El nombramiento de Robert Francis Prevost como el nuevo Papa León XIV marca un hito histórico para la Iglesia Católica: por primera vez, un ciudadano estadounidense ocupa el trono de San Pedro. Sin embargo, lejos de ser una celebración compartida con la cúpula política de su país de origen, su elección expone ciertas fisuras con el liderazgo conservador de Estados Unidos, especialmente con el presidente Donald Trump.
Prevost, nacido en Chicago en 1955 en el seno de una familia católica de clase trabajadora, ha construido su carrera eclesiástica en los márgenes del poder. Su vocación misionera lo llevó primero a Perú, donde pasó casi dos décadas como párroco, maestro y obispo. Allí forjó una identidad más cercana a los pueblos latinoamericanos que a los círculos de influencia norteamericanos. Esta experiencia en las periferias parece haber moldeado su mirada crítica sobre el uso político de la fe y, en especial, sobre las políticas migratorias que marcaron el gobierno de Trump.
Aunque la Casa Blanca felicitó su elección con entusiasmo, lo cierto es que el vínculo entre Trump y el nuevo pontífice es más complejo. En los días previos al cónclave, el presidente había mostrado su apoyo a otra figura del ala conservadora de la Iglesia: el cardenal Timothy Dolan, más afín a sus posturas ideológicas. Prevost, en cambio, nunca fue su candidato. Su elección representa una derrota simbólica para los sectores más reaccionarios dentro y fuera de la Iglesia.
Las diferencias entre ambos no son nuevas. Apenas asumió Trump su segundo mandato, Prevost —entonces cardenal— se pronunció abiertamente contra las políticas de expulsión masiva de migrantes y el restablecimiento del programa "Quédate en México". En sus redes sociales, activas y seguidas por miles de fieles, compartió mensajes en favor de los refugiados y destacó la urgencia de una Iglesia "cerca de los que sufren". También cuestionó públicamente declaraciones del actual vicepresidente JD Vance.
En una de sus intervenciones más comentadas en redes sociales, el ahora Papa León XIV cuestionó públicamente al vicepresidente estadounidense JD Vance por una declaración que hacía alusión a dichos católicos. "JD Vance se equivoca: Jesús no nos pide que clasifiquemos nuestro amor por los demás", escribió Prevost, en alusión directa a la afirmación del vice, quien sostenía que primero se debe amar a la familia, luego al prójimo, la comunidad, los compatriotas y recién entonces al resto del mundo. La crítica dejó en claro su rechazo al uso político y restrictivo de valores cristianos.
Nuevo Papa: quién es Robert Prevost, el estadounidense elegido como jefe de la Iglesia Católica
El contraste con Trump es también generacional y comunicacional. Aunque el Papa León XIV conserva un estilo sobrio, su presencia en plataformas digitales demuestra un compromiso con las nuevas formas de diálogo. En su perfil en X (ex Twitter), se definía simplemente como "católico, agustino, obispo", pero sus publicaciones transmiten posiciones firmes en asuntos sociales y éticos, especialmente en torno a la dignidad humana y la inclusión.
¿Por qué León XIV?
El nombre que eligió como pontífice tampoco es casual: León XIV hace eco de León XIII, el Papa que en 1891 publicó la encíclica Rerum Novarum, un manifiesto a favor de los derechos de los trabajadores y la justicia social. Este guiño histórico apunta a una continuidad con esa tradición y anticipa una agenda preocupada por las desigualdades, en sintonía con el legado de su antecesor, Francisco, recientemente fallecido, con quien compartía una visión crítica de los muros, tanto físicos como simbólicos.
La elección de Prevost se produce, además, en un momento de creciente protagonismo del catolicismo en la política y sociedad estadounidense. Joe Biden fue el primer presidente católico desde John F. Kennedy, y su sucesor, JD Vance, también se convirtió recientemente a esa fe. Sin embargo, el nuevo Papa parece decidido a recordar que la fe no puede ser instrumentalizada al servicio de ninguna agenda política.
En definitiva, el papado de León XIV abre una etapa inédita: un líder con raíces estadounidenses, pero alma latinoamericana; un hombre que combina eficacia institucional con un fuerte mensaje evangélico. En tiempos de polarización global, su postura crítica frente al poder —incluso al de su propia nación de origen— revela que el nuevo pontífice no está dispuesto a ceder principios a cambio de simpatías políticas.