaginar a la señora, mirando hacia el interior de la casilla, diciéndole a su marido: “¡Cacho, levantate, levantate, que ha venido un rey a visitarnos! Y no me digas que me deje de decir pavadas porque me parece que es cierto, porque está con Durand, el gobernador, que a ese sí lo conozco de los afiches en la calle. Y por favor, arreglate un poco ese pelo, que parecés un rancho recién techado...”

Pasó en Salta, antes de venir a Córdoba, con el rey Balduino y la reina Fabiola, esa que para los cordobeses de menos de 65 años es solo, ahora, una famosa clínica. Pero que, además, es el nombre de quien alguna vez fuera enfermera, reina y también, hasta su muerte en 2014, una mujer muy querida por los belgas y hasta por los cordobeses.

(*) Autor de cinco novelas históricas bestsellers llamadas saga África.